Venezuela: Duelo por la muerte del realismo mágico (en año electoral)

08/01/2018
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En un contexto de crisis multidimensional, alertas de hiperinflación desbordada y con nuevo aumento de salarios, se desata en Venezuela una epidemia de rumores, expresión de peligros, miedos y desconfianza, en un clima de ansiedad e inseguridad, la que es aumentada por la acción terrorista de los medios hegemónicos.

 

Para los venezolanos, el 2017 transcurrió entre protestas, intento de derrocamiento del gobierno entre abril y julio, elecciones regionales y municipales, creación de la Asamblea Nacional Constituyente, que cabalgaron sobre el deterioro de las condiciones de vida de la población, afectada por el alto costo de la vida, la escasez, las dificultades para acceder a alimentos y medicinas.

 

Este 2018 comienza con amenazas de desabastecimiento de gasolina (nafta, bencina), con protestas por falta de abastecimiento y transporte, con la expectativa de que estos problemas logren tener solución, a través de un acuerdo de convivencia –de corto, mediano y largo plazo- que se negocia entre gobierno y oposición en Santo Domingo ante los imperativos sociales, económicos y políticos.

 

Los venezolanos inician el 2018 escindidos y debatiéndose entre el riesgo y la esperanza, el miedo y la confianza, señala la socióloga Maryclén Stelling, quien señala la necesidad de profundizar la lucha contra la corrupción, nepotismo, compadrazgo sin compasión y revisar los peligros de la relación clientelar como forma de dominación política que remite necesariamente a clientes como actores pasivos, carentes de autonomía y capacidad de acción estratégica.

 

El Gobierno espera abrir en un plazo máximo de un mes y medio el acceso al “petro”, criptomoneda lanzada por el presidente Nicolás Maduro, respaldada por las reservas petroleras y mineras del país, y citicada por economistas y políticos. El superintendente nacional de la Criptomoneda, Carlos Vargas, aseguró que con la regulación de las criptomonedas en el país es posible llegar a generar mensualmente hasta 200 millones de dólares.

 

La crisis

 

La vida de los venezolanos ha cambiado radicalmente y se añoran aquellos días de bienestar económico y social de los años del chavismo. Poéticamente, dice la magister en Derecho Público Ana Cristina Bracho, que de manera más o menos uniforme el ambiente político vive el duelo de la muerte del realismo mágico en el que venía viviendo el país.

 

No ha conocido Venezuela desde el 1902 un periodo histórico con mayor insolencia que este. Las decisiones sobre Venezuela, que desde el concepto contradicen al derecho internacional se han acumulado. Desde la OEA a la Unión Europea, pasando por unos ejercicios militares en su frontera amazónica, es absolutamente evidente que Venezuela sufre un acoso internacional que se fue complicando en los últimos años, con el fin de ahuyentar a los posibles aliados.

 

Diosdado Cabello, exministro y uno de los máximos dirigentes del gobernante Partido Socialista de Venezuela (Psuv) señaló que la estrategia en contra de la Revolución Bolivariana se centra en promover los conflictos entre los propios espacios nacionales: al salir del juego político la oposición se fue a sentar a ver cómo procede a desgastarse el gobierno ante el reclamo por las promesas que no se han cumplido.

 

Persiste en Venezuela el modelo de (in) comunicación de las medidas y de la explicación de los fenómenos que se enfrentan: la alerta del recrudecimiento del bloqueo alimentario no debió hacerla el Presidente sino las autoridades responsables. Hay, sin duda una evidente utilización política del problema y una sobreexposición de Maduro, muy, muy lejos de la capacidad de comunicación con el pueblo que tenía Chávez.

 

“Si dejamos que nos compren con la idea que la situación que vivimos es culpa graciosa, voluntaria de otros que disfrutan con nuestra suerte, que somos incapaces de hacer algo por el país que vivimos, por la mesa en la que comemos, por el barrio en el que somos, se habrán comido la Revolución entera. La Patria como lo decía Alí Primera es el hombre y Chávez, como lo gritó a sus siete avenidas, no es un Presidente o un Ministro sino un pueblo que enfrenta tormentas”, señala Bracho.

 

Elías Jaua, ministro y miembro de la dirección política del proceso, asume que el sistema de control cambiario ha sido desmontado y que la política de precios y el sistema de fiscalizaciones que mantiene hoy el gobierno debe ser revisada. Señala, asimismo, que como elemento de descontento coyuntural, esa beligerancia de los sectores medios de la población está ligada directamente a la compleja situación económica.

 

Señala que se trata de una clase media que logró expandir sus derechos en la primera década de esta Revolución, que tuvo cosas que nunca logró obtener ni siquiera en la década de los 70, pero no por ello dejó de ser ideológicamente contraria al gobierno y, ahora, se suma una oposición producto de unas condiciones materiales.

 

“Creo que ahí hay un primer paso: la recuperación, la contención de esa ira expresada por grandes sectores de las clases medias, incluso con alguna expresión ya en las llamadas clases medias populares, tiene que ver con un proceso de estabilidad de la economía, para lo cual requerimos estabilidad política y paz en el país, y hemos dado un paso importante al garantizar la paz, la estabilidad, al lograr el retorno de los partidos de la oposición al juego político electoral”, añade.

 

El relativo equilibrio en la correlación de fuerzas –más allá del desmembramiento de una oposición que ahora intenta elegir un candidato unitario, quizá el empresario Lorenzo Mendoza- hace imprescindible que las elecciones presidenciales pautadas para (alguna fecha de) este año, deben tener base en un acuerdo de cohabitación, que rija más allá de quién gane la presidencia.

 

El malestar social por el desabastecimiento y la altísima inflación, tiene sus sólidos cimientos en los problemas de la economía que se expresan en el descenso de la producción nacional (industrial, agrícola y sobre todo la petrolera), resultado de la ineficiencia, ineficacia y corrupción en la gestión de la industria petrolera, las políticas macroeconómicas y el bloqueo financiero externo

 

Hablamos mucho de socialismo, pero en realidad en nuestra economía se sigue imponiendo la dictadura del capitalismo, que controla la mayor parte de la producción de las mercancías de uso diario, las cadenas de distribución y los precios. Además del gran capital, también del pequeño capital que posee la inmensa mayoría de los locales comerciales detallistas, dice Néstor Francia.

 

La deuda externa, su reestructuración y el levantamiento del bloqueo financiero, un nuevo esquema cambiario que permita que el sector privado utilice sus divisas para las importaciones, son puntos de urgencia, en torno a los cuales se hace necesario un entendimiento. Es cierto, durante 2017 el diálogo no llegó a acuerdos, como se esperaba ¿Hay otro camino? Y las medidas macroeconómicas que se anunciaron, no se implementaron.

 

Persiste en Venezuela el modelo de (in) comunicación de las medidas y de la explicación de los fenómenos que se enfrentan: la alerta del recrudecimiento del bloqueo alimentario no debió hacerla el Presidente sino las autoridades responsables. Hay, sin duda una evidente utilización política del problema y una sobreexposición de Nicolás Maduro, muy, muy lejos de la capacidad de comunicación con el pueblo que tenía Chávez.

 

Mientras, al inicio del año Maduro continuó con sus anuncios: esta vez fue una nueva remoción de gabinete, al que se reincorporan Aristóbulo Istúriz, Iris Varela y Aloha Núñez, en un recambio permanente en el que cada vez que un ministro se interioriza de los problemas de su cartera, es removido o pasa a ocupar otra posición.

 

La OEA vuelve al ataque

 

El secretario general de la OEA, Luis Almagro, quizá con la mira puesta en bombardera el diálogo entre gobierno y oposición en Santo Domingo, se pronunció a favor de sanciones adicionales contra funcionarios y el aparato financiero venezolanos que lleven al presidente Nicolás Maduro a celebrar “elecciones imparciales”. “El camino diplomático que queda por delante es el camino de las sanciones y de negociaciones serias para la redemocratización, tiene que haber sanciones cada vez más duras, que permitan que el régimen venezolano estructure un proceso electoral claro”, añadió.

 

Además de haberle congelado bienes en Estados Unidos y suspender visas a docenas de funcionarios, el gobierno del presidente Donald Trump prohibió a firmas estadounidenses hacer nuevos préstamos a Venezuela por considerar que el gobierno de Caracas violó los derechos humanos durante las protestas opositoras de 2017 que dejaron 121 muertos. El dirigente opositor Henry Ramos Allup, admitió que ninguna de estas 121 personas era hijo de dirigentes políticos, como se difundió internacionalmente.

 

Agregó que los tres expertos designados por él le pidieron hasta fines de mes para elaborar un informe sobre la posibilidad de que Venezuela haya sido escenario de crímenes de lesa humanidad que ameriten ser investigados por la Corte Penal Internacional. Venezuela, que en abril de 2017 inició un trámite de dos años para abandonar la OEA, se opone a la elaboración de tal informe por considerar que no corresponde a la misión del organismo.

 

Como era de esperar, el canciller mexicano Luis Videgaray, le sirvió de coro, sembrando dudas sobre el futuro de las conversaciones entre gobierno y oposición, y señaló su preocupación por algunas decisiones que ha tomado el gobierno venezolano desde la última ronda de negociación (obviamente no aclaró a qué se refería), y anunció que, junto a su homólogo chileno, había enviado una carta al anfitrión de las negociaciones, el presidente dominicano Danilo Medina, en la que le ponían sobre aviso.

 

También la Iglesia católica juega su papel desestabilizador. Monseñor Diego Padrón, presidente de la Conferencia Episcopal, transmitió su apoyo al proceso de diálogo, pero no ocultó sus recelos: “Es en sí válido y necesario, porque la búsqueda de entendimiento entre adversarios, en concreto el Gobierno y la representación partidista de la oposición democrática, es razonable, y se justifica en la medida en que contribuya a cambiar la calamitosa situación del país”.

 

“Este proceso de negociación no tiene el favor mayoritario del pueblo. Genera, por el contrario, suspicacia, pues el pueblo no tiene confianza ni en los actores ni en la claridad de los objetivos ni en la consistencia de sus condiciones”, añadió, tras repetir las consignas de oposición al exigir “la reestructuración equilibrada del Consejo Nacional Electoral y la garantía internacional de las elecciones presidenciales libres, justas, y confiables”.

 

Almagro, quien hizo mutis por el foro en la estafa electoral en Honduras, dijo que la meta final es la celebración de un sistema electoral nuevo que permita votar incluso a los venezolanos expatriados (dijo que hay una emigración de cuatro millones de venezolanos en los últimos años, aunque no especificó si fueron cuatro o cuarenta.

 

El ajuste salarial

 

Luis Vicente León, presidente de la consultora y encuestadora Datanálisis y generalmente guionista de la oposición, señaló que el aumento de 40% en el salario mínimo dispuesto a principio de año por Maduro es un analgésico clave para el dolor, pero no resuelve para nada la enfermedad que lo origina” y resulta poco eficientes sin aplicar un modelo de ajuste, abrir mercados, liberar cambio, estimular producción privada, obtener recursos frescos y rescatar confianza. “Esto será un perro mordiéndose la cola”, destacó.

 

Para León no tiene sentido plantear una batalla contra los aumentos salariales, que además estarán rezagados frente al resto de los costos de producción, y las empresas, igual que las personas, vivirán un proceso dramático de cambio en su accionar diario para surfear la hiperinflación, buscando ajustes permanentes de sus ingresos y eso incluye ajustes de precios en empresas y ajustes salariales en trabajadores.

 

La corrupción

 

En realidad, en Venezuela muchos de quienes acusan a otros de corrupción terminan siendo delincuentes ellos mismos, porque si se acusa a alguien de corrupto sin presentar ninguna prueba ni consignar la denuncia por ante los órganos competentes, se es al menos una de dos cosas: o un difamador, lo cual es un delito en casi todas las legislaciones del mundo, o un encubridor, que también es forma de delinquir”, analiza Néstor Francia.

 

Elías Jaua se refirió también a intento del actual gobierno de hacer recaer las culpas de la grave crisis en el gobierno del presidente Hugo Chávez: “Nos duele Chávez, nos duele que algunos quieran usarlo como bandera para cubrirse con él y no para alzarla en la batalla por la honestidad, por el poder popular, por la democracia revolucionaria, por la dignidad nacional. (…) Nadie por más cercano que ha estado de él puede apropiárselo y mucho menos para propósitos innobles”.

 

“Es un acto de traición a la confianza que depositó Chávez en algunos dirigentes, salir a decir que tal cosa se hizo porque Chávez me lo ordenó en privado. Sobre todo es deshonesto, porque lamentablemente no está vivo para verificar o desmentir tal historia. Respetemos la estatura moral de Chávez, que en vida siempre supo asumir sus responsabilidades”, añadió.

 

Apocalipsis surrealista

 

Para Ricardo Haussman, exministro neoliberal de Carlos Andrés Pérez y funcionario de organismos financieros multilaterales, una transición política negociada sigue siendo la opción preferida, pero la intervención militar de una coalición de fuerzas regionales puede ser la única manera de terminar una hambruna artificial en peligro millones de vidas, en un claro llamamiento a la intervención extranjera.

 

El canciller del gobierno de facto de Brasil, Aloysio Nunes, le respondió y señaló que la idea de una hipotética intervención militar internacional en Venezuela para solucionar la crisis del país es “puro y simplemente delirio”. “Ni el surrealismo más delirante podría imaginar que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, con Rusia y China aprobase una acción de esta naturaleza”, dijo

 

Haussman señala que muchos observadores externos creen que a medida que empeora la economía, el gobierno va a perder el poder, pero la oposición política organizada es más débil de lo que era en julio, a pesar del apoyo diplomático internacional masivo. El mejor escenario sería elecciones libres y justas para elegir un nuevo gobierno, que se está buscado en las conversaciones que tienen lugar en la República Dominicana. “Pero desafía la credulidad pensar que un régimen dispuesto a morir de hambre millones de personas a permanecer en el poder daría ese poder en elecciones libres”, señala desde Cambridge.

 

Indica que un golpe militar interno es menos apetecible para muchos políticos democráticos, porque temen que los soldados no podrán regresar a sus cuarteles después. “Esto nos deja con una intervención militar internacional, una solución que asusta a la mayoría de los gobiernos latinoamericanos, debido a un historial de las acciones agresivas contra sus intereses soberanos, sobre todo en México y América Central. Pero estos pueden ser las analogías históricas equivocadas”, insiste.

 

Colofón

 

El 2018 ya está en marcha. De manera más o menos uniforme el ambiente político vive el duelo de la muerte del realismo mágico en el que venía viviendo el país, dice Ana Cristina Bracho.

 

Álvaro Verzi Rangel

Sociólogo venezolano, codirector del Observatorio en Comunicación y Democracia, analista del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

 

https://www.alainet.org/es/articulo/190206?language=es
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