La objetividad y el análisis, nuestras mejores armas para conocer la verdad

14/11/2017
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Es evidente que la Revolución Cubana tiene un poderoso enemigo, el gobierno de Estados Unidos.

 

Ese enemigo, desde que surgió la Revolución, ha estado tratando de destruirla. En función de ese objetivo establecieron el bloqueo económico comercial y financiero, organizaron la fallida invasión por Bahía de Cochinos, han realizado contra nuestra patria innumerables actos de terrorismo, sabotaje, introducción de plagas y enfermedades, ejercicios militares intimidatorios, actividades de subversión político ideológica y toda otra serie de acciones que siempre han chocado contra la fortaleza y determinación de nuestro pueblo de luchar por su soberanía e independencia.

 

Todos los que han sido presidente de Estados Unidos, desde Eisenhower hasta Trump han desarrollado su estilo en la lucha contra Cuba. Ninguno es excluible.

 

Algunos de estos enemigos consideraron que las leyes Torricelli y la Helms Burton solucionarían el problema, otros pensaron que la presencia oficial estadounidense en la Habana ayudaría a debilitar las bases de la Revolución e introducir la subversión político ideológico, por eso se abrieron la Oficina de Intereses primero y la Embajada en años posteriores. Algunos estimaron que la vía más adecuada para cumplir el objetivo y lograr un cambio de régimen en la isla era la hostilidad, la agresión y el recrudecimiento de las contradicciones entre ambos países. Actualmente las ideas relacionadas con la política hacia Cuba pueden incluirse en estas últimas. Todas esas políticas fracasaron y fracasarán.

 

Para Cuba es importante tener siempre una imagen objetiva de lo que puede esperar de su vecino del norte, lo que permitirá a nuestro gobierno analizar adecuadamente el asunto para prepararse y tomar las medidas adecuadas que se requieran en cada caso.

 

En la contienda interna por el poder en Estados Unidos, diariamente se utilizan elementos que van dirigidos a erosionar la imagen de la facción contraria y en especial del que representa la misma, ya sea el presidente o algún político que pudiera considerarse representando los intereses contrarios a este. Lo importante a tener en mente, es que ambas facciones, llámense demócratas o republicanos, pertenecen a un solo partido que es el defensor de los intereses de la clase dominante, el establishment. Ninguno de estas dos facciones defiende los intereses de la mayoría del pueblo, de los trabajadores, de los negros, de las mujeres, de los desempleados.

 

Los acontecimientos desarrollados después del triunfo electoral de Donald Trump, obtenido de acuerdo a un sistema electoral totalmente arcaico, pero que asegura el poder al establishment, nos muestran que existen fisuras dentro de la clase dominante estadounidense, debido a intereses económicos antagónicos de distintos sectores, lo cual ha sido uno de los principales problemas que han originado la mayoría de las dificultades enfrentadas por la administración Trump desde que asumió el gobierno.

 

Dentro de las acciones dirigidas a erosionar al equipo de Trump han estado las encuestas que supuestamente se han realizado para determinar con que apoyo cuenta su administración. Aquí repetiré lo que he dicho varias veces, que no tomo esas encuestas realizadas en Estados Unidos como un trabajo profesional y serio, que la encuesta refleja opinión, pero se realiza para crear opinión, que siempre sale beneficiado en la encuesta el que paga la misma y que estas son manipulables, acorde a la forma en que se confeccione la muestra que será utilizada.

 

El dar publicidad a los resultados de estas encuestas implica que estamos divulgando y reproduciendo un instrumento que alguien está utilizando para tratar de lograr un efecto. Pudiéramos poner como ejemplo las que se han realizado sobre la popularidad de Trump y el apoyo que recibe en un momento determinado de la población estadounidense.

 

En el mes de julio de este año, (17/7/2017) una encuesta del diario The Washington Post y la cadena ABC, planteaba que la popularidad de Trump había disminuido al 36 por ciento. En noviembre del 2016, de los que se presentaron a votar, 62,9 millones de estadounidenses votaron por Trump, lo que representa el 27 por ciento de los votantes. La comparación de estos datos nos dice que en noviembre del 2016 su popularidad era del 27 por ciento, acorde a la encuesta, en julio del 2017 su popularidad era del 36 por ciento, por lo que no había disminuido como se plantea en el artículo, sino aumentado en un 9 por ciento.

 

El 7 de noviembre del 2017, en un artículo de Andrés Hernández Alende para Amazon, se cita otra encuesta, también del Washington Post y ABC, que plantea el 59 por ciento de la población desaprueba el trabajo de Trump, lo cual significa que el 41 por ciento lo aprueba. Si en julio tenía la aprobación del 36 por ciento, nuevamente ha aumentado su popularidad, en este caso en un 5 por ciento.

 

¿Podemos confiar en estos resultados?

 

Nuestro deseo pudiera ser que Trump abandonara la presidencia de Estados Unidos lo antes posible. Nadie puede asegurarnos quién será el que lo sustituya y como llevará a cabo sus actividades en la Casa Blanca.

 

Aparte del deseo, lo realmente importante es hacer una evaluación objetiva sobre la posibilidad de que Trump abandone la Casa Blanca dentro de algunos meses, cuando termine su período presidencial, o de las que pudiera tener de ganar las próximas elecciones, las del 2020 y cumplir un segundo período como presidente. Los tres escenarios son diferentes y resulta importante prepararse para el que tenga las mayores posibilidades de ser real.

 

En las elecciones del 2018, Donald Trump quiere consolidar su administración. Su planes son de sustituir Congresistas republicanos que se han opuesto a sus iniciativas legislativas por otros que las apoyen y ganar los cargos de algunos demócratas. Esto le daría lo necesario para poder asegura la promulgación de leyes sin las dificultades que ha enfrentado durante su primer año presidencial y desarrollar sus planes prácticamente sin oposición. Esto también requiere un análisis objetivo.

 

No podemos pasar por alto algunos indicadores relacionados con la economía estadounidense que consideramos se reflejarán en el resultado de las elecciones.

 

Uno de esos factores es el desempleo, declarado oficialmente en el 4.1 por ciento, el menor en los últimos años.

 

Regularmente, el que no tiene empleo, vota de forma tal, con el propósito de cambiar la situación y obtener empleo. El que ya tiene empleo no quiere cambios que lo pongan en peligro.

 

El presupuesto puede utilizarse para crear empleos, eso fue uno de los éxitos de Roosevelt, gastar dinero en edificios, parques, carreteras, túneles, que le garantizó poder adquisitivo a una parte de la población, lo que se convirtió en demanda para el mercado y estimuló el desarrollo de otras ramas de la economía del país. El muro es una de esas obras que no producen mercancía y suministra empleos.

 

La ley de impuestos, que se encuentra en estos momentos en el Congreso, seguramente tendrá sus modificaciones antes de ser aprobada, pero dentro de lo propuesto se plantean disminuciones a los grandes capitales, con la intención de que inviertan en la economía y también a la clase media y trabajadores, estos últimos para que conviertan en demanda una parte de lo que pagaban de impuesto. Habrá que ver cómo queda esta ley, pero con estas intenciones se propuso.

 

El presupuesto de Defensa se ha confeccionado con la idea de mantener el nivel de empleo, tanto en las fuerzas armadas como en el Complejo Militar Industrial. Si a esto le sumamos los 30,000 millones de dólares solicitados en diez años para la modernización del arsenal nuclear estadounidense, puede comprenderse que la facción republicana cercana a Trump incrementará sus ganancias y poder en todas las esferas del gobierno.

 

Quedan muchos otros indicadores y situaciones que deben tomarse en consideración si quisiéramos tener una idea del verdadero apoyo que pudiera tener la administración Trump en las elecciones del 2018 y de acuerdo al resultado de estas, en las del 2020.

 

Para prepararnos adecuadamente, lo importante no es nuestro deseo, sino llegar a encontrar la realidad objetiva.

 

10 de noviembre del 2011

 

- Dr. Néstor García Iturbe es editor del boletín electrónico El Heraldo (Cuba)

sarahnes@cubarte.cult.cu

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/189215
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