Puerto Rico: naufragio y nueva crisis

13/11/2017
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San Juan, 13 de noviembre de 2017 (NCM) – El capitán británico Lawrence Potter, que murió cuando su barco MV Ferrel naufragó al sur de la isla puertorriqueña de Vieques y fue la primera víctima en Puerto Rico del huracán María, no había aparecido en la lista oficial de muertos de este país a casi dos meses del azote del ciclón, que devastó varias islas del Caribe.

 

El cuerpo de Potter al parecer fue recuperado 35 días después por buzos de la Policía de Puerto Rico, que lo sacaron del interior del barco hundido, pero fue marcado como “John Doe” (alguien desconocido), a pesar de tratarse de un marino famoso de las Islas Vírgenes Británicas.

 

La aparente ignorancia contumaz de las autoridades de Estados Unidos y Puerto Rico para honrar a Potter, quien se ha dicho intentaba cumplir una misión humanitaria de socorro cuando lo atrapó el huracán, muestra el golpe profundo social, económico y político que ha sufrido esta pequeña nación isleña y colonia estadounidense desde finales del siglo XIX. El desgarre es de tal nivel, que se ha hecho trizas la solidaridad interna entre las jefaturas del oficialismo anexionista y fuentes del propio Palacio de Santa Catalina, dan nombres de figuras importantes del anexionismo a las que le atribuyen estar demasiado cerca de la corrupción.

 

El problema se agrava porque en el Congreso de EEUU se está evaluando la cuantía de un conjunto de medidas para asignar fondos de recuperación, que podría rondar los 25.000 millones de dólares. Una fuente usualmente bien enterada de las intrigas del Palacio, dijo que la lucha es fuerte en lo tocante a quién controlará esos fondos y aseguró que en la Oficina del Gobernador, Ricardo Rosselló, hay objeción a que puedan terminar haciéndose cargo la Junta de Control presidida por el empresario José Carrión III, el ex gobernador Luis Fortuño y el ex comisionado residente Jaime Pierluisi, a quienes se atribuyen intereses económicos.

 

La lucha intestina en la jefatura del gobernante Partido Nuevo Progresista no se limita a lo mencionado, sino que retumban las denuncias de la delegada sin voto de Puerto Rico ante el Congreso, Jennifer González, contra el cabildero del Gobernador Manny Ortiz. De igual forma, el influyente abogado Elías Sánchez –muy vinculado a Rosselló- ha tenido que acudir a medios noticiosos a advertir que tomará medidas legales contra los que le difaman.

 

Ese ambiente se produce en un país con la economía en el piso, sin energía eléctrica para la mayoría de la población y donde grupos de base comienzan a organizar protestas, como la de la semana pasada, cuando una veintena de líderes de la Federación de Maestros fueron arrestados por haber tomado el vestíbulo de la oficina de la Secretaria de Educación como parte de la lucha para evitar la privatización de las escuelas.

 

En ese marco y aunque fuera la primera víctima fatal, el caso de Potter viene a ser uno más en relación al huracán y su secuela, del que la lista oficial tiene apenas 55 personas, a pesar de que la estadística de fallecimientos se disparó 30 puntos porcentuales por encima de lo normal luego de María. Hay hasta relatos de fuentes gubernamentales sobre hallazgos de cadáveres en bosques que sencillamente fueron echados en bolsas y se dispuso de ellos sin más.

 

Pero las rarezas del caso siguen alzadas como golpeando con su aguijón.

 

Potter, de 56 años y vasta experiencia navegando por entre las pequeñas islas del noreste del Caribe, zarpó con su esposa, de 48 años, y sus dos hijos, de 12 años, desde la isla de Tortola –donde estaba establecido como empresario- el 19 de septiembre, justo cuando llegaba el huracán. Iba al mando de su barco Ferrel, un antiguo barco de investigación científica de la Administración Nacional de Océanos y Atmósfera (NOAA) de EEUU, con lo que comenzó la cadena de misterios.

 

Decomisado en 2002, el barco fue entregado a la All Star Metals, que lo vendió a la Reservoir Geophysical Corporation de Texas y Alton Warren, de esa última empresa, lo vendió a Potter por medio millón de dólares. Pero Warren dijo al periódico londinense The Times, que no entendía cómo Potter pudo haber zarpado con su esposa y dos niños cuando esa nave requiere una tripulación de al menos seis marineros para poder maniobrarla.

 

“Calculo que los tripulantes abandonaron el barco cuando vieron la mar embravecida o que ocurrió algo peor”, dijo Warren.

 

A todo eso, en la isla de Tortola había mil infantes de marina de Su Majestad, barcos y aeronaves en misión de socorro y restablecer el orden, pues durante el huracán Irma se habían fugado 40 presos considerados peligrosos.

 

Casi a la medianoche de ese día 19, se recibió el S.O.S. del Ferrel y al otro día, en una operación en la que participaron por el bando británico el RFA Mount Bay y por EEUU el U.S.S. Kearsarge, un helicóptero británico recogió del casco virado a la mujer y los dos niños mientras se filmaba todo desde un helicóptero de la guardia costanera estadounidense. El Ferrel se encontraba a menos de 200 metros de una playa del abandonado campo de bombardeo de Vieques.

 

Se ha dicho que la ruta original era de Tortola a Santa Lucía, sin que hayan mayores detalles. Muchos medios noticiosos internacionales contaron el relato del rescate, pero no se han localizado entrevistas a la viuda, ni explicaciones de qué fue lo que ocurrió.

 

“Estábamos preocupados”, dijo el contra almirante estadounidense Peter Brown, quien agregó que “no preguntamos sus nombres, ni tampoco les preguntamos qué estaban haciendo por allí”.

 

La British Virgin Island Community Board emitió una declaración en la que consignó “con gran pesar, que la MV Ferrel naufragó durante el huracán María mientras llevaba suministros a las islas. La Comunidad expresa sus condolencias sinceras a la familia del Capitán Lawrence Potter”.

 

Sin embargo, en Puerto Rico, escenario del final de la historia, la actitud parece de no sé, ni quiero saber.

 

 

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/189189?language=es
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