Víctor Hugo Morales: “Hombres que luchan toda la vida”
- Opinión
Salvo algunas voces atragantadas de odio, existe un consenso muy extendido de afecto sincero y respeto por la obra crítica, valiente e infatigable, del uruguayo enorme Víctor Hugo Morales. Su obra crítica al imperio mediático que infesta a los argentinos con ideología chatarra, tiene la columna vertebral de una estirpe humana y profesional que no abunda (por desgracia) pero que en su unicidad brilla cargada de mesura, inteligencia y puntería. No pierde el paso, no pierde el tiempo y no pierde palabras. Una lucha incesante, necesaria y muy poco valorada. Merece mucho más.
Nunca es fácil hablar de la obra viva de un hombre vivo, sin el peligro de parecer lisonjero o salamero. Pero es necesario correr el riesgo poniendo puntos sobre las “íes” porque se trata de contribuir a hacer visible una lucha abierta y transparente que es necesidad histórica y herramienta de combate. Víctor Hugo Morales es sin dudarlo, el referente más claro de la lucha contra el monopolio del Grupo Clarín en Argentina y todo lo que eso conlleva a la hora de ver, a fondo, sus nexos con la dictadura de Videla, su historia ensangrentada, cómplice de horrores y su presencia nefasta en todo episodio antidemocrático. Verbigracia el auto-confesado “Periodismo de Guerra”.[1]
Morales es autor de una obra crítica, minuciosamente esculpida, en el fragor de su batallar que, en primera persona, ha desplegado una caballeresca de integridad y claridad fraguadas a la vista de todos y con el aplauso de muchos. Por eso es capaz de mirar como mira, con la frente alta y con la palabra ronca y profunda. Por eso, a galope tendido, editorializa diariamente su profesión de combate en las entrañas mismas de la nervadura mediática que se le pone a modo. Por eso “vela armas” de conceptos y se calza la armadura periodística que lo distingue cuando editorializa apasionadamente, y sin cansar el brazo que blande espadas contra el monstruo de mil cabezas que hoy depreda y abruma al pueblo argentino con los tufos fétidos del monopolio blindaje de mafias. No se trata de un “Quijote” iluso, de un aventurero solitario, de un héroe individualista. Se trata de un militante de la verdad que bebe las fuerzas nuevas de su lucha diaria en odres viejos. Eso lo hace más actual y más vigente.
Aunque sus armas de combate incluyen la producción de varios libros[2], escritos con la inveterada dulzura del rigor argumental y lógico, tan poco frecuentes en nuestros tiempos, la fuerza de su palabra en vivo tiene el carácter del torbellino que amasa fuerza según avanza y no deja calamidad en pie gracias al método de la claridad y la profundar en bien de todos. Por eso uno se fortalece cuando lo escucha. Por eso tirios y troyanos reconocen en sus años de lucha, y en la calidad de esa lucha, un baluarte indispensable en el panorama de la crítica inteligente que se pone al alcance de todos para que nos sirva a todos en la misma batalla a la que Morales nos invita y reclama. Diariamente.
Él es uno de esos casos magníficos que nadie puede reclamarse como hijo ni como discípulo. Es uno de esos guerreros indispensables que se toma el tiempo y el rigor para hacer saber a todos su generosidad en los matices, en las inflexiones, en los detalles… que no son sólo riqueza sólo de vocabulario, ni orfebrería de sintaxis, sino comprensión honda del tipo de batalla que se libra, contra quién se libra y lo que se pretende de ella. Es un gran guerrero experto en las artes de la esgrima verbal, pero mucho más que eso, es un hombre culto en plena batalla que sabe poner al servicio de la lucha su arsenal de conocimiento, su artillería de conceptos y sus trincheras de combate. Y eso se agradece mucho.
Para todo eso se juega el pellejo y paga los costos con particular aplomo y sabiduría. Vende sus libros y se toma revancha en cada cabeza que se abre y reconoce la importancia de las luchas en un país donde batallas así deberían haberse multiplicado por cientos, hace tiempo. Se juega la vida porque le pone lo necesario a lo que afirma. Nombres, datos, cifras… nada lo arredra si se trata de dar un paso más en un terreno escarpado y tapizado de emboscadas criminales. Su lucha no es un torneo de bádminton. Es una pelea seria y seca contra un monopolio y sus adláteres famosos, no por ser grandes personas auto-críticas y generosas, sino por ser cómplices de un negociado que ha pasado por encima de vidas, generaciones, gobiernos y luchas sociales. Así de macabro.
Pero de nada sirve focalizar la lucha como lo hace Víctor Hugo Morales sin apuntar, también, contra el modo de producción económica e ideológica que le da soporte y sustento a la maquinaria del “Grupo Clarín”. Y eso lo asume Morales que, una y otra vez, también explicita la crítica y la denuncia contra el capitalismo y su expresión vernácula de neoliberalismo colonial y latifundista. Y es que su batalla no es sólo contra la irracionalidad consustancial a la existencia de monopolios mediáticos, con sus desfachateces delincuenciales barnizadas con impudicia e impunidad seriales. Morales entiende que esa batalla le ofrece una plataforma desde donde ve con claridad el repertorio complejo de los temas que el monopolio tiñe con su poder de infiltración objetiva y con su poder para fabricar falacias y servidumbres mediáticas. La ideología de la clase dominante redactada (usando comunicadores serviles) por sus propios dueños.
Sin ser un “lobo estepario”, sin ser un “Quijote”, sin ser un ariete solitario, Víctor Hugo Morales encuentra siempre la menara de hacerse parte de todas las luchas que están en marcha en un país golpeado inclementemente por las operaciones mediáticas burguesas y por sus laboratorios de guerra psicológica. Ahí donde los trabajadores emprenden luchas cruciales Morales encuentra el modo de hacerse parte de la lucha con aporte comunicacional que hoy es indispensable en toda batalla. Ahí donde le asiste la razón al débil, donde hay que reivindicar a las víctimas, donde haya que dignificar algo que pasa invisible y no debiera… Víctor Hugo Morales olfatea su lugar y su modo de ser aporte sin convertirse en la “estrella” y semejante ubicuidad, de lucha insuflada de modestia y pertinencia, es un valor que en la Guerra Mediática sabe a gloria y se convierte en entrañable. Eso, precisamente es esa lucha, eso es, exactamente, ese guerrero. Entrañable.
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@FBUENABAD
[1] Tal como lo reconoció el editor del “Grupo Clarín”, Julio Blanck: https://www.laizquierdadiario.
[2] _Papel Prensa, el grupo de tareas. Medios, jueces y militares en la mayor estafa del país __Víctor Hugo Morales_ [1]_ _ISBN: 978-987-684-275-4 https://www.victorhugomorales.
Fernando Buen Abad Domínguez
Rebelión/Instituto de Cultura y Comunicación UNLa
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