El Cóndor planea de nuevo sobre la América Latina. Y tiene la semblanza de Temer, el golpista corrupto que está liquidando el Brasil y la soberanía nacional. En noviembre iniciarán en la Amazonía maniobras conjuntas entre las fuerzas armadas brasileñas, las de Colombia y Perú y las de Estados Unidos. Maniobras militares disfrazadas de “ejercicios humanitarios”, que son preludio de la instalación de bases militares norteamericanas en la Amazonía, ya concedida por el Perú de Kuczynski (el banquero por quien Latinoamérica es el “perrito simpático” de los Estados Unidos). Mientras tanto, Temer ha decidido ceder al patrón norteamericano la base militar espacial de Alcántara, en el Estado de Maranhao. Una base estratégica cercana al Ecuador.

 En el 2000, el gobierno brasileño ha firmado un acuerdo para que el Pentágono asumiera el control completo de Alcántara. La base habría tenido estatuto de extraterritorialidad, sin alguna posibilidad de intervención por parte del gobierno brasileño. En el 2003, con la victoria de Lula da Silva, el proyecto ha sido retirado por la ausencia de “reciprocidad”, ya que las autoridades brasileñas no habrían tenido acceso al área.

Pero ahora Temer, que ha tumbado ilegalmente a la presidenta Dilma Rousseff en agosto del 2016, ha firmado el acuerdo, que se convertirá en ejecutivo antes de las presidenciales del 2018. Para Dilma Rousseff, se trata de un paso más hacia el acorralamiento de Venezuela: para desestabilizarla y meter las manos sobre los inmensos recursos, que el chavismo destina principalmente a fines sociales (más del 70% de los beneficios).

 Pero toda América Latina está en alerta, desde cuando Trump ha despachado viejos demonios, los que se han presentado en el continente: en la Argentina de Macri, en el Brasil de Temer pero también en Nicaragua bajo forma de Nica ACT, en Ecuador con el regreso del Fondo Monetario Internacional, en Bolivia con las manifestaciones piloteadas contra Morales y, sobre todo en la Venezuela Bolivariana, donde el 15 de octubre se desarrollarán las regionales.

 Traducción de Gabriela Pereira