¿Qué está pasando en el continente? Algunas claves (II)

06/09/2017
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Un primer elemento que debemos considerar para tratar de explicar este “retroceso” y que nos ayudará a entender lo que estamos pasando es la crisis económica del capitalismo a nivel mundial. Crisis económica que fue el detonante de la emergencia de los gobiernos revolucionarios y progresistas y de los movimientos sociales en toda la América del Sur y el Caribe en los años 98, 99, 2000 y 2001.

Importante es recordar que vino una crisis que restó la capacidad de gestión económica, que desinfló las ilusiones de cambio y de bienestar que habían ofertado los gobiernos neoliberales durante la década de los 80 y 90 del siglo pasado.

Sin duda que esta crisis creó un vacío político que debilitó las creencias dominantes de bienestar y de progreso, las ilusiones en base a la privatización del mundo y a la globalización y ese debilitamiento producido por una crisis económica fue lo que hizo que emergieran los movimientos sociales, las movilizaciones, los sindicatos, los barrios movilizados para plantearse un nuevo discurso y nuevas narrativas.

Algo parecido está pasando en estos momentos, pero en otras circunstancias. Los precios de los productos, productos de exportación, materias primas, tuvieron una drástica caída.

El petróleo, que en el año 2014 se vendía a 100 dólares, en 2015 pasó a venderse en 25. Actualmente se ha estabilizado entre los 45 a 50 dólares, pero este detalle significó una caída de los ingresos en más de un 70% en países como Ecuador, Brasil y Venezuela muy drástica y dura.

La caída de los precios del petróleo hace que la economía mundial se contraiga. A mayor dinámica de la economía mundial, jalada por China, por la India, mayor consumo de combustibles e incremento de los precios del petróleo. Cuando el precio del petróleo cae, significa que la economía mundial se ralentiza, ya que China, India, algunos países asiáticos y europeos ralentizan su propia economía y por lo tanto se reduce la capacidad de gasto, y al reducirse la capacidad de gasto, se reduce la capacidad de compra. En el caso venezolano, este ha sido uno de los elementos que se ha traducido en la merma de las importaciones de alimentos y medicinas, además del boicot y el bloqueo de las potencias mundiales. Es decir, una reducción de los volúmenes de exportación en esta crisis económica del capitalismo mundial.

Pero, aquí cabrían las siguientes preguntas: ¿Qué hicimos como gobierno para prepararnos para estas fluctuaciones económicas? ¿Qué se hizo para poder enfrentar estas crisis económicas?

Un gobierno que se precie de ser progresista y revolucionario tiene que tener la capacidad de prever y de planificar a mediano y largo plazo para poder soportar estas fluctuaciones transicionales.

Un gobierno debe tener la capacidad de prever que los ciclos y los flujos de los precios pueden afectar los ingresos de nuestros países.

Porque si no tenemos esa capacidad de prever, ponemos en riesgo la redistribución de la riqueza, la reducción de la pobreza y los logros y las conquistas sociales.

Debemos reconocer, autocríticamente, que no le dimos la importancia a la gestión económica que esta se merece.

Desde el punto de vista de la reflexión entre revolucionarios y revolucionarias, que nos hemos acostumbrado a estar siempre en la oposición, y que nos pasamos la vida en oposición y lucha, en las barricadas, en la resistencia, tomamos muy en cuenta el discurso, la movilización, la organización, las propuestas, el programa, la articulación, las propuestas movilizadoras de cara a la sociedad; pero cuando llegamos al gobierno, sin duda sigue importando la movilización y el discurso, pero adquiere importancia para un gobierno revolucionario y progresista la gestión económica.

Sin una buena gestión económica que garantice un ingreso mínimo en procesos crecientes de redistribución de la riqueza, pues la legitimidad de un gobierno revolucionario se pone en cuestionamiento.

Y esto es así, porque compañeros y compañeras con conciencia, organizadas y organizados, que salen a las marchas y dejan el pellejo por la revolución, que vota por la revolución; luego va a su casa a confrontar con la realidad de sus hijos e hijas, pagar el alquiler de su casa, planificar la educación de los chamos, la atención médica, es decir, la confrontación con la vida práctica, ya no con la vida heroica ni épica de la gran movilización sino con la vida continua, necesaria, con la cotidianidad. Ahí es en donde tiene que ponerse a prueba el gobierno revolucionario.

Sin duda que es importante y decisivo el tema de la gestión económica y el de la redistribución de la riqueza para un gobierno progresista y revolucionario.

Algunos reprodujeron las estructuras fundamentales de la economía cuando lo que se requiere en realidad es transformar sus estructuras fundamentales. Para garantizar procesos de igualdad y justicia internamente, pero a la vez procesos de blindaje a las fluctuaciones de la economía y de los precios internacionales de las materias primas.

Es distinto para un gobierno de derecha cuando reduce salarios porque le acompañan todos los medios de comunicación, y los organismos internacionales salen a justificar que “son parte de los ajustes necesarios para estabilizar el país”; pero cuando un gobierno revolucionario no puede incrementar salarios, tiene a toda la parafernalia de los medios internacionales en contra acusándolo de ineficiente, incapaz, derrochador. Esa es la adversidad que debemos remontar y estar preparados.

La economía será la fuente de legitimidad cotidiana de un gobierno revolucionario y es la principal tarea que debe asumir: Transformar la economía, garantizar mercado interno, ampliar procesos de producción y con él, ampliar procesos de distribución de la riqueza.

Juan Martorano

Abogado, activista por los Derechos Humanos, militante revolucionario y de la Red Nacional de Tuiter@s Socialistas

http://juanmartorano.blogspot.com

http://juanmartorano.wordpress.com

jmartoranoster@gmail.com

 @juanmartorano

 


 

https://www.alainet.org/es/articulo/187880?language=en

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