La filosofía, la educación y el rescate de los valores (V)

24/08/2017
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5ª parte    

                                

El repaso por las teorías filosóficas de la educación ha sido necesariamente breve. En la historia humana es una constante que pensadores se aboquen a tan importante tarea y construyan –como hemos visto- elementos filosóficos para soportar las tendencias de su época, o continuar procesos de avanzada que pretenden consolidar la vida en sociedad.

 

En casos excepcionales, que sobresalen y trascienden a su tiempo y circunstancias, diversos filósofos plantean principios que se apoyan en los valores que unen a los grupos humanos, sea cualesquiera su origen, mismos que impactan a través de los tiempos y son la constante para la construcción de un mundo en armonía, que crezca en la paz y la concordia universales. Es la educación el camino idóneo para que tal cosa ocurra.

 

Por ello se considera a la filosofía de la educación como el estudio de la expresión educativa en toda su extensión y profundidad, considerando agentes, procesos y escenarios donde se lleva a cabo el binomio enseñanza-aprendizaje o aprendizaje-enseñanza. Su propósito contiguo es la creación de un cuerpo de doctrina que posibilite a los profesionales de la educación el entendimiento del sentido y los alcances antropológicos y éticos de su tarea y en su base, perfeccionar la eficacia de las acciones prácticas.

 

La educación es la transmisión de conocimientos que se hace de una generación a otra, con la finalidad de preservar las representaciones individuales, colectivas y sociales de un grupo cultural. Es en la práctica el proceso de construcción de conocimiento, para hacer frente a demandas históricas de una sociedad. Al final es el ideario de un Estado para administrar lo que se debe enseñar y lo que se debe aprender por parte de los alumnos-estudiantes para formar ciudadanía. Por ello se afirma que funciona como instrumento ideológico del Estado, cuyo objetivo es auspiciar la guía de las clases sociales hegemónicas y dominantes.

 

Como política pública es el procedimiento para entrenamiento social y productivo que forma la mano de obra competente, eficaz para el servicio a las empresas transnacionales, en el caso de países –como la mayoría de los latinoamericanos y caribeños- infiltrados hasta la médula de su economía y vida social.

 

Una de sus principales consecuencias es que detona un proceso de proliferación ideológica que se transforma en hábito, mostrado en el terreno en que actúan campesinos y obreros y que les lleva a su desclasamiento.

 

Se constituye en una relación de fuerza y poder que persigue el control del cuerpo y el alma, a través de lo que hoy denominamos, gobernabilidad de los individuos.  

 

Cuando la educación responde a intereses populares, siguiendo las líneas filosóficas más acordes a las zonas en que se realiza, se transforma en un proceso de liberación de los individuos ante la opresión de los gobiernos, la dominación del gran capital y la explotación subyacente en el individuo y,  por lo mismo, en pueblos y comunidades.

 

Por eso, en la lucha social –fundamentalmente magisterial- se precisa que clase de educación deseamos para nuestra población. Por todos los rincones del Continente se busca superar la educación para formar individuos, no siempre en la libertad o para la paz, trastocándola positivamente en una educación para formar comunidades, agrupamientos humanos que se rijan por los valores esenciales que dieron vida a nuestros pueblos originarios y que se prolongan como meta en los siglos posteriores.

 

Tal empeño, desde el ángulo de la filosofía, tiene una evolución continua. Veamos la orientación liberal de la educación, así como sus raíces en Jean-Jacques Rousseau, quien afirmaba que la educación es un proceso que se realiza de acuerdo con el desarrollo natural del hombre. En su obra cumbre Emilio o la educación (1762) señala: “Asignad a los niños más libertad y menos imperio, dejadles hacer más por sí mismos y exigir menos de los demás”. Ver: http://www.uhu.es/cine.educacion/figuraspedagogia/0_juan_jacobo_rousseau.htm

 

Rousseau era un filósofo político, pero también pedagogo; su novela Emilio, mencionada, impulsa pensamientos filosóficos sobre la educación. La razón de la pedagogía  -que se funda en leyes psicológicas- es establecer en la infancia la libertad, a través de la actividad. Aprender por experiencia propia y no tanto por lo que le enseñen los demás. Importante clave de Rousseau es diferenciar a niños y adultos en cuanto a su aprendizaje. Hasta su época se educaba a los niños como si fueran adultos en pequeño (homúnculos).

 

Considera que la infancia tiene formas de ver, pensar, sentir que le son propias. Lo mismo ocurre con la adolescencia. Los maestros deben considerar esas diferencias, conocerlas y respetarlas. En la educación, el niño debe permanecer en su naturaleza de niño. De allí que la educación sea gradual. El educador esperará con serenidad la marcha natural de la educación e intervendrá lo menos posible en el proceso de formación. Por ello, la educación del niño debe comenzar desde su nacimiento impidiendo la adquisición de hábitos que le hagan esclavo de ellos.

 

La educación religiosa, no debe ser confesional. ´Esta no debe realizarse en la infancia, sino en la “edad de la razón”. En su texto "El Emilio", atacó al sistema educativo de su época, insistiendo que los niños deben ser educados a través de sus intereses y no por la rigurosa disciplina. La educación es la empresa de formar un ser humano. Va de la infancia al final de la adolescencia. De 0 a 2 años con la madre (que no contraiga hábitos, por artificiales); la niñez de 2 a 12 años (segunda etapa) protegerlos de influencias malignas y extrañas, en vez de enseñarles cosas para las que no están preparados. “No enseñar la virtud y la verdad sino a preservar de vicios el corazón y de errores el ánimo”.

 

La tercera etapa corresponde a la primera adolescencia (12 a 15 años). El niño tiene la mente abierta y dispuesta a explorar el ambiente en el que vive, aquí interviene la técnica del “descubrimiento” y de la “resolución de problemas”. 

 

La cuarta etapa es la adolescencia, entre 15 y 20 años. Los contenidos que recibirá serán: Historia, Literatura, Artes, Estudios Sociales y Políticos. Para completar su estudio deberá hacer un viaje por Europa, (usual en esa época). Después de ese proceso educativo, el joven estará listo para entrar a la sociedad, enfrentarla y salir adelante en sus pretensiones de vida. (Continuará)

 

Puebla, Pue. 9-agosto-2017

 

V_barcelo@hotmail.com  

 

https://www.alainet.org/es/articulo/187617
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