Bolivia: hegemonía y reacomodo estratégico
- Análisis
Los retrocesos políticos y económicos internos en Brasil y Argentina, la parálisis de los procesos de la integración latinoamericana emancipadora y las enérgicas operaciones del imperialismo y de las oligarquías locales hacia la recuperación de iniciativas conservadoras y neoliberales impulsan a la toma de decisiones en la perspectiva del reacomodo estratégico de las fuerzas políticas y sociales a nivel nacional y regional y, en el caso boliviano, a replantear y profundizar las perspectivas nacional-populares que han tenido éxito histórico durante los últimos once años del gobierno de Evo Morales Ayma.
Es precisamente en esta coyuntura, tomando en cuenta los reiterados triunfos electorales del Movimiento Al Socialismo (MAS) a lo largo de estos años y los resultados negativos del referendo del 21 de febrero de 2016, que corresponde poner en cuestión la estrategia de apostar solamente a la democracia liberal representativa y las elecciones dejando de lado aspectos centrales vinculados a la construcción de una hegemonía sostenida y de largo aliento en términos de la concepción estratégica de un socialismo nacional latinoamericano de base comunitaria y participativa.
Se trata de profundizar la democracia de autodeterminación nacional con la ampliación de la democracia hacia los ámbitos político, económico, social y cultural que tenga profundos signos populares y antiimperialistas, lo cual significa avanzar en la consolidación del programa de soberanía plena establecido en la Agenda Patriótica 2025 que se encarne, mediante el debate ideológico y político, en todos los sectores del pueblo, en particular en las nuevas generaciones.
Profundizar la revolución antiimperialista
Los pasos iniciales de la nacionalización de recursos naturales y recuperación de las empresas estatales, la redistribución de los excedentes conseguidos, la aprobación de una nueva Constitución Política, los avances industrializadores, la ampliación del mercado interno, la integración vial y territorial y el fortalecimiento del capitalismo de Estado deben profundizarse con la directa participación de los sectores y clases nacionales y antiimperialistas a través del debate, la organización y la politización de los movimientos populares que pertenecen a la Central Obrera Boliviana (COB), a la Coordinadora Nacional por el Cambio (CONALCAM), al MAS y a otros sectores del campo nacional y popular.
Las interrogantes que han surgido en torno al futuro de los proyectos revolucionarios, nacionalistas y antiimperialistas se han presentado de distinta manera: por una parte se considera que ha llegado el fin de los procesos revolucionarios nacionalistas y antiimperialistas de los primeros lustros del siglo por la caída de los precios de las materias primas y sus limitaciones políticas; por otra se señala que se han agotado los procesos reformistas debido a que los ciudadanos electores buscan otras opciones ante el fracaso de los procesos económicos y políticos, y finalmente se advierte que se trata de un momento de rearticulación de fuerzas y tensiones que permitirán profundizar los cambios y retomar las iniciativas de integración regional.
Tomando en cuenta el atraso en la industrialización del gas -más allá del avance en las plantas de separación de líquidos y de fertilizantes-, del litio, del hierro y de otras materias primas; la debilidad de la economía campesina que impulse una agricultura destinada al mercado interno para conseguir la autosuficiencia y soberanía alimentaria; el lento avance de los proyectos hidroeléctricos que permitirán no solamente prever la autosuficiencia de energía sino la posibilidad de la exportación; y la existencia de una burocracia alejada de las demandas sociales y proclive a desarrollar prácticas corruptas, corresponde ahora acelerar tareas orientadas a radicalizar el proceso.
Avances realizados y tareas urgentes
En lo inmediato está la necesidad de convocar a un gran pacto nacional antiimperialista con el protagonismo de las fuerzas sociales y políticas a través de la participación directa y el control social sobre las decisiones fundamentales de la Agenda Patriótica 2025; la apertura de una democracia deliberativa desarrollando el debate sobre el horizonte político y económico del país a través de los mecanismo participativos territoriales y funcionales; la implementación institucional de la postulación de Evo Morales a las próximas elecciones por la vía de la consulta popular; y el desafío a la oposición conservadora, a la de los medios de comunicación empresariales y a sus analistas para debatir el destino de Bolivia.
A sabiendas de que el gobierno ha golpeado fuertemente a la corrupción en YPFB con la detención de sus principales ejecutivos, en el Fondo Indígena con el procesamiento y prisión de ministras, parlamentarios y dirigentes sociales o con la ejecución de boletas de garantía de empresas que incumplen sus contratos, las campañas mediáticas opositoras pretenden posicionar este tema como insalvable. Más aún, el gobierno ha desarrollado en los últimos meses un importante esquema de vigilancia, control y denuncia de hechos de corrupción con oficinas de transparencia directamente vinculados a la presidencia del Estado para imponer una revolución moral.
También se ha conseguido desenmascarar las millonarias operaciones ideológicas a través de redes mediáticas y virtuales denunciando al “cartel de la mentira” constituido por corporaciones empresariales de televisión, prensa escrita, agencias de noticias, redes en internet y emisoras de radio que, en sintonía con los aparatos imperialistas de la embajada de Estados Unidos, han desarrollado campañas de desprestigio y rumores buscando desacreditar a las autoridades y al gobierno. Corresponde por tanto potenciar las vías de información directa al pueblo con los medios estatales, comunitarios, sindicales y alternativos para establecer debates abiertos y públicos.
Lucha política e ideológica
La lucha ideológica y política pasa por desarrollar campañas amplias destinadas a llegar a todas las regiones del país, a los sectores medios de la población que han conseguido una mejoría sustancial en su nivel de vida y a todos los jóvenes, en especial a los del campo popular, para realizar el esclarecimiento histórico y actual del proceso boliviano. Asimismo, corresponde enfrentar a los núcleos académicos, periodísticos e intelectuales que generan y repercuten las líneas de acción del discurso de la democracia y la economía neoliberal y conservadora y de la desestabilización sobre América Latina y el Caribe de las cadenas CNN, OGlobo y Clarin, entre otros, como lo hicieron en los casos de Brasil y Argentina y hoy lo hacen con Venezuela.
En esta perspectiva la articulación de la agenda de la rebelión de octubre de 2003 con la agenda patriótica 2025 implica un efectivo control estatal y social sobre los recursos naturales con una participación mayor sobre los excedentes de la explotación del gas, con la industrialización del país, con la nacionalización de la minería, con la fiscalización de la banca privada, con la reversión de tierras del latifundio para ponerlas en manos de los campesinos y con el protagonismo del pueblo en las decisiones con el objetivo de profundizar el proceso de liberación nacional y la revolución antiimperialista abriendo una nueva fase de ascenso social y político.
Eduardo Paz Rada
Sociólogo boliviano y docente de la UMSA. Escribe en publicaciones de Bolivia y América Latina.
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