Diálogo cultural: ¡a entender la cultura!

27/06/2017
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Análisis
cultura_tres_small.jpg
Foto: Archivo ALAI
-A +A

El tema de la cultura tiene un enorme retraso en Ecuador. Después de Benjamín Carrión no ha habido aportes significativos en el campo del diálogo cultural. Las autoridades de cultura de turno han tenido muy buena voluntad, pero limitada información alrededor de contextos y conceptos, en los cuales se maneja el término cultura. Las rutas trazadas proceden de esquemas personales, suponiendo que la incursión en el mundo de las letras o artes y los conocimientos de “lo nacional” son suficientes para trazar políticas culturales, aprobar proyectos, presentar espectáculos, publicar libros, convocar a concursos.

 

En Ecuador, la cultura es estudiada por las ciencias sociales. En especial, la Antropología la tiene como objeto central de estudio. Desde esta ciencia social, se determina que la palabra “cultura”, en su devenir histórico, ha conjugado varios significados y por tanto resulta complicado unificarla en un solo concepto, máxime si no se es un especialista. De ahí que en un diálogo cultural se precise establecer como punto de partida un mínimo parámetro conceptual, de lo contrario, cada individuo u organización que participe en dicho diálogo entenderá a su modo el concepto de cultura y no se dará sino un monólogo.

 

El contexto de la Ley Orgánica de Cultura

 

La Ley Orgánica de Cultura (LOC) (publicada en el Registro Oficial No. 913 del 30 de diciembre de 2016) aporta grandemente para establecer dicho parámetro conceptual, pues, aunque no define lo que es cultura, se refiere a los elementos indispensables que, en efecto, forman parte de la cultura, conforme a los procesos socio-históricos del Ecuador.

 

Así, a lo largo de la Ley, desde el Considerando, el objeto de la Ley, su ámbito, fines y principios que ampara, etc., se da cuenta de los componentes indispensables para un concepto integral de cultura. Se parte del Ecuador como “Estado intercultural y plurinacional”, se menciona el “derecho al Sumak Kawsay”, se habla del “patrimonio cultural”, la “identidad cultural”, las “comunidades culturales”, la “memoria histórica de las culturas”; del “acceso a expresiones culturales diversas”, el “espacio público”, las “expresiones culturales”, el “progreso científico”, los “saberes ancestrales”, la “vida cultural de las comunidades”, la “difusión de expresiones culturales”, la “libertad estética”. Asimismo se menciona el “ejercicio digno y sostenido de las actividades culturales y artísticas”. La Ley es clara en incluir en la cultura a las áreas arqueológicas y paleontológicas, al patrimonio material e inmaterial.

 

El Artículo 4 detalla cada uno de los principios a los que responde la LOC; esto es: diversidad cultural, interculturalidad, buen vivir, integralidad y complementariedad del sector cultural, soberanía cultural, igualdad real, innovación, cultura viva y comunitaria. Un punto clave es la identidad nacional, la cual “se construye y afirma a través del conjunto de interrelaciones culturales e históricas que promueven la unidad nacional y la cohesión social a partir del reconocimiento de la diversidad”. Otro punto clave es la cultura viva comunitaria, “concebida como las expresiones artísticas y culturales que surgen de las comunas, comunidades, pueblos y nacionalidades, a partir de su cotidianidad. Es una experiencia que reconoce y potencia las identidades colectivas, el diálogo, la cooperación, la constitución de redes y la construcción comunitaria a través de la expresión de la cultura popular”.

 

Tómese en cuenta que la “identidad cultural” para Ecuador, en la LOC aparece como un derecho (Art. 5), explicado no desde una entelequia de nación con cultura unívoca o desde “lo nacional” a secas, sino de la siguiente manera: “Las personas, comunidades, comunas, pueblos y nacionalidades, colectivos y organizaciones culturales tienen derecho a construir y mantener su propia identidad cultural y estética, a decidir sobre su pertenencia a una o varias comunidades culturales y a expresar dichas elecciones. Nadie podrá ser objeto de discriminación o represalia por elegir, identificarse, expresar o renunciar a una o varias comunidades culturales”.

 

Compromiso presidencial

 

El presidente Lenín Moreno, en su “Compromiso con el arte y la cultura”, firmado el 23 de marzo de 2017 (cuando aún era candidato presidencial), a más de ofrecer un trato digno para “artistas, creadores y gestores culturales”, se comprometió a fomentar no solo “las artes” o los “proyectos e iniciativas culturales”, sino que consideró cuestiones como el “acceso” y “uso del espacio público para todas las expresiones culturales y artísticas con tolerancia y respeto a su diversidad”.

 

Lenín Moreno se comprometió a propiciar “un verdadero diálogo intercultural “con todos los pueblos y nacionalidades, así como con todos los grupos de expresiones urbanas”. Y mencionó las “cuatro deudas pendientes”: Plan Nacional de Fomento al Libro y la Lectura, redes nacionales de bibliotecas y museos, red de circulación de bienes culturales y la puesta en valor del patrimonio cultural ecuatoriano.

 

Ese compromiso añade luces para un parámetro conceptual sobre cultura, del cual partir para entendernos en el diálogo. Sobre todo, aquello de la diversidad es básico, dado que la identidad cultural nacional en la actualidad va por el lado de la identidad diversa. Después está otro elemento, que se refiere a la interculturalidad, lo cual implica de por sí un diálogo entre culturas, en el que participan tanto pueblos y nacionalidades, como expresiones llamadas “urbanas” y demás diversidades. La interculturalidad es un compartir saberes, conocimientos, artes y espiritualidades, en equidad de condiciones de sentidos de vida. En Ecuador si bien existe una diversidad cultural, no existe un diálogo entre esa diversidad, es decir, no se cumple el mandato constitucional de interculturalidad y para que se dé es urgente construirla, dejar de pensar que una cultura es mejor que la otra.

 

El ministro de Cultura

 

El nuevo ministro Raúl Pérez Torres –quien tiene detractores y seguidores–, es reconocido como escritor en el país y a nivel internacional, y desde su voluntad declaró, el 29 de mayo pasado (página web del Ministerio de Cultura y Patrimonio), “que buscará el que la cultura se convierta en un elemento transversal, que sirva además para extender la acción del Ministerio por toda la Patria”. Un par de días más tarde, apareció una entrevista publicada por Leonardo Parrini, en donde el ministro define la cultura desde su propio criterio:

 

“La cultura de nuestro pueblo es la continuidad de su proceso espiritual, material, es la carga de manifestaciones lúdicas, religiosas, políticas, económicas. La cultura es la generadora de valores insustituibles, identificables de tradiciones sobrellevadas con amor, con sacrificio, con denuedo a través de los siglos para hacerla digna de la vida, de su maravilla y de su tragedia”. Y agrega, en la misma entrevista: “He caminado todo el país y sé de esos contenidos y valores culturales. Primero hay que visibilizarlos para todos; y segundo, la interculturalidad significa participar cada uno con su cultura en provecho de un bien común. Eso es lo que quiero destacar y hacer”. Además, da una pauta esencial: “Se debe crear un clima cultural en el país. Ese clima cultural no hay, ha sido derrotado por el mercado y por los puntos de vista tecnocráticos, a veces dogmáticos”.

 

Hasta aquí, se puede pensar que se esclarece en algo un parámetro o marco conceptual para la cultura. Sin embargo, en las siguientes entrevistas de Pérez Torres, lo nombrado anteriormente se diluye por los caminos casi exclusivos del arte. Es decir, la palabra cultura empieza a ser manejada, desde las demás declaraciones del ministro, en el sentido de equiparar cultura a arte, cuando el arte es tan solo uno de los elementos de la cultura.

 

Así pues, el 14 de junio en entrevista para El Telégrafo, el ministro, si bien tiene razón en indicar que: “Se han olvidado de la cultura y ahora es momento de remediarlo”, nombra  el Plan Nacional del Libro y la Lectura, habla de la Feria Internacional del Libro, de las políticas editoriales y la creación de un Concejo Editorial, así como del Sistema Nacional de Bibliotecas. También se refiere al Festival Internacional de las Artes Vivas de Loja (FIAVL), menciona algo de música, específicamente a orquestas sinfónicas en Guayaquil, Cuenca y Loja; y algo de grupos de teatro, del Museo Nacional y de la Biblioteca Nacional Eugenio Espejo. De todas maneras, indica: “Mi política tiene que ser en territorio, con comunidades y asambleas, porque eso es lo que nos permitirá tener una visión común de la cultura”.

 

Es decir que, tal como se entiende de esta última frase, deberá incluirse en el diálogo cultural a las comunidades, como las indígenas por ejemplo, que se esparcen por todo el país, así como en el caso de las asambleas, se incluirá a las barriales y comunales.

 

Ese mismo día 14 de junio, el ministro Pérez Torres, en entrevista con Xavier Lasso en Ecuador TV, soltó la frase: “A la Revolución Ciudadana le falta una pata y esa pata es la cultura”. En todo caso, de la entrevista se dejó entrever poca claridad acerca del concepto de cultura manejado con anterioridad. Seguramente, esta poca claridad debió provocar que el propio ministro reconociera que hay un “problema profundo”, referente a la “concepción de cultura” y lo que esta implica, lo cual es muy cierto.

 

En esta ocasión dejó abierta la posibilidad de discutir “temas de cultura”, pero desde sus apreciaciones personales al respecto quedó en evidencia que el ministro equipara cultura con arte, con historia, con museos y librerías. Asimismo, se entendió que la “transversalidad de la cultura” es sólo con instituciones. Jamás se mencionó, ni de pasada, algo como “cultura popular”. Ni una palabra sobre los demás elementos de la cultura mencionados en la Ley. Ni una sola mención a la cultura viva, a las manifestaciones y representaciones culturales, al patrimonio material e inmaterial, a la interculturalidad, a la diversidad.

 

Por otro lado, de una de las llamadas que se hicieron en vivo, se desprende que quien llamó entiende a la cultura como algo que se le debe dar a la gente (cultura como dádiva), y el entrevistado no dio ninguna aclaración acerca de tamaña falacia. Casi al concluir el programa, entrevistado y entrevistador hablaron de fútbol.

 

El 20 de junio, aparece en la edición 294 de “Cartón Piedra” (El Telégrafo) una nueva entrevista a Raúl Pérez. Con tan pocos espacios que se da a los temas de cultura por parte de los medios, es desacertado ocupar párrafos para hablar de la corbata del ministro y de lo lindo que le ha quedado su despacho… La entrevista se enfoca en las problemáticas alrededor de la Casa de la Cultura, las posibles reformas a la Ley, así como cuestiones relativas a reformas al Registro Único de Artistas y Creadores (RUAC). De este registro indica: “Eso fue una cosa muy apresurada y no dio buen resultado. El RUAC es un gran registro, que necesitan todos los países (queremos saber quiénes hacen cine, cuántos productores y fotógrafos hay), pero no se puede hacer una lista para que todos vayan y voten en las casas de la cultura. Eso no es ético ni profesional”. “Vamos a reformar el RUAC para que estén las personas que tienen que estar, los artistas y gestores culturales, es para ellos esto”. 

 

Asombra que tanto esfuerzo se haya hecho para el RUAC y ahora no valga. Pareciera que de las personas que están hay algunas que no deben estar. Es decir, ¿no están artistas ni gestores culturales?, entonces ¿quiénes están?, pues si van a sacar a alguien del registro, es preciso que en esto exista transparencia y se dé a conocer públicamente las razones por las que ciertas personas serían eliminadas. De lo que se supo, hubo un equipo para calificar las inscripciones. ¿Quiere decir que las calificaron de manera poco ética, solo para que vayan a votar a las casas de la cultura? Si esto es así, también con transparencia se tendrá que aclarar el asunto.

 

El ministro pasa a hablar de la Casa de la Cultura y de “elencos nacionales” que hay allí, aunque solo menta al Coro, al Conjunto de Cámara “y otros grupos”. Habla de la necesidad de “multiplicar los grupos, para que el talento nacional no esté desperdiciado en muchos lugares”. De pasada cita a “pintores, escritores y otros artistas”, de la necesidad de que cada barrio cuente con una biblioteca y centro de arte. Por último indica que hay que organizar el Archivo Nacional. Se evidencia, que el asunto de la Casa de la Cultura es uno de los temas más álgidos de resolver para el ministro y en el cual demuestra un interés particular.

 

Ese mismo día empezó a circular en las redes sociales, un video del discurso que dio el ministro en la toma de posesión del presidente de la Casa de la Cultura, Camilo Restrepo, a quien manifestó su apoyo. Volvió a referirse al concepto de cultura acuñado por él mismo, enfatizando en que ese era su concepto individual de cultura. Fue un buen discurso de corte literario, en donde destaca la frase: “Todos sabemos del aburguesamiento de la cultura”.

 

 

si_cultura_mobile.jpg

 

Dignificar la cultura

 

Con los datos dados expuestos, es fácil observar que la problemática de la cultura en Ecuador parte de la poca claridad en torno al concepto cultura, y del limitado contexto en el que se han movido y mueven las instituciones culturales y las autoridades de cultura de turno. El equiparar cultura a arte es disminuirle a la cultura en su presencia, su historia, su dialéctica, su trascendencia. Además, el arte es un concepto que abarca mucho más que lo nombrado hasta el momento por parte de la autoridad de cultura. Falta visibilizar y revitalizar el cine, la danza, artes circenses, fotografía, arte callejero, escultura, teatro, música y otras (Y todas las artes asimismo –se recalca–, a la luz de la diversidad, la interculturalidad, el respeto a las diferencias, con inclusión y trato equitativo).

 

Al parecer, el ministro de cultura sí es consciente de que hay un desconocimiento en relación a lo que implica la cultura, pero sus frases para definirla se quedan en el plano de lo bien logrado por parte de un escritor e intelectual de renombre. La tarea ahora precisa aterrizar con las frases y dignificar el concepto de cultura y lo que esta abarca en la práctica.

 

Por tanto, el diálogo es crucial en estos momentos. Si el ministro logra aglutinar a las diversidades culturales ecuatorianas para que se pronuncien, para que compartan sus perspectivas, y se marque un derrotero a seguir en cuanto a políticas culturales, sin duda seguirá la línea de Benjamín Carrión y el pueblo ecuatoriano en su conjunto se lo agradecerá. En este aspecto, la LOC, en su Art. 8 también ayuda a esclarecer las políticas culturales para Ecuador, con las siguientes  palabras: “Las entidades, organismos e instituciones del Sistema Nacional de Cultura ejecutarán políticas que promuevan la creación, la actividad artística y cultural, las expresiones de la cultura popular, la formación, la investigación, el fomento y el fortalecimiento de las expresiones culturales; el reconocimiento, mantenimiento, conservación y difusión del patrimonio cultural y la memoria social y la producción y desarrollo de industrias culturales y creativas”.

 

Si del diálogo solo forman parte los artistas, si se deja de lado a las comunidades y asambleas, a pueblos y nacionalidades; si se toma en cuenta únicamente a las instituciones, si se excluye a la cultura viva, a la artesanía, a la comida, al vestuario, a los diversos idiomas que se hablan en Ecuador; si se hace caso omiso del patrimonio material e inmaterial, si no se respeta la tradición oral, la memoria, las expresiones urbanas, si, en suma, no se comprende bien lo que es cultura y lo que esta implica, por más buenas y loables intenciones de diálogo, tendremos que aguantar quién sabe hasta cuándo ese “aburguesamiento de la cultura” esa aculturación, esa europeización y agringamiento de la cultura.

 

Para concluir, me permito copiar un pequeño texto, que apareció primero en las redes sociales. Fue el 5 de junio, día en que se conmemora la Revolución Liberal. Parece que el Viejo Luchador sirvió de inspiración para poder condensar en poco espacio lo que copio a continuación y espero sirva de aporte para el diálogo cultural:

 

Cultura: conceptos básicos

 

Cultura no es un “privilegio” de nadie. Cultura no es una dádiva. Cultura no equivale a educación. Cultura no es sinónimo de “buen gusto”. Cultura no es un “grado” de civilización ni equivale a civilización. Cultura no es el cúmulo de títulos académicos. Cultura no es igual a arte ni a espectáculos.

 

La cultura jamás es estática. Es cambiante. Está relacionada a procesos históricos concretos. No se ha quedado paralizada en el tiempo. La cultura se expresa en las vivencias cotidianas. La cultura da cuenta de las formas de vida de las sociedades, de los pueblos (Hay que considerar que las formas de vida tienen sentidos y significados. No se dan porque sí). Cultura se refiere a las prácticas humanas en sociedad. La cultura hace referencia a las representaciones y manifestaciones humanas y por tanto alude a la producción material y a la producción simbólica humana. La cultura se entiende por los sentidos y significados de esas producciones. La cultura es inherente al ser humano y no se puede concebir un pueblo o una sociedad sin cultura. No existe una cultura superior a otra. Pensar esto es una posición etnocentrista y de corte colonizante. Sencillamente: somos diversos.

 

Todas las culturas tienen capacidad filosófica. Todas las culturas tienen arte, conocimientos o saberes y espiritualidad. En todas las culturas hay organización que podemos comprender en términos políticos, en términos económicos y en términos sociales.

 

María Eugenia Paz y Miño

Escritora ecuatoriana

https://www.alainet.org/es/articulo/186432
Suscribirse a America Latina en Movimiento - RSS