¿Es la juventud arma mortal o ideal proyectado al porvenir?

22/06/2017
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Uno de los puntos más complejos de los nueve que propuso el presidente Nicolás Maduro el 2 de mayo de 2017 es el de la garantía del futuro para la juventud: “Yo propongo que coloquemos el tema de los derechos sociales, culturales, educativos, laborales y tecnológicos de la juventud, y agreguemos un capítulo dedicado a las garantías, derechos y deberes de la juventud”. Hoy, parte de ella, tristemente es protagonista de la historia presente.

 

“Nuestra principal apuesta será la juventud. La corromperemos, desmoralizaremos y pervertiremos”, dice Allen Dulles (1893-1969), director de la CIA entre 1953 y 1961 en El arte de la inteligencia (1963). Para lograr tan nefasto fin es vital: “Inocular en la literatura, cine y teatro, el reflejo y el enaltecimiento de los más bajos sentimientos humanos, encumbrando, por todos los medios, a ‘artistas’ que siembren el culto al sexo, violencia, sadismo, traición, cualquier tipo de inmoralidad”.

 

Durante la guerra de Vietnam, en un centro de entrenamiento de Parris Island, el sargento de artillería Hartman dice a los jóvenes reclutas: “Ustedes serán armas mortales, embajadores de la muerte”. Esta es la preparación que convertirá a la juventud angloamericana en marines. Se trata del film Nacido para matar (Full metal jacket, 1987) de Stanley Kubrick (1928-1999).

 

Sobre los jóvenes dijo Adolf Hitler (1989-1945) en 1933: "Mi programa para educar a la juventud es difícil. La debilidad debe ser combatida. En mis castillos de la Orden Teutónica una juventud crecerá y frente a ella el mundo temblará. Quiero una juventud fuerte, dominante, intrépida, cruel. La juventud debe ser todo esto. Deben aguantar el dolor. No debe haber nada débil y suave acerca de ellos. La libre y espléndida bestia de la presa debe brillar nuevamente desde sus ojos… Así es como erradicaré miles de años de la domesticación humana... Así es como crearé el Nuevo Orden”.

 

En 1924 la juventud italiana comenzó a cantar: “¡Juventud, juventud, primavera de belleza, en la aspereza de la vida tu canto retumba y se va!”. Se trata de la Giovinezza, himno del partido fascista de Benito Mussolini (1883-1945) entonado en la República de Saló, amargamente retratada por Pier Paolo Pasolini (1922-1975) en Saló: los 120 días de Sodoma (1975) en la que la cúpula del poder fascista tomó jóvenes para convertirlos en coprófagos y experimentar en ellos violaciones, desollamientos y demás atrocidades.

 

El cine made in Hollywood, los programas de televisión como Ellen, Keeping up with the Kardashians, Jersey Shore, The Bachelor, y las series estadounidenses como Los Simpsons, Two and a half men, Friends, American dad, Big bang theory, Feud, The Handmaid’s Tale, 24: Legacy, Famous In Love, American Gods, CSI, Juego de tronos, entre muchas otras, adormecen las conciencias. Emponzoñan antivalores sin que la audiencia, en su mayoría jóvenes, sienta la picada. Logran despolitizar y borrar cualquier atisbo de lucha de clase. Cuando ésta intenta aparecer es resuelta con un acto de caridad, una limosna y ya. Estas series forman parte de un “diversificado sistema propagandístico” con el cual “Estados Unidos debe imponerle su visión, estilo de vida e intereses particulares al resto del mundo”, explica Allen Dulles en el libro referido.

 

Cuando vemos a nuestros jóvenes oír y bailar sin ningún tipo de criterio letras de reguetones como por ejemplo: “Hija 'e Lucifer, por dentro te lo vo'a esconder”, o “Voy a hacerte una llave con un perreo agresivo y hacerte la dormilona pa después meterte el chino” o “Darte como una perra, como una cualquiera, jalarte por el pelo, agarrarte por el suelo, usarte como escoba, aúlla como loba. Uh me la chupa, me la soba, uh y la leche me la roba, ella se hace la más boba, malparida, piroba”, uno sabe que el pensamiento de Allen Dulles, del sargento de artillería Hartman y de los fascistas de Saló, está siendo usado por los laboratorios hegemónicos de transculturización para envilecer a un sector de la juventud venezolana. O cuando vemos a jóvenes haciendo barricadas, lanzando morteros, quemando edificios, incendiando afrodescendientes, uno se pregunta ¿En qué momento se perdió la sonrisa? ¿Cómo pudo la noche amputarle el alma a la vida?

 

El sociólogo marxista polaco Zygmunt Bauman (1925-2017) en su libro Los retos de la educación en la modernidad líquida explica tres universos: el mundo, la cultura y el prototipo de joven que la hegemonía imperial se ha propuesto crear. El mundo “parece más un artefacto proyectado para olvidar que un lugar para el aprendizaje”. Este mundo es sostenido por la “cultura del distanciamiento, de la discontinuidad y del olvido”. Bauman sintetiza los resultados de Allen Dulles y nos describe cómo son esos jóvenes que hoy azotan urbanizaciones, autopistas, maternidades y preescolares: “seres marcadamente individualistas, sin referentes históricos ni arraigo con su espacio local o nacional, sin compromiso con ideal alguno, sin lazos afectivos duraderos ni respeto por las normas y la autoridad, insensibles ante las penurias sociales y ambientales, indiferentes al arte y la cultura, subsumidos en el mundo virtual, consumidores compulsivos de mercancías de moda, sin formación política alguna, negados a realizar cualquier esfuerzo físico o intelectual, sin hábitos de lectura y con escaso vocabulario, dados a la diversión pueril, profundamente racista y clasista, sin escrúpulos morales” (José Gregorio Linares, Juventud violenta: un programa imperial, Cuatro F, N° 127, 16 de junio de 2017).

 

Pero hay otro tipo de jóvenes, con otros referentes y otros principios. El 22 de agosto de 1815 desde su exilio en Jamaica, el Libertador se dirige al triunvirato que presidía las Provincias Unidas de la Nueva Granada, señalándole el peligro que significaba darle asilo a Napoleón Bonaparte, luego de su derrota en Waterloo, ya que “él ha segado la flor de la juventud europea en los campos de batalla para llenar sus ambiciosos proyectos”. La juventud, dice Simón Bolívar (1783-1830), es “la edad de la esperanza”. Para Simón Rodríguez (1769-1854) ella “obra más por pasión que por cálculo” puesto que a la juventud le “es dado el arriesgar, con serenidad, las cosas más importantes”. Y agrega: “la juventud americana necesita abrir los ojos sobre su situación política”. Para el pedagogo Luis Beltrán Prieto Figueroa (1902-1993) "empinarse, levantarse, sobreponerse a la miseria humana, es comportamiento adecuado para gente idealista y por definición los jóvenes son un ideal proyectado al porvenir". Lo que hay que ser es mejor y no decir que se es bueno ni que se es malo, lo que hay que hacer es amar lo libre en el ser humano, lo que hay que hacer es saber,  alumbrarse ojos y manos y corazón y cabeza y después ir alumbrando”. En el poema Coloquio bajo la palma, Andrés Eloy Blanco (1896-1955) le dice a la juventud venezolana que: “lo que hay que ser es mejor y no decir que se es bueno ni que se es malo, lo que hay que hacer es amar lo libre en el ser humano, lo que hay que hacer es saber, alumbrarse ojos y manos y corazón y cabeza y después ir alumbrando”.

 

Una de las tareas fundamentales de la nueva Asamblea Nacional Constituyente es prever la creación de un movimiento para la defensa de la psique y el alma de la juventud, que forje su conciencia de clase a través de la lectura y el estudio, que politice, luche y se organice. Defendamos la juventud para que, quienes por ella transiten, estén siempre en constante renovación del pleno goce de su espontaneidad y el total disfrute de la alegría, para que abra los ojos sobre su situación política, y sea definitivamente un ideal proyectado al porvenir, la edad de la esperanza. 

 

 

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/186351
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