Paz y auge del movimiento social de masas

24/05/2017
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  • Opinión
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Movilización indígena en Cali.
Foto: ONIC
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La paz es oxigenada por la potente movilización popular, cívica e indígena.

Es en las calles y en los campos donde se define el futuro de la paz.

La acción de masas es la herramienta de los de abajo para frenar la conspiración ultraderechista y fascista que quieren enterrar la esperanza de la paz y la convivencia.

Existe un fuerte vínculo entre los avances (y dificultades) del proceso de paz y el crecimiento de la acción cívica y popular en demanda de derechos y de soluciones a los problemas acumulados y aplazados durante décadas. Para decirlo de otra manera, los diálogos de paz han creado un clima, un ambiente muy favorable a la reactivación de los movimientos sociales en sus diversas expresiones. Las libertades democráticas ponen en la escena pública la multitud abigarrada ejerciendo presión sobre un Estado y un gobierno corrupto, indolente, paquidérmico y violento.

Es por tal razón que me resisto a la idea de la desconexión entre la acción de la resistencia campesina y sus programas históricos con el resto de los movimientos sociales, tradicionales y nuevos.

Hay allí un complemento estructural, una red, un rizoma que los hace parte de un mismo tronco social, político e histórico.

En la actual coyuntura, en las semanas recientes de mayo, se dan grandes movilizaciones, huelgas, protestas populares.

Los educadores, encabezados por Fecode, realizan una potente huelga para exigir al señor Santos y a su Ministra que cumpla los pactos y que resuelva problemas muy graves como el de la Jornada Única, la prestación del servicio de salud y el incremento de salarios. Esta vez parece que los dirigentes trabajan en la línea de corregir los anteriores errores, de huelgas simuladas para obtener prebendas personales como ocurrió en el 2014. Hoy hay más presión y control de las bases magisteriales y de sus sindicatos emblemáticos como la ADE de Bogotá y Asoinca del Cauca. La huelga no se levantara hasta no ver conseguido los principales objetivos.

Las poblaciones del Buenaventura y Choco, más de un millón doscientas mil personas, en gran medida afrodescendientes, se han ido a paros cívicos, con bloqueos y manifestaciones para obligar al Estado y al gobierno de turno a dar las soluciones a delicadísimos problemas de salud, empleo, educación y corrupción que no han sido resueltos pese a compromisos hechos en años anteriores. La ciudadanía del pacífico se ha radicalizado, con razón, y tiene contra la cuerdas la administración del señor Santos, tan complaciente con los corruptos a quienes reparte mermelada y tan mentiroso con la ciudadanía de a pie.

Los trabajadores estatales, las madres comunitarias, los campesinos y otros segmentos del pueblo proceden en los mismos términos para demandar mejores salarios, salud y respeto por sus derechos políticos.

Pero son los indígenas del Cauca y el Valle los que levantan con bastante dignidad las banderas de la paz y solidaridad.

Más de 15 mil indígenas se unieron a la Marcha denominada ‘por la Protección del Territorio, la Vida y la Dignidad de los Pueblos’, liderada por la Organización Nacional Indígena de Colombia, Onic. Hoy marchan en Cali desde el Sur hasta el Centro de la capital vallecaucana para decirle al país, al mundo, a los combatientes de la guerrilla, a los trabajadores, a los habitantes de Buenaventura y el Choco, que para ellos lo principal, lo prioritario, es la paz, la justicia, la democracia y los derechos sociales.

Son estas potentes acciones de la multitud las que nos indican claramente que no todo está perdido para la paz, que la tramoya oligárquica orquestada en la Corte Constitucional contra el proceso de paz está condenada al fracaso. Que la violenta y fascista ultraderecha no las tiene todas consigo.

Lucha de masas, acción de masas y nada de aventuras era la recomendación de Lenin y del gran líder comunista búlgaro Dimitrov.

 

https://www.alainet.org/es/articulo/185687?language=es
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