Un paro movilizador de conciencias

09/03/2017
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Foto: Brasil de Fato
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El 8 de marzo es un día que convoca de diferentes modos. Algunos aprovechan para reconocer los aportes de las mujeres en sectores específicos, para destacar a heroínas de la vida cotidiana, para recordar a las que cambiaron con sus prácticas y reclamos, normas y creencias. “Es una jornada de reafirmaciones” dice una amiga feminista que prefiere identificar razones por las que seguir en lucha, a recibir felicitaciones por lo logrado.

 

Para mí, como mujer cubana, este 8 de marzo fue distinto. La convocatoria a un paro internacional de las mujeres, ofreció la oportunidad de mirarnos como colectivo, de pensarnos como una fuerza capaz de mover el mundo o detenerlo. La movilización iba más allá que la clásica toma de los espacios públicos o del reclamo de derechos vulnerados.

 

La organización del paro fue tan flexible como las mismas mujeres somos en esencia. Colocó puntos comunes, dolores que trascienden los países y las culturas, y cuyo denominador común es el límite que representan para el desarrollo de una vida plena y emancipada para las mujeres.

 

Ese no es un asunto exclusivo de ellas, porque el orden patriarcal vigente tiene que cambiar por la exigencia de las mujeres dispuestas a construir sociedades sin machismo y por el compromiso de los hombres a vivir su masculinidad sin el corsé patriarcal, que les demanda ser de un modo que resulta castrante para ellos y nos violenta a nosotras.   

 

Invisibilizar es una forma de ejercer poder. De ahí que el paro invitara a colocar en el centro de la atención, asuntos marginados en los debates, en la prensa, en las legislaciones, en los programas políticos: las tareas del cuidado no remunerado, los feminicidios y las brechas salariales. Pero más allá de ejes de interés general, el paro fue inclusivo, dejó espacio para las demandas particulares de organizaciones y mujeres con razones para parar en sus casas, en sus comunidades, en sus trabajos, en sus “deberes”, en sus escuelas. En todos esos lugares las mujeres son imprescindibles y si alguien lo ha puesto en dudas, el paro era una oportunidad para confirmarlo.

 

En Cuba valía la pena parar

 

En Cuba, este 8 de marzo se celebró de manera tradicional: con un acto nacional en la provincia Granma, convocado por la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), una mayor jerarquía en los medios de prensa de historias de vida de mujeres abnegadas y con conmemoraciones autorganizadas en centros laborales y de estudio.  

 

Se reconoció “la revolución dentro de la revolución” -como la calificara el líder histórico Fidel Castro- que ha significado la conquista de derechos para las cubanas y los espacios ganados también por las luchas de mujeres que rompieron con prejuicios y estereotipos para ser parte activa de la construcción de una nueva sociedad y convirtieron en sentido común muchos de los beneficios que hoy damos como naturales.

 

La mayoría de las cubanas supieron del paro internacional por el seguimiento informativo que este tuvo en medios nacionales, por mensajes de solidaridad con las mujeres en paro o por la repercusión en redes sociales, pero sin un vínculo efectivo con nosotras, las que vivimos en la isla. Es cierto que en Cuba las movilizaciones públicas no son para reivindicar derechos. Esos se suelen conquistar en otros sitios de debate, construcción y toma de decisiones. Pero este llamado internacional nos desafiaba también a las cubanas a pensar qué podemos hacer para que la igualdad de género no pierda terreno en nuestra sociedad.

 

Algunas preguntas podrían haber sido movilizadoras sobre todo de conciencias: qué nuevas demandas tenemos las mujeres de diferentes edades e identidades que vivimos un país que actualiza su modelo económico y social en un escenario de hostilidades y desafíos. Qué asuntos se han quedado rezagados. Cómo se está enfocando la educación y salud sexuales y reproductivas. Cómo respetar y desarrollar las identidades particulares de las mujeres.

 

Cómo recomponemos los imaginarios que todavía perpetúan roles específicos para las mujeres y liberan a los hombres de responsabilidades en el hogar, en la crianza de los hijos, en el cuidado de los adultos mayores –único grupo poblacional que crece en Cuba-; imaginarios que pintan de rosado el mundo de las niñas y de azul, el de los varones; que hacen humor ridiculizando a las mujeres, que las presentan como objeto del deseo hasta para “vender” un tema musical.

 

El Espacio feminista Berta Cáceres en el Instituto de Filosofía en La Habana, en parte, saldó esa deuda con el paro de las mujeres. El 7 de marzo llegaron a este encuentro representantes de varios colectivos y organizaciones, para ser parte de un “paro simbólico” desde Cuba que nos conectara con el llamado internacional.

 

Desde aquí se recordó a Berta Cáceres y sus luchas, que son las del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras y de muchos otros movimientos sociales y populares del continente.  Se hizo un recuento sobre cómo desde esta isla, también se ha mantenido viva a Berta, se ha reclamado justicia ante su caso y se ha exigido respeto por la vida de las luchadoras que se oponen a la opresión del capital sobre los cuerpos de las mujeres, sobre los territorios de los pueblos, sobre la esperanza que nos moviliza.  

 

Se leyeron varias declaraciones y mensajes, uno de ellos enviado por una cubana residente en Brasil, Nivia Ivet Nuñez, que nos invitaba a difundir lo que está pasando, para “que muchas más sepan del paro”.

 

Georgina Alfonso, feminista y directora del Instituto de Filosofía, señaló que desde la década del 90 del siglo pasado, con el llamado Periodo especial, en Cuba se ha dado un proceso de feminización de la pobreza.  Muchas de las nuevas oportunidades de desarrollo económico en curso en el país, generan dinámicas que lejos de cerrar esas brechas de desigualdad, las profundizan, y ese es un desafío para una sociedad socialista, basado en otro paradigma civilizatorio.

 

En la construcción de relaciones sociales necesitamos promover o asumir una perspectiva emancipadora para las mujeres, que supere la cultura patriarcal. En ese sentido, Georgina identificó algunos retos que se presentan a las mujeres cubanas. Entre ellos el del trabajo con la historia del movimiento feminista y sus luchas en Cuba, que aportan acumulados y avances que las generaciones actuales y futuras tienen que conocer mucho más.

 

Otro de los temas en los que es preciso profundizar es en la comprensión de las identidades plurales que portamos, “somos diversas” y desde esa riqueza es posible comprendernos como “sujeto de cambio, como seres autónomos, libres, soberanas en nuestras decisiones”.

 

El campo de la equidad social y las políticas públicas no debe abandonarse, aunque alertó que contar con disposiciones “no es suficiente”, ni estas pueden dictarse “de modo homogéneo”, porque entonces no resultan efectivas.

 

Gina, como le suelen llamar a esta investigadora, cree que es fundamental conectarse con las jóvenes. No hablar de un cambio generacional, sino de “una transición de generaciones, que debe caracterizarse por el diálogo y la construcción colectiva”, ingredientes vitales para lograr el compromiso y sentido de pertenencia con lo que se hace.  Pero también para transformar y generar nuevos imaginarios sobre lo que significa ser mujer en Cuba hoy, para reivindicar el feminismo y dignificar a las mujeres y a la FMC, para incorporar a los hombres  en el diseño y desarrollo de proyectos de vida emancipadores.

 

Hubiera sido oportuno y movilizador aprovechar la convocatoria del paro internacional, no solo para que pudiéramos comparar nuestros privilegios con las demandas pendientes incluidas en la agenda del movimiento feminista en otros contextos, sino para mirarnos por dentro, para compararnos con nosotras  mismas y plantearnos en qué ámbito de nuestras vidas, todavía no logramos plenitud o cómo podemos tener una agenda de las mujeres cubanas de hoy, que se enfrente de modo directo los vestigios patriarcales que nos circundan. Ese es un tema medular en la actualización del modelo cubano, porque como nos recordara Hugo Chávez “sin feminismo no hay socialismo”.

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/184005
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