Parálisis, salto al vacío o transformación

09/03/2017
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Los políticos, incluido el primer priista del país, no aprenden a aprehender la realidad más que en el excluyente y dogmático blanco y negro. Y ello a pesar de que la televisión a color la inventó un tapatío, el ingeniero Rodolfo González Camarena hace nada más 77 años.

 

Vaya, ni siquiera saben utilizar la escala de grises para leer la realidad con sus complejidades, contradicciones y matices. O si lo saben no les interesa hacerlo porque entre más enloden a su adversario político –al estilo gringo que tanto elogiaban los intelectuales del vigoroso duopolio de la televisión a pesar de la reforma estructural en telecomunicaciones–, suponen que tienen mejores posibilidades de triunfar al costo que sea necesario. Es un amor patológico por el poder, digno del diván.

 

A ese clima de confrontación se sumó entusiasta y aguerrido, hasta provocador Enrique Peña Nieto, sin importarle que le falta un buen trecho para gobernar y que su posible aportación a las campañas por comenzar es mínima en términos de su participación abierta en la disputa por el baluarte del PRI desde hace 88 años, el estado de México.

 

Otra cosa será en términos de recursos económicos en lo que son expertos incomparables para gastar ilimitadamente y la autoridad no se percate, como dio sobradas muestras el Tribunal Electoral en 2012 y cínicos como suelen ser, adujeron que tenían, los del equipo de Peña, “excelentes contadores”. Es decir, con un trabajo contable perfecto es posible violentar la legislación y ocultar la compra de entre 3 y 5 millones de votos, al decir de Andrés López Obrador.

 

Pero los estrategas mexiquenses son más realistas y mandaron la clara señal de que la distancia entre Alfredo del Mazo Maza y su pariente presidencial será muy clara porque su participación resta, no suma.

 

En tanto, la élite tricolor nucleada en el Grupo Atlacomulco-Hidalgo recibió el sábado 4, en el pequeño auditorio de Insurgentes Norte, rodeado por cientos de militares del Estado Mayor Presidencial (La Jornada, 5-III), un esquemita elemental:

 

“Hoy nuevamente hay riesgos de retroceso. Al igual que hace seis años, están resurgiendo las amenazas que representan la parálisis de la derecha o el salto al vacío de la izquierda demagógica. No olvidemos el estancamiento del que veníamos, ni el riesgo real de perder lo que hemos logrado construir como país en las últimas décadas.” (Sic emocionado).

 

La formulita del “PRI o la debacle” quizá le funcione y hasta ilumine a un jilguero (con todo respeto a la bella ave) como Enrique Ochoa, quien como director de la Comisión Federal de Electricidad fue exitoso dueño de una flotilla de taxis y dejó bastante encarrilada la privatización de la CFE. Los que resistieron con éxito en la XIV Asamblea Nacional al proyecto salinista de imponer el liberalismo social y cambiarle el nombre al partido, tienen otro reto.

 

Es sintomático que la ovación más prolongada la recibió Manlio Fabio Beltrones al anunciarlo para entregarle la máxima condecoración del tricolor, la Plutarco Elías Calles, seguramente porque les urge reintegrarlo a un grupo gobernante excluyente, desgastado, con claroscuros, donde abundan más los oscuros que los claros, que no vive su mejor momento a pesar de la despiadada ofensiva contra México a cargo del nuevo presidente del imperio del norte y sus élites políticas y financieras confrontadas.

 

Lo anterior fue lo que con otras palabras redacté ayer y fui incapaz de salvarlo por el pésimo pulso que me provocó la fiebre.

 

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