La normalización del cuco

11/11/2016
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Es como para machacársela contra una puerta: la intelectualidad progresista no logra aceptar –intelectualmente hablando– el triunfo de Donald Trump.

 

Si sus salidas de madre que durante la campaña sirvieron para que los ‘bien-pensantes’ y los ‘bien-hablados’ le colgaran el remoquete de payaso (con mucha falta de respeto hacia los payasos), por otra parte surtieron el efecto perseguido que no era otro que tener su rostro rubicundo en la primera página de todos los diarios y en los prime-time de la TV.

 

El periodista francés André Bercoff siguió la campaña de Trump, y tuvo la ocasión de entrevistarlo. Su primera pregunta tuvo que ver con sus excesos verbales. Trump le respondió que esas provocaciones no tenían otro objeto que ganarle espacio en una prensa que –al 85%– le había declarado la guerra. De ese modo, dijo Trump, hablan de mí, ahorro dinero, y todo el mundo lee lo que digo. ¿Quién fue el idiota?

 

Trump gastó la mitad que Hillary Clinton, o sea “apenas” 500 millones de dólares, mientras la favorita del establishment y de la progresía políticamente correcta dilapidó mil millones de dólares. ¡Arrea! Tú me dirás que ese dinero provenía de Arabia Saudita y de Qatar –que por otra parte financian el Estado Islámico– y de Wall Street, y llevas razón. Pero eso… los inteligentes no lo vieron, los progresistas no lo constataron y en una de esas –habida cuenta de la venalidad ambiente– hasta lo aplaudieron.

 

La TV y la prensa, apoyándose en un diluvio de encuestas y sondeos de opinión tan falsos como las empresas que los fabrican, convencieron al vulgo de la virtual imposibilidad de un triunfo de Trump. Vendieron la piel del oso antes de cazarlo (viejo proverbio ruso que debe recordar sonriendo Vladimir Putin), festejaron el gol antes de que la pelota entrase, se limpiaron el culo antes de obrar.

 

Ahora… buscan explicaciones, culpables y sinrazones, cuidando mucho de invertir la ecuación. Para estos genios Trump es la causa de los males que vienen, y no la consecuencia –entre otros– de la traición de los progresistas que ha ocasionado los males en que vivimos.

 

Partido demócrata en los EEUU, socialdemocracia en otros sitios del mundo, izquierda ‘moderada’, tibiona, indecisa, oportunista, venal, renovada, conver$able en el tercer mundo.

 

Cuando el aparato del partido demócrata conspiró contra Bernie Sanders –extraordinariamente popular– con el concurso interesado de CNN, con el propósito confeso de favorecer a Hillary Clinton –extraordinariamente impopular– en las primarias, ningún ‘progresista’ abrió la boca. Ahora, esos mismos ‘progresistas’ se duelen: “Ah… con Bernie hubiésemos ganado”. Nótese la forma verbal “hubiésemos”. Vamos arando dijo la mosca.

 

Hubo quién se atrevió a adjudicarle la responsabilidad de la derrota de Clinton al Partido Libertario y a su candidato Gary Johnson. El Partido Libertario es lo que la progresía ha bautizado como “izquierda radical” para evitar llamarla por su nombre: izquierda de izquierda.

 

Los resultados en los Estados clave fueron tan estrechos que, efectivamente, si Gary Johnson no hubiese obtenido los más de 4 millones de votos que obtuvo… Hillary hubiese ganado por paliza. Curiosamente, el programa de Gary Johnson fue el mismo que el partido demócrata derrotó con trampas en su propia primaria: el de Bernie Sanders, el candidato que pudo haber derrotado a Trump, evacuado tramposamente por “radical”.

 

Pero tan finos analistas olvidan un detalle no menor: la abstención. Trump y Hillary obtuvieron –cada uno– 60 millones de votos. Quienes se abstuvieron suman casi 103 millones… un 45% del electorado. Ciento tres millones de ciudadanos que, a pesar del bombardeo mediático, de los grititos de alerta de las almas pías, no estimaron necesario ir a depositar su voto. El fenómeno no es puramente ‘americano’. En las últimas elecciones parlamentarias de la Unión Europea la abstención superó el 60%.

 

Trump presidente, unos y otros se dicen que hay que trabajar con la realidad y no con los deseos. Así comienza la normalización del cuco.

 

Raúl Castro envió sus felicitaciones, François Hollande (que dijo horrores de Trump durante la campaña) le llama para proponerle una ‘fluida cooperación’, Theresa May –que mojó el slip de alegría– le recuerda la muy especial relación que siempre hubo entre Gran Bretaña y los EEUU... Muchos otros acuden a lustrarle los zapatos después de haberle escupido.

 

La progresía desata otra campaña del terror, advirtiendo que el programa del partido republicano es eminentemente reaccionario. Nada nuevo bajo el sol. Trump está contra el aborto. La democracia cristiana mundial también, lo que no le impide gobernar en Alemania, en Italia, en Chile y otros sitios… aliada a los ‘progresistas’.

 

Trump descarta el Obamacare, el sistema que Barack puso en obra para que más de 50 millones de atorrantes pudiesen acceder a cuidados médicos. El Estado Federal pone un billete, lo que abarata el costo para el pobrerío. Lo que no te cuentan es que Obama dejó el sistema en manos de aseguradoras privadas. Esa suerte de estafa legal llamada Isapre en Chile. Ni cortas ni perezosas, esas Isapre aumentaron el precio de sus pólizas de seguro médico, encareciendo significativamente su costo para los hogares que ya tenían seguro médico. De la noche a la mañana las Isapre caducaron esos contratos obligando los hogares a firmar un Obamacare más caro. ¿Gracias a quién?

 

Trump prometió construir un muro entre México y los EEUU. Grandes alaridos hipócritas de la progresía que omite decir que ese muro ya existe. Al menos 900 km de un muro tan o más infame que el que construyó Israel para aislar a la población palestina, del cual nadie dice nada.

 

Francia, el país de los derechos del hombre, construyó un muro en Calais para impedir que los migrantes puedan acceder a… Inglaterra. Y se trata del gobierno de un… socialista. España construyó sendos muros en Ceuta y Melilla –sus dos colonias del norte de África– para impedirle el paso a los migrantes muertos de hambre y de guerra, que intentan salvar el pellejo ingresando a Europa.

 

Europa… ¡Ah! Europa… Esa que permite que Hungría construya un muro con el fin de impedir el paso de migrantes sirios, kurdos, kuwaitíes, yemenitas, libios, malíes, sudaneses, centroafricanos y otras nacionalidades, que huyen de las guerras desatadas por… Europa.

 

Europa, esa que le paga a Turquía para que no deje pasar millones de migrantes que sufren en campos de concentración edificados por la Unión Europea en territorio turco. Esa Europa que se muestra tan extremadamente indulgente con Recep Tayyip Erdogan, el dictador turco.

 

La Unión Europea que practica el chantaje con Grecia: los griegos, que ya soportan cientos de miles de migrantes en su territorio, no deben dejarles salir de Grecia so pena de ver anuladas las “ayudas económicas” que la mantienen sometida.

 

Es verdad que el programa de los republicanos es reaccionario. ¿Y cómo andamos por casa?

 

En el tercer mundo, Chile obliga una mapuche detenida a parir engrillada, rodeada de gendarmes. Ahora le niegan la posibilidad de amamantar a su cría fuera de prisión durante los tres primeros meses de su vida. Con un gobierno de ‘centro-izquierda’ presidido por una… socialista.

 

Sin embargo, Trump, que aún no ejerce, es el culpable de los males venideros, lo que tiene la ventaja de hacer olvidar los males presentes: 30 millones de desempleados europeos, degradación de los servicios públicos, destrucción de la salud y de la educación como derechos ciudadanos. Trabajadores yanquis que –gracias a demócratas y republicanos– tienen ahora el mismo poder adquisitivo que en el año 1990, y se alimentan cada vez más gracias a food stamps que se hacen menos y menos accesibles. La desastrosa gestión de las guerras que “occidente” desató en el Medio Oriente, de donde surgió el Estado Islámico financiado por los aliados de… “occidente”.

 

Un proverbio hispano dice “Esos polvos trajeron estos lodos”. Y ninguna hipocresía, ‘progresista’ o reaccionaria, debe hacernos olvidar que Trump no es sino una consecuencia, y en ningún caso la causa.

 

Esos mismos hipócritas participan activamente a la normalización del cuco. Pronto les veremos abrazados en el G7, o en el G20.

 

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