Carta abierta al Sr. Albert Rivera

03/06/2016
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 carta abierta
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Sr. Albert Rivera: le escribo esta carta después de haber leído en El Mundo su artículo “Un país rico arruinado por el populismo”. (El artículo del Sr. Ribera lo transcribo a continuación de mi carta) Y se la escribo en el avión mientras regreso de Tenerife a Madrid.

 

Le puedo asegurar que le escribo porque su manera de hacer política me merece respeto, aunque en este caso pienso que no hace justicia a lo que está pasando en la revolución bolivariana de Venezuela.

 

Parece que Vd. ha viajado a Venezuela del brazo , mayormente, de quienes están en la oposición. En su escrito –puntual, con referencia a casos particulares y a algunos colectivos-muestra fuerte adhesión y protesta por lo que están sufriendo muchos venezolanos. Y alude a opositores relevantes como gente demócrata y heroica, injustamente encarcelados. No ha visitado, al parecer, los grandes barrios, que cubren inmensas laderas, ni otros sectores de la población , que antes de la llegada de Chávez, sufrían el flagelo de la miseria, el hambre, el desempleo, la enfermedad, el analfabetismno, la desesperación, etc. en proporciones muy superiores a las que Vd. lamenta ocurrir ahora. También parece que no ha tenido tiempo para informarse o no le han contado lo que el comandante Chávez hizo en beneficio de las mayorías pobres en básicas dimensiones de la vida individual, familiar y social. No es cosa baladí y le hubiera servido conocer y narrar algunos de los logros comprobados y publicados por organismo oficiales , tales como la ONU, la UNESCO, la FAO, etc.

 

Su visita hubiera podido, si no analizar y valorar en detalle el desarrollo de estos últimos quince años, no ignorarlo para relacionar este breve período con el largo de los 70 años anteriores y asegurar la veracidad de su valoración.

 

Lograr que la escolarización pasase en tan pocos años de 6 a 13 millones; que las universidades se duplicasen siendo Venezuela el quinto país con más alto número de universitarios; que los profesores pasasen de 65.000 a 350.000; que la reducción de la pobreza pasase de un 49,4 % a un 27,8 %; que las personas que recibían pensión pasasen de 387.000 a 2.100.000; que los médicos por cada 10.000 habitantes pasasen de 18 a 58; que el incremento de calorías se incrementase hasta un 50 %; que el salario mínimo pasase de 16 $ (100 bolívares) a 320 $ (2.000 bolívares); que el índice de desigualdad fuera en Venezuela el más bajo de la región latinoamericana (según el coeficiente de Gini); que se hayan entregado más de 900.000 viviendas, etc., etc. son datos indispensables, para no hablar infundadamente de un país arruinado por el “populismo” chavista.

 

Hasta 2012, Chávez ganó democráticamente todas las elecciones , menos una. Y fue en las de 2012, en que la oposición, unida toda ella, pensó que por las urnas iba a ganar,cuando también la perdió por unos tres millones de votos. A partir de ahí, al ver que no lograban la victoria via urnas , optaron po la via violenta desestabilizadora.

 

Le hubiera servido haber llegado a Venezuela teniendo descifrado el por qué y el por quiénes se producía el desabastecimiento de los mercados, las colas, las movilizaciones callejeras con maltratos, saqueos, incluso muertes y estar alertado contra la infamia de decenas y decenas de fotos, tomadas en otros países y atribuídas cínicamente a la represión del Gobierno chavista.

 

Un buen político sabe que nada ocurre al azar y, ante los males y desastres que Vd. nos cuenta, hay que extremar el análisis para captar las causas y causantes de los mismos. He estado en varios países de nuestra querida “Patria grande”, he estado en Venezuela y pude comprobar los progresos llevados a cabo por los populistas Chávez y Maduro.

 

Me temo que Vd. No se ha detenido a verificar la biografía del llamado héroe demócrata Leopoldo López. Una investigación en este caso es necesaria –encontrará escritos rigurosos sobre él- y nos serviría publicase el resultado de la misma.

 

Me resula extraño que en su artículo no haga ni siquiera mención del papel que juega en todo este drama la realpolitik de Estados Unidos. Aparte el gobierno chavista de Maduro, se lo explicarían de maravilla otros gobiernos de la región.

 

Hay textos de políticos de Estados Unidos verdaderamente emblemáticos a este respecto.El presidente Obama piensa en otra dirección y no los comparte, pero como ya se ha dicho, Obama en muchas cuestiones tiene el cargo pero no el poder. No obstante , le transcribo , por si le sugiere algo, este texto del supeconocido estadounidense Noam Chomsky: “Cuando en nuestras posesiones se cuestiona la quinta libertad (la libertad de saquear y explotar), los Estados Unidos suelen recurrir a la subversión, al terror o a la agresión directa para restaurarla”.

 

Puede imaginar lo que la oligarquía venezolana y la especial de Estados Unidos con sus empresas y mercados multinacionales pudieron acumular durante tantos años antes del chavismo en riqueza y poder, en monopolios y privilegios y armarse de hábitos propietarios como señores, y le será fácil entender la tan recrudecida y violenta acometida de los héroes de la oposición. Pruebe Vd. a proponerles un cambio que rebaje sustancialmente su standar de vida para una distribución de la riqueza más ecuánime, que la haga pasar a los que siempre carecieron de ella. Y pregúntese por qué carecieron y quiénes mantuvieron esa carencia hasta llegar el militarote, payaso y populista Chávez.

 

¿Y por qué el Sr. Rajoy, y otros políticos de nuestro país, abanderados por famosos periódicos (entre ellos El País) vienen sosteniendo una campaña tan feroz contra el Chavismo? Averígüelo o hágaselo cantar a niños de pecho, que con absoluta llaneza se lo contarán. No obstante, mamelucos propietarios de bienes usurpados, tienen a gala darnos la luz : Vamos, invadimos y arrasamos, para que brille la estrella de la libertad, de la democracia, de los derechos humanos, de la igualdad y solidaridad entre unos pueblos y otros.

 

Comparto su sincero dolor y solidaridad por la situación actual de la revolución bolivariana (fue revolución, de lo contrario las cosas seguirían como antes), deseando que prosiga su cauce democrático en beneficio de todos.

 

Y un último detalle: casi seguro que muchos de estos honorables propietarios, cuidan mucho de aparecer como cristianos, muy religiosos ellos, y así obtener la bendición de lo alto, a través de prácticas religiosas de acá abajo, pero que en muy poco reflejan el Evangelio del Nazareno.

 

Con reconocimiento y sincera estima

 

Benjamín Forcano

 

D.N.I. 39614473 D

 

Un país rico arruinado por el populismo

 

ME ENCONTRABA el pasado lunes esperando a embarcar en el avión que me llevaría a Caracas cuando varias personas se me acercaron para contarme de primera mano la situación que estaban viviendo en Venezuela. Lo cierto es que no viajaba mucha gente y el avión iba con menos de la mitad de los pasajeros que podría alojar. Durante el vuelo, muchos de ellos quisieron trasladarme su preocupación, cuando no su desesperación, por las condiciones de vida que hay ahora en su país.

 

Horas antes de mi viaje hablé con el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, quien me convocó a un encuentro con Rodríguez Zapatero, y mantuve varias conversaciones con Felipe González. Todos ellos me ofrecieron su visión sobre la compleja situación venezolana pero la verdadera dimensión del problema la tuve al escuchar los testimonios de las personas que viven y padecen las políticas chavistas de Maduro.

 

Antes de despegar supe que el viaje iba a ser útil a pesar de que algunos dirigentes políticos en España me estaban criticando por ello. Críticas que venían, por un lado, de quien le da pereza hacer política en casa y no digamos fuera de nuestras fronteras; y, por otro, de quienes llevan años viajando a Venezuela para formar, asesorar y apuntalar al régimen de Hugo Chávez y recibir millones de euros por ello, como aseguró el presidente de la comisión de Contraloría (Control de Cuentas) de la Asamblea Nacional venezolana, Freddy Guevara.

 

A pesar de todo, he ido a Venezuela a ayudar, a buscar soluciones, a aportar un pequeño grano de arena. Para mí fue un honor que la Asamblea Nacional de un país hermano me invitara a participar en una sesión sobre democracia y diplomacia parlamentaria. Allí defendí el diálogo como única vía de lograr una solución en Venezuela. Un diálogo, eso sí, con condiciones. En primer lugar, es necesario que el Gobierno venezolano reconozca la grave crisis humanitaria que vive el país, y que permita que la comunidad internacional pueda garantizar comida y medicamentos. En segundo lugar, es necesario que los políticos opositoresencarcelados queden en libertad. Y, en tercer lugar, es obligado respetar los procesos democráticos recogidos en su propia constitución y que se permita llevar a cabo el referéndum revocatorio del mandato de Maduro que solicita la oposición.

 

Venezuela es un país rico en recursos naturales y humanos y pobre en libertad, comida y medicamentos. Este bello país sudamericano sufre una trágica crisis humanitaria, una crisis política y de falta de respeto a los más elementales Derechos Humanos, y una preocupante crisis de inseguridad en sus calles.

 

Los datos macroeconómicos son alarmantes después de 17 años de chavismo y de políticas populistas. Es un país en quiebra económica y social. Millones de venezolanos pasan hambre. El día a día de la gente es hacer colas de cinco, seis u ocho horas para intentar conseguir algunos alimentos en medio del desabastecimiento. No hay pan, no hay arroz, no hay carne, no hay prácticamente nada que llevarse a la boca más allá de algunos yogures y algún refresco.

 

Una periodista venezolana que trabajaba para varios medios y que me estaba entrevistando me confesó que ella tampoco podía hacer tres comidas al día. «Abro mi nevera y no hay prácticamente nada, no como proteínas», me dijo.

 

La inflación se dispara y los precios de la poca comida que llega a los supermercados son prácticamente inalcanzables para la mayoría de la gente. Los bachaqueros, aquellos que hacen colas para comprar los escasos alimentos disponibles y revenderlos después por un precio tres o cuatro veces superior, hacen su agosto con la desesperación y el hambre de la población. Esta realidad la puede ver con mis propios ojos mientras el Gobierno de Nicolás Maduro echa balones fuera con el insultante argumento de que los que hacen colas para comer «no son venezolanos».

 

Los hospitales carecen de medicamentos o de material básico para que los profesionales puedan atender con una mínima dignidad a sus pacientes, los bebés mueren deshidratados porque no hay suero, los enfermos crónicos no pueden seguir sus tratamientos porque no tienen las medicinas necesarias. Tuve la ocasión de hablar con una doctora española que esperaba en la puerta del consulado de España en Caracas para arreglar sus papeles y poder regresar. Volvía porque estaba desesperada al no disponer de jeringuillas o de gasas para dispensar una atención básica a los enfermos.

 

El último día que estuve en Venezuela acudí a un acto organizado por Lilian Tintori, la esposa del líder opositor encarcelado Leopoldo López. Tintori es una mujer admirable, llena de fuerza a pesar de todo lo que está viviendo, y una persona que me ha ayudado muchísimo en este viaje. La cita era en un hotel de Caracas y allí puede escuchar y conocer en toda su crudeza la represión que ejerce el Gobierno chavista.

 

Fue imposible contener la emoción al oír testimonios desgarradores de madres, hermanas, padres y familiares de personas asesinadas, encarceladas y torturadas por el hecho de querer ser libres y pensar diferente al régimen.

 

Una niña de 23 años acribillada a balazos en la cara y asesinada por estar cerca de una manifestación de protesta contra el régimen chavista, o un chico encarcelado y torturado por criticar al número dos de Maduro en Twitter, son sólo algunos ejemplos que me rompieron el alma. Sin embargo, las lágrimas derramadas por esas mujeres y hombres en este encuentro fueron lágrimas de dignidad y de esperanza porque ellos son la luz del pueblo de Venezuela. No quieren venganza, quieren libertad y democracia. Tan simple como eso.

 

ACTUALMENTE HAY decenas de políticos opositores presos en Venezuela, y una represión brutal contra aquellos que combaten con la palabra el régimen chavista o contra quienes simplemente protestan. Intenté visitar a algunos de estos líderes políticos injustamente encarcelados como Leopoldo López, Daniel Ceballos o Antonio Ledezma (el primero se encuentra desde hace años en la prisión de Ramo Verde en condiciones inhumanas y los otros dos bajo arresto domiciliario). Fue imposible conocerles, porque el ejército y la policía chavista me lo impidieron.

 

Además, la inseguridad ciudadana ha crecido hasta límites insoportables y han convertido a Caracas, según los últimos estudios publicados, en la capital más peligrosa del mundo: homicidios, robos con violencia, secuestros, intimidación, enorme facilidad para acceder a armas de fuego…

 

Cuando se va la luz del sol y la noche se apodera de la ciudad la gente huye de las calles por temor a ser atacada o asesinada.

 

Así es la Venezuela chavista que algunos apoyan y elogian en nuestro país. Así es la realidad que algunos no quieren que expliquemos en España, no sea que se trunquen sus planes para asaltar el poder. Así es como un país rico puede acabar arruinado por el populismo. Pero, conociendo la fuerza y la dignidad que he sentido de la mayoría del pueblo venezolano, Venezuela volverá a ser libre, volverá a tener luz, y nosotros desde España tenemos la obligación moral de ayudarles. Una buena manera de hacerlo será no cometer sus mismos errores.

 

@Albert_Rivera

 

El Mundo ES

 

Presidente del partido Ciudadanos y candidato a la Presidencia del Gobierno españo

 

 

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/177881
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