Se mueven las frutas

03/06/2016
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Las hay de todos los colores: amarillas, verdes, azules, rojizas. También de distintos sabores: agrias, agridulces, azucaradas. Igual de distintos estados: verdes, maduras, podridas. Es el baile de las frutas políticas agitadas por el terremoto y las temibles réplicas, que apenas se calmarán un poco con las elecciones del año próximo.

 

Por cierto, en el gran frutero electoral van apareciendo tantas frutas que terminarán por zarandearse unas a otras. Ahora mismo hay una vistosa colección de precandidatos presidenciales, unos con vistosas guayaberas, otros con poncho o anaco, o bien con zapatos de futbolistas prematuramente jubilados, sin que falten exrectores universitarios o exministros y exparlamentarios; en fin, de todo, como en botica.

 

Hasta hoy no aciertan una, pues la bola de cristal de los brujos de las urnas (tipo Osvaldo Hurtado) está trizada hace fu por la partidocracia, y no la remediarán aquellos ‘héroes del Cenepa’ que, más que por sus hazañas guerreras, han brillado por sus millonarios depósitos en las cajas fuertes del nunca olvidado notario Cabrera.

 

Argumentan todos ellos que las candidaturas son lo de menos, que lo más importante es forjar el programa para la salvación nacional, a fin de salir del infierno al que nos ha lanzado Rafael Correa con su Revolución Ciudadana. Pero este cuento del programa viene de antiguo, por lo menos desde que Velasco Ibarra en 1944, luego de La Gloriosa del 28 de Mayo, anunció: “En junio habrá pan para todos”, y lo que tuvo el pueblo que lo encumbró al poder fue palo y cárcel con el golpe de Estado del 30 de marzo de 1946. ¿Y cuál fue el programa de Hurtado una vez asesinado el presidente Jaime Roldós Aguilera? Pues nada menos que la aplicación del ‘socialismo comunitario’, tirado luego al tacho de basura. ¿Y cuál fue el programa de León Febres-Cordero, el adorado apóstol de la oligarquía guayaquileña? Pues aquella vistosa consigna de ‘pan, techo y empleo’, adobada con la sonora promesa: “Os juro que jamás os traicionaré”, y rociada con la sangre de jóvenes ecuatorianos, de los hermanos Restrepo, de un centenar de mujeres violadas y degolladas por asesinos encubiertos tras la estampa de Camargo, creación del coronel de policía Hólger Santana, hoy prófugo de la justicia ecuatoriana y protegido en Estados Unidos.

 

 A lo dicho se podría agregar la demagogia de Sixto Durán-Ballén, levantando la bandera ecuatoriana en el Cenepa bajo el grito de “Ni un paso atrás”, mientras entregaba a precio de gallina robada el gas del Campo Amistad a la compañía norteamericana EDC-Machala Power y sacaba del país, rumbo a Miami en el avión presidencial, a familiares suyos para que no les echara mano la justicia en el caso famoso de ‘Flores y Miel’. A la lista podría agregarse el programa político de Jamil Mahuad, que tuvo su mayor logro en el feriado bancario y el éxodo de tres millones de compatriotas fuera del país; o la declaración de amor de Lucio Gutiérrez a Bush el genocida cuando le dijo: “Soy el mejor amigo y el mejor aliado de Estados Unidos”.

 

¿Cuál será el programa que nos ofrecerá ahora ese cúmulo de cerebros tan altruistas y desinteresados que no quieren ‘sacrificarse por la patria’ en calidad de candidatos? No perdamos el tiempo: la respuesta la tiene esa santísima trinidad que son la Casa Blanca, la CIA y el Pentágono. (O)

 

Jaime Galarza Zavala es escritor ecuatoriano

 

http://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/columnistas/1/se-mueven-las-frutas

 

https://www.alainet.org/es/articulo/177876?language=en
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