Adam Smith, Silvio Gesell y John Keynes para entender a Donald Trump

31/05/2016
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 candidato republicano
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Donald John Trump ya es el candidato republicano para las elecciones de noviembre próximo en los Estados Unidos de América cuando aún restan algunas primarias por haber superado el número de electores necesarios y mientras su figura genera escozor en muchos sectores sociales por la difusión de sus formas brutales de expresión hay escasísima reflexión sobre el fondo de esos dichos del que se pueden entrever previsiones de algunos de los mayores pensadores de la historia económica mundial como el escocés Adam Smith, el argentino por adopción Jean Silvio Gesell y el inglés John Maynard Keynes.

 

La mayor irritación generada por los dichos de Trump está relacionada con sus anuncios de expulsión de los trabajadores llegados a los EUA desde los países de América Latina, mayoritariamente mexicanos y centroamericanos los que aceptan condiciones de trabajo no legalizadas lo que genera desempleo entre los propios estadounidenses y mermas significativas en los salarios que abonan los empresarios de ese país, respecto de lo cual es muy interesante observar un comentario de Silvio Gesell en su obra cumbre, “El orden económico natural, por libre moneda y libre tierra”, editado con ese nombre en 1906.

 

“Si todos los obreros alemanes (cambiar por latinoamericanos) emigrasen a los Estados Unidos, se carecería allí de cuanto es menester para albergar y ocupar a esas masas. Tal escasez de fábricas, maquinarias y edificios rebajaría los salarios y elevaría al mismo tiempo enormemente los alquileres. El interés de los capitales reales sobrepasaría en mucho el interés básico”.

 

Nada más ajustado a la realidad contemporánea estadounidense donde los millones de irregulares han hecho desplomar el salario real mientras la presunta recuperación de la crisis manifestada a partir de 2007/2008 se basa, precisamente, en cuestiones tales como las ganancias del sistema financiero y la suba del costo de los alquileres.

 

Ya, a partir de la evolución de las economías financieras mundiales tras el primer gran colapso capitalista de 1873, Gesell dijo acerca de lo ya referido que “la enorme afluencia de inmigrantes enteramente pobres, que recibe el país (los EUA), había acrecentado la demanda en forma descomunal, viéndose además interrumpida la era progresista por numerosas y devastadoras crisis económicas”.

 

Pero Trump también alerta acerca de la llegada de musulmanes oriundos de la crisis que viven los países del Cercano Oriente, en particular Siria, y del Norte del África algo que también había imaginado el arqueólogo galés Thomas Edward Lawrence (Laurence “de Arabia”), virtualmente expulsado de la Conferencia de Versailles tras la “Primera Guerra Mundial” donde se opuso a la partición de Arabia, por entonces la “Gran Siria” a la que había ayudado a crear, al aplicarse un acuerdo franco-británico por el cual Irak, Palestina y Transjordania quedaban en el ámbito de influencia del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte (RU) mientras Líbano y Siria en el de influencia de Francia tal lo acordado entre ambos países por el Tratado Sykes-Picot y en referencia a la cual Winston Leonard Spencer Churchill escribiera “Las fronteras del Oriente Próximo las dibujé un sábado a la tarde de 1916”.

 

En esa conferencia de París también participó Keynes como parte de la delegación del RU y como tal trató de frenar las duras políticas impulsadas por el gobierno francés liderado por George Benjamin Clemenceau contra los países derrotados (Alemania, Austria-Hungría y Turquía) pero también contra aliados como Italia, las que fueron convalidadas por el primer ministro británico David Lloyd George y llevadas adelante a pesar de la oposición del presidente estadounidense Thomas Woodrow Wilson quién intuyó sus resultados.

 

Precisamente Keynes, absolutamente contrario a los castigos, fundamentalmente financieros, implementados por Francia y el RU, previó el futuro de gobiernos nacionalistas autoritarios en los países víctimas de esos castigos y así dio lugar a su notable y poco conocido libro “Las consecuencias económicas de la paz”, de 1919, y así se previó la “Segunda Guerra Mundial” y de qué lado iba a quedar cada una de las potencias europeas, entre las cuales Alemania e Italia, las más afectadas, pronto iban a dar lugar a líderes populistas, nacionalistas y autoritarios.

 

En el caso de Trump, además de rescatar la situación de los sectores estadounidenses empobrecidos que respaldan su campaña, también se plantea la deslocalización de las grandes empresas que buscando abaratar costos en la “maquila” mexicana o en los bajos salarios chinos, entre otras alternativas, han ido trasladando sus producciones hacia esos lugares y hasta sus matrices a los paraísos fiscales, entre los cuales ya han desarrollado algunos propios como el estado de Delaware mientras sus manejos han quedado en manos de los llamados CEO (Chief Executive Officer).

 

Trump reclama el regreso de esas hoy transnacionales a los EUA para sus actividades productivas y, como tal, opera en su condición de empresario propietario de sus negocios, no de gerente de los mismos.

 

Ya Adam Smith, en “La riqueza de las naciones”, de 1776, alertó contra la aparición de estos ejecutivos que por entonces no tenían esa denominación, y advirtió, al analizar el funcionamiento de algunas empresas, del riesgo existente en que las mismas no fuese conducidas por sus dueños y así, advirtiendo que los gerentes iban a ir contra la gente en general y contra sus propios patrones, propició una ley por la que para integrar los mayores niveles de conducción de una firma se debía contar con una parte significativa del paquete accionario.

 

La advertencia sobre el surgimiento de los actuales CEO y la conformación del nuevo sistema capitalista manejado por gerentes fue retomada con fuerza casi dos siglos más tarde en 1941 por el estadounidense James Burnham en “La revolución de los directores”, en este caso favorablemente, y 26 años después, cuestionándola, en 1967, en “El nuevo estado industrial”, por otro gran pensador estadounidense, John Kenneth Galbraith, el economista de cabecera del asesinado presidente John Fitzgerald Kennedy, de los mismos EUA, cargo para el que ahora se postula Trump.

 

El desorbitado Trump, que según alguno de sus colaboradores se moderará de ser electo presidente, hoy junta adhesiones en su campaña apuntando a los riesgos inmigratorios, particularmente de latinoamericanos como especulara Gesell en su momento; explica la aparición de un nacionalismo populista autoritario avizorados por Keynes para Alemania e Italia; y recuerda la postura de Smith sobre el capitalismo gerencial.

 

- Fernando Del Corro es periodista, historiador, docente en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires

 

 

 

 

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/177771
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