¿Guerra sucia?

26/05/2016
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Opinión
-A +A

Estamos a unos cuantos días de que se termine las tormentosas campañas electorales en toda la república mexicana, tormentosas campañas electorales en la cual todos los bandos contribuyen con su granito o granote de arena a enturbiar el panorama político, electoral y social.

 

Tratando de entender este fenómeno que se da como una manifestación de las relaciones humanas en busca del poder me di a la tarea de investigar diversas opiniones al respecto.

 

En el libro La Guerra Sucia en las Campañas Electorales de Andrés Valdez Zepeda se afirma que ganar o conservar el poder político implica una buena dosis de astucia, creatividad e inteligencia, no solo para obtener los votos que se requieren para construir mayorías electorales estables, sino, sobre todo, para derrotar a los adversarios. Las campañas negativas, cuyo objetivo central es vencer a los opositores, se han convertido en prácticas privilegiadas de los partidos y candidatos que disputan un cargo de elección popular, a pesar de las restricciones normativas. Este tipo de campañas adquieren el adjetivo de negativas porque se centran en hablar del adversario, generalmente en contra, en lugar de hablar sobre las fortalezas o propuestas propias.  

 

Por su parte Juan Manuel Coronel en un análisis al respecto considera que las reformas electorales para evitar las campañas negras serán puestas a prueba.

 

Continúa diciendo que los políticos necesitan de una conciencia “blindada” cuando se trata de iniciar campañas de desprestigio contra sus opositores. Esto implica husmear en sus vidas privadas, inventar defectos, calumniar, evidenciar negocios de familias; pero también deben estar preparados para que del otro lado les hagan lo mismo. Es el nombre del juego: guerra sucia, campaña negra, y saber evadir las leyes para realizarlas, parece ser una de las claves del manual político.

 

La elección presidencial de 2006 marca el momento en que se formalizan en el léxico nacional las palabras “guerra sucia” y “campañas negras”. Sólo basta recordar la avalancha de spots de radio y televisión que se enfocaron en atacar al candidato de la Coalición por el Bien de Todos, Andrés Manuel López Obrador, durante cerca de cinco meses de campaña. Guerra sucia y campaña negra que estuvo fundamentalmente manejada por el PAN desde la presidencia de la república en manos de Vicente Fox.

 

Agrega el analista que  los políticos buscaron remediar la polarización que ellos mismos propiciaron con la batalla presidencial y reducir los pleitos y acusaciones que se lanzaron con ferocidad en  esa elección, para lo cual se realizó en 2007 una reforma electoral amplia, que imponía las normas y procedimientos de las elecciones.

 

En el artículo 233 del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe) se estableció que en la propaganda política o electoral que realicen los partidos, las coaliciones y los candidatos deberán abstenerse de expresiones que denigren a las instituciones y a los propios partidos, o que calumnien a las personas. Asimismo, da facultades al IFE, hoy INE, para retirar cualquier mensaje que incumpla con este requerimiento, confirmándose aquello de que lo que no está prohibido está permitido.

 

En el imperio del norte no cantan mal las rancheras en este asunto, hace algunos días leí que  Donald Trump, virtual candidato del Partido Republicano, acusaba a su posible contraparte del Partido Demócrata, Hillary Clinton, de que ella era la culpable de todas las infidelidades de su marido, y eso que las campañas entre partidos aún no comienzan, imagínense todo el estiércol que correrá una vez iniciadas. En todas partes se cuecen habas.      

 

En el portal América Latina en Movimiento (ALAI) profundizan más en el asunto añadiendo que en los procesos electorales las Oportunidades (O) y las Amenazas (A) en correspondencia con otras dos internas: las Fortalezas (F) y las Debilidades (D). Estos cuatro elementos se combinan de a dos (siempre una interna con otra externa) para definir la orientación de las estrategias como ofensivas o defensivas. En las campañas electorales se habla de Fortalezas (F) cuando los partidos y frentes políticos tienen programa sólido, candidatos idóneos, militancia activa y masiva, estructura partidaria organizada, recursos suficientes. Lo contrario señalará las Debilidades (D) aplicables a candidatos sin carisma, caudillismos, militancia reducida, ofertas irrealizables, escasez de recursos. Mientras que las Oportunidades (O) y las Amenazas (A) expresan, desde el contexto, funciones facilitadoras u obstaculizadoras. Si el resultado de los diagnósticos entrega un cruce entre F (Fortalezas) y O (Oportunidades), las campañas se mueven en terreno propicio, igual que en el fútbol donde la combinación ideal para jugar bonito, atacar y golear se da cuando el equipo es de primer nivel (F), y además juega en su cancha y con una bulliciosa hinchada que lo apoya (O). Pero si la combinación de elementos da un cruce entre F (Fortalezas) y A (Amenazas), es decir que se tiene buen equipo pero se juega en cancha del rival con un árbitro no a modo, hay que tomar cuidados y aprovechar las individualidades para el contragolpe, al mismo tiempo que jugar al off side. En cambio si la combinación es entre D (Debilidades) y O (Oportunidades), es decir que el equipo   tiene a favor el arbitraje, el público, el clima o la mala racha del contrario, se podría pensar en un buen resultado con un gol de penal para defenderlo a rajatabla. Pero si la combinación es D (Debilidad) y A (Amenaza) entonces la F se vuelve J y no queda sino hacer del fair play poesía, jugar a matar, desarmar al rival y armar la tole-tole con el juego conveniente.

 

Existe un refrán, dicho, o como quieran llamarle, que todos hemos escuchado alguna vez: si quieres que te saquen tus trapitos al sol métete a la política, y existe otro que reza: el que se lleva se aguanta.

 

Si alguien tiene una cola demasiado larga, que a través de los años le ha crecido permanentemente, es mejor que se quede en casa para evitar que sea sometido a un bombardeo mediático trepidatorio y oscilatorio, pues ni Salvador Allende logró salvarse de la debacle que el imperio del norte le armó a través de una enorme guerra sucia que terminó en cacerolazos y en un cruento golpe de estado y eso que El chileno era un gigante viviendo entre enanos y no había nada realmente de que acusarle, ya que era demasiado honesto y de una izquierda hoy añorada, el panismo carece de todo esto y le sobra cola que le pisen, pregúntenle a Fox y a Calderón.

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/177723?language=es
Suscribirse a America Latina en Movimiento - RSS