Terremoto en Brasil
- Opinión
No se trata, como en el caso de Ecuador, de un sismo producido por la naturaleza. En el caso del gigante sudamericano, se trata de un sismo político de incalculables proporciones, que afectará a todas las porciones del continente americano. Un sismo provocado por la poderosa derecha, representante del capitalismo salvaje del país y de los emboscados intereses norteamericanos.
Desde cuando Luiz Inácio Lula da Silva, ganó las elecciones presidenciales por primera vez, aquella mafia antipopular y antinacional enloqueció sin remedio. ¡Cómo! ¿Aceptar que el líder de los pobres, emblemático dirigente sindical, conduzca los destinos de la potencia sudamericana? ¡Eso jamás!
Peor todavía aceptar que una mujer revolucionaria con un fuerte historial guerrillero fuera la continuadora del líder de las multitudes. Y más todavía cuando esta mujer tuvo la audacia de ser reelegida como presidenta. Ese momento la locura llegó a límites tales que violación de derechos constitucionales y cien leyes más fue convertida en descarado puente para que el vicepresidente - el “Judas Temer” como lo llama el pueblo-, se convierta en primer mandatario mientras Dilma Rousseff espera en capilla que le corten la cabeza.
El cuento inventado para este golpe de Estado asegura que Temer gobernará únicamente seis meses, mientras dura el juicio político contra la presidenta. Pero es de sobra conocido que lagarto que come no vomita, y en este caso los golpistas no aflojarán la presa porque si lo hacen tendrán por delante el triunfo del odiado Lula en las elecciones del 2018.
Además, los Estados Unidos no lo aceptarán, pues tienen clavada en su mente imperial la sentencia del corrupto ex presidente Nixon: “Hacia donde se incline Brasil se inclinará América Latina”. Y los yanquis pretenden que Brasil se incline a su anterior papel de subimperio de los gringos, y que en consecuencia se dispare contra Unasur, Celac, Petrocaribe, Mercosur; es decir, contra todos los mecanismos de unidad e integración latinoamericana y caribeña que tantos sueños y tanta sangre les ha costado a nuestros pueblos.
Claro que para lograrlo tendrán que pisotear toda forma de vida democrática y restablecer –por el momento sin charreteras- la feroz dictadura militar pro yanqui que sumió al Brasil en un lago de horror y llanto por cerca de veinte años, luego del derrocamiento del gobierno democrático y nacionalista de Joao Goulart en1964.
Por cierto, entre las causas que determinaron este gran sismo político, hay que incluir los errores del gobierno del Partido de los Trabajadores, que ventajosamente son hoy materia de una profunda autocrítica entre sus dirigentes y militantes. Entre esos errores figuran cierta arrogancia del poder, los apetitos de una alta y costosa burocracia, la falta de vigilancia y energía para descubrir oportunamente y castigar con mano de hierro toda manifestación de corrupción.
Todo lo cual, a más de ser una enorme tarea revolucionaria para el futuro inmediato, debe constituir una lección para todos los gobiernos democráticos e izquierdistas del continente. En el caso ecuatoriano, esta lección es urgente de asimilar, si no se quiere que al trágico sismo del 16 de abril se sume pronto un terremoto político de incalculables proporciones.
Miércoles, 18 de mayo de 2016
Jaime Galarza Zavala es escritor ecuatoriano
E-mail: jaigal34@yahoo.es
Twitter: @jaigal34
http://galarzajaime.blogspot.com/2016/05/terremoto-en-brasil.html
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