La utopía venezolana y la intervención

17/05/2016
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 nohay pueblo
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Nuestro Comandante Chávez tuvo la modestia y las virtudes de hacerle un total reconocimiento a los movimientos sociales y revolucionarios del mundo. Les dio motivación, fortaleza, y les reivindicó lo que ellos han obtenido en sus espacios políticos y de lucha social y ambiental. Algo que no tiene precedentes.

 

Allí nos dejó también, el legado de la Ley Plan Patria y el 5to Objetivo Histórico como es “Contribuir con Preservación de la Vida en el Planeta y la Salvación de la Especie Humana”. Este debe ser el punto de partida y guía por donde, estamos convencidos, debemos saber defender la permanente construcción, de la Utopía Venezolana.

 

Como siempre lo insistía nuestro querido y recordado Maestro Luis Antonio Bigott, los legados históricos, además de leerse, también deben saberse interpretar bajo las condiciones políticas y sociales del momento.

 

Para ello, se exige y requiere, una formación permanente y con pertinencia por las circunstancias, espacios y momentos que se viven, para seguir avanzando en el devenir de los cambios propuestos. Negar estas enseñanzas, es también negar la construcción de los numerosos legados históricos que afortunadamente como pueblo tenemos.

 

La utopía venezolana late en las tres raíces (robinsoniana, bolivariana y zamorana). Esas enseñanzas, contextualizadas y dándole su sólida vigencia social y política, tiene como el gran sur: afanarnos en construir una nueva sociedad, para la nueva civilización, donde tangiblemente se exprese y concrete, la justicia social y ambiental, y se consoliden nuevos valores opuestos a los impuestos por la economía del extractivismo, acumulación y consumo.

 

En esta construcción, debemos transitar, en conjunto con el movimiento de transformación global—con sus avances y retrocesos—en la conformación de políticas alternativas y concretas, para reestructurar las instituciones globales y cambiarlas radicalmente.

 

Nuestra nueva economía, necesariamente, tiene que ser compatible con las demandas de la dignidad humana y, definitivamente, con la sustentabilidad ambiental, ecológica y cultural. Una nueva eco-ética está emergiendo, buscando la construcción definitiva de esa sociedad posible y nos reclama el extirpar los vicios del pasado.

 

Esta utopía, que estamos construyendo en medio de grandes dificultades, es no sólo impostergable, sino también indetenible. No la detendrán ni maniobras políticas, ni sabotajes económicos, ni asesinatos paramilitares, ni las amenazas de intervención militar de las supuestas “fuerzas armadas democráticas del continente”. El imperio y sus narco-gestores-embajadores; los Uribes, los Almagros, los Piñeiras, los Quirogas, los González, los Aznares en compañía de sus antipatriotas mandaderas(os) pretenden asustarnos con tal “inusual amenaza” pero este pueblo está firme y resteado con la defensa de la Patria.

 

No menospreciamos al poder del imperio ni tampoco nos sobrevaloramos. Simplemente, el pueblo de Chávez está dispuesto a darles una derrota contundente. Después de todo, con todo su poderío no pudieron derrotar a los pueblos de Vietnam, Cuba, Afganistán, Siria, ni Irak. Pero nos cuadraremos hasta el último momento posible con la paz, para evitarle a nuestro pueblo el sufrimiento terrible y la exposición a armas sofisticadas de destrucción masiva que poseen los países imperialistas.

 

Claro, ellos no envían sus tropas directamente ahora, ellos usan ejércitos proxies. Ellos usan ejércitos privados, y ejércitos de países aliados, y a lo interno, profundizan las contradicciones y la polarización política, étnica y/o religiosa—culpando además a sus oponentes de ser los causantes de estas polarizaciones o contradicciones—para así ganar aliados internos y justificar sus agresiones.

 

Así vemos a Arabia Saudita, Qatar y Emiratos Árabes peleando la guerra de Estados Unidos, Europa Occidental e Israel contra Siria, Irak, Yemen e indirectamente contra Irán y el eje de resistencia en Líbano. Se explota artificialmente las contradicciones entre Suníes y Chiitas, y así se logra disfrazar la destrucción y la intervención extranjera en otros países.

 

De paso, se justifica el apoyo estadounidense y europeo a grupos afiliados a Al Qaeda y el Estado Islámico, mientras ataquen a sus enemigos (en este caso los pueblos de Yemen, Siria e Irak). Sin embargo, como pasó antes en los 80’s en Afganistán, cuando ellos crearon a Al Qaeda; y como pasó en 2012, en Siria e Irak, cuando crearon el Estado Islámico, éstos se les han volteado y los han atacado también.

 

Los EEUU han mantenido esa relación de amor y odio con el terrorismo, sin embargo, porque les permite mantener una política abierta de agresión, que justifica la violación de derechos humanos y civiles a lo interno para eliminar la disidencia; y el irrespeto a la soberanía de otros países, y la violación de todo tipo de derechos a los ciudadanos de esos países a nivel internacional.

 

Adicionalmente, al igual que en El Salvador, Guatemala y Colombia, los EEUU han logrado capitalizar la precaria condición social delincuencial que históricamente ha existido en nuestra sociedad venezolana para crear centros de organización paramilitar, que con el asesoramiento y la participación directa de paramilitares colombianos han logrado incidir sobre el nivel de seguridad de las y los venezolanos.

 

El paramilitarismo ha penetrado profundamente a sectores propensos al crimen y a la corrupción desatando fenómenos nunca vistos en el país, llegando incluso a las cárceles, donde los llamados “pranes” o jefes mafiosos, controlan la dinámica de ellas y las redes de extorsión, secuestro, cobro de vacunas y tráfico de drogas. El gobierno ha mostrado comunicaciones telefónicas entre las bandas paramilitares y empresarios y líderes políticos de oposición, demostrando como la degradación social del experimento gringo ha permeado a amplios sectores opuestos al proceso revolucionario.

 

No es de extrañar, que de estos delincuentes y escorias humanas, surja un ejército irregular que trate de posicionarse, como la vanguardia de las “fuerzas armadas democráticas del continente”. Son las fuerzas de la escoria y oscuridad, utilizadas para violentar, quebrantar y destruir la legitimación de los tejidos sociales existentes. Sólo así, tendrán las condiciones de intervenir directamente como lo propone la “Operación Venezuela Freedom-2”. Cerco, asfixia y tenaza al pueblo venezolano.

 

No es casual, que nos hayan impuesto gobiernos que históricamente favorecieron la monoproducción y la dependencia; así somos débiles cuando tratamos de liberarnos y nos imponen la pesada carga de tener que lidiar con la falta de diversidad en la producción; con el desabastecimiento programado; con los altos costos inducidos, entre otros fenómenos.

 

Aprovechan además la miseria humana y la desesperación económica para promover patologías socio-culturales-económicas (trampas, tracalas, bachaqueo, contrabando de extracción, descomposición social y corrupción en todas las facetas de la sociedad) apoyadas por bandas narco-paramilitares y lo combinan con la miseria política y el pitiyanquismo para conformar condiciones de generalizado descontento, de desesperanza y frustración en la población venezolana.

 

También es cierto, que estas fuerzas recogen los frutos y ventajas de nuestros propios errores, de la falta de humildad de muchos dirigentes; de la desidia e indolencia con nuestras responsabilidades; y de las actitudes banales y acciones anti-revolucionarias que se están asumiendo. Los infiltrados que se colaron en el proceso y tienen cargos de importancia hablan de “raspar la olla”; y junto a la oposición hablan de “retomar las tierras”, cedidas al campesinado, por cuanto dicen estar en la transición “de la entrega de la revolución”.

 

Hay seres humanos, si se pueden llamar así, que abiertamente manifiestan: “No nos importa la masacre o el exterminio que viene”. Evidenciando así, severas patologías sociales y la falta de un proyecto de vida y de sociedad, que les brinde una mínima identidad y compromiso con nuestra Patria y sus habitantes.

 

Es por ello, que el mismo Presidente Maduro enérgica, clara, y urgentemente le ha solicitado al Congreso de la Patria, avanzar en una nueva hegemonía cultural que supere las tantas debilidades que el enemigo ha sabido aprovechar.

 

Debe emerger una nueva dirigencia política que deberá asumir con la capacidad y corresponsabilidad necesaria, la defensa de nuestra patria y el re-significar nuestra revolución bolivariana, para construir, más temprano que tarde, la “Utopía Venezolana” en un proceso donde prevalecerá la paz, la humildad y la dignidad.

 

@17MiguelAngel

 

https://www.alainet.org/es/articulo/177512?language=es
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