No hay terrorismo sin causa

21/04/2016
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 La globocolonización impide una justa redistribución de la riqueza

 

El terrorismo no se entiende si lo sacamos de su contexto y nos ponemos a hacer elucubraciones abstractas. Su contexto es, en palabras de Frei Betto, la globocolonización, no la globalización. Globocolonización que reposa sobre la desigualdad e injusta redistribución de la riqueza, practicada por la invasión, explotación, usurpación y dominación de unas naciones sobre otras, con desprecio del Derecho y de la Ética.

 

El escenario sobre el que transcurre la acción es claro: hay un 11 de septiembre de 2001 en Nueva York;   un 11 de marzo de 2004, en Madrid; un 7 y 21 de julio de 2007 en Londres; una guerra subsidiaria en Siria desde 2011 con  participación de potencias extranjeras; un 13 de noviembre de 2015 en Paris; un….Es decir, un mismo escenario de siempre, unos mismos actores, una misma resistencia, unas mismas lágrimas,  una misma desesperación, unas mismas ruinas… ¿Por qué?

 

La espiral de la violencia es imparable. Y terrorífica. ¿Quién está en ella como causa primordial?

 

- En 1945, escribía el estadounidense George Kennan, jefe del grupo del Departamento de Estado: “Poseemos cerca de la mitad de la riqueza mundial. Nuestra tarea consiste en el próximo período en diseñar sistemas que nos permitan mantener esta posición de disparidad sin ningún detrimento positivo de nuestra seguridad nacional”.

 

-En fechas posteriores, añadía Albert J. Berberidge, uno de los máximos exponentes de la ideología del “Destino Manifiesto”: “El destino ha trazado nuestra política; el comercio mundial debe ser y será nuestro; lo adquiriremos como nuestra madre (gran Bretaña) nos enseñó.  Estableceremos despachos comerciales en toda la superficie del mundo como centro de distribución de los productos norteamericanos. Cubriremos los océanos con nuestros barcos mercantes. Construiremos una flota a la medida de nuestra grandeza.  De nuestros establecimientos comerciales saldrán grandes colonias que desplegarán nuestra bandera y traficarán con nosotros. Y la ley americana, el orden americano,   la civilización americana y la bandera americana se plantarán en lugares hasta ahora sepultados en la violencia y en el oscurantismo”.

 

- Y por si aún a alguien le quedara duda, que lea estas palabras del senador Brown: “Manifiesto la necesidad en que estamos de tomar a América Central; pero si tenemos necesidad de ello, lo mejor que podemos hacer es ir a esa tierra como señores”.         

 

La línea histórica de esta política nos hacen entender las palabras de Noam Chomsky, al referirse a la quinta libertad de que dispone su país: “Cuando en nuestras posesiones se cuestiona la quinta libertad, (la libertad de saquear y explotar) los Estados Unidos suelen recurrir a la subversión, al terror o a la agresión directa para restaurarla”.

 

Sería ilustrativo barajar las cifras de lo que la política occidental, con Estados Unidos a la cabeza, ha supuesto para el Tercer Mundo en términos de colonización, expolio y robo, solamente en el último siglo.

 

Las acciones terroristas no ocurren por casualidad, ni vienen de la nada, ni son efecto de una locura o de un odio ciego inmotivado. Terrorismo no es sólo el de un musulmán fanático, sino el de otros sujetos colectivos.

 

Detrás de la muerte de 200.000 guatemaltecos, no hay un individuo religioso fanático sino unos ejércitos oficiales y unos cuerpos paramilitares y detrás de esos ejércitos hay unos gobiernos.

 

 ¿Quién inspiró, apoyó y financió el golpe de Estado en Chile contra el régimen democrático de Salvador Allende? ¿Quién apoyó y financió el terrorismo contra el gobierno legítimo de Nicaragua? ¿Quién denunció la acción terrorista de Estados Unidos de no pagar a Nicaragua 15.000 millones de $ cuando el Tribunal de La Haya y el Consejo de Seguridad lo condenaron con esa sanción? ¿Cuántos Estados movieron un dedo para sancionar este terrorismo?

No hay, pues, que pensar que terrorismo es sólo cuando nosotros sufrimos el zarpazo. La venganza, el patriotismo, el afán de domino son malos consejeros y pueden cegar a la hora de señalar   a los responsables de una acción terrorista.

 

Para entender el terrorismo no valen los planteamientos maniqueos, sino dialécticos. Cierto que muchos, de ayer y de hoy, se negarán a analizar el por qué de la odiosidad de la civilización occidental.

 

Me parece advertir que, en el momento actual, el análisis del terrorismo se hace con otros acentos y miras al que prevaleció cuando el atentado de las Torres Gemelas. Por entonces, era casi unánime escuchar testimonios como estos:

 

-“Tendremos que ser igualmente atrevidos y unánimes en nuestra determinación, escribe Jeremy Rifkin, para mantener el espíritu democrático de apertura y tolerancia, y para abordar las injusticias económicas que permiten que florezcan los pensamientos extremistas y el terrorismo”. 

 

-  “La vida también puede volver un infierno por otras causas que los occidentales hemos olvidado: sufrir bombardeos de castigo, padecer humillaciones diarias, ver cómo desaparece lo que daba sentido a las cosas,… La historia reciente viene siendo un enfrentamiento entre los occidentales poderosos y ricos, dispuestos a matar paro no a morir, y los pobres impotentes a quienes sólo cabe morir matando”. Piensan que en Palestina, en Irak, en África y en otros sitios, los poderoso llevamos años matando sin morir”.  (Carlos Alonso Zaldívar)

 

-“La espiral del terrorismo, de los terrorismos, se alimenta con más muertos, sean del color que sean, y ese aumento de víctimas garantiza la justificación de su actitud e incluso le otorga ´legitimidad´´ para continuar su acción delictiva….La respuesta no es desde luego militar, sino aquella que parte necesariamente del derecho mediante la elaboración y la aprobación urgente de una Convención internacional sobre el terrorismo… Creo que ha llegado el tiempo en que lo principios de soberanía territorial, derechos humanos, seguridad, cooperación y justicia penal universal se conjuguen en un mismo tiempo y con un sentido integrador. Este, y no otro, debe ser el fin de la gran coalición de Estados frente al terrorismo” (Baltasar Garzón).

 

Quiero finalmente traer un testimonio del todo singular. Se trata del obispo de Melbourne Beach (Florida), Robert Bowman, que antes de ser obispo había sido piloto de cazas militares y realizó 101 misiones de combate en la guerra de Vietnam y escribió una carta abierta al entonces presidente Bill Clinton, que ordenó el bombardeo de Nairobi y Dar es-Salam, donde las embajadas norteamericanas habían sido atacadas por el terrorismo. Su contenido es aplicable también a Bush, que llevó la guerra a Afganistán y a Irak, guerra continuada por Obama.

 

“Vd. ha dicho que somos blanco de ataques porque defendemos la democracia, la libertad, los derechos humanos. ¡Eso es absurdo! Somos blanco de terroristas porque, en buena parte del mundo, nuestro gobierno defiende la dictadura, la esclavitud y la explotación humana. Somos blanco de terroristas porque nos odian. Y nos odian porque nuestro gobierno hace cosas odiosas. ¡En cuántos países agentes de nuestro gobierno han destituido a líderes escogidos por el pueblo cambiándolos por dictaduras militares fantoches que querían vender su Pueblo a sociedades multinacionales norteamericanas! Hemos hecho eso en Irán, en Chile y en Vietnam, en Nicaragua, y en el resto de las «repúblicas bananeras» de América Latina. País tras país, nuestro gobierno se opuso a la democracia, sofocó la libertad y violó los derechos del ser humano. Esta es la causa por la cual nos odian en todo el mundo. Por esta razón somos blancos de los terroristas. En vez de enviar a nuestros hijos e hijas por el mundo a matar árabes y obtener así el petróleo que hay bajo su tierra, deberíamos enviarlos a reconstruir sus infraestructuras, beneficiarlos con agua potable, alimentar a los niños en peligro de morir de hambre. Esta es la verdad, señor Presidente. Esto es lo que el pueblo norteamericano debe comprender». (National Catholic Reporter, 2 de octubre de 1998: ¿Por qué es odiado Estados Unidos? (Why the US is hated? )

 

La espiral de la violencia terrorista es una bomba que tiene sus causas y consecuencias.  Esa espiral se rompe desactivando las bombas de la desigualdad, de la injusticia,  del analfabetismo, de la pobreza, de la enfermedad, del hambre, de la marginación y sometimiento, todas ellas lanzadas por países colonizadores e imperialistas, que no entienden que cada nación es soberana, con igual dignidad y derechos .

 

Ante la tragedia de los atentados de ayer y de hoy, podemos afirmar que el ciudadano medio, estadounidense o europeo, jamás había pensado que él podría ser víctima, pues siempre ha sido agresor, simplemente por estar imbuidos de que sus países no sólo son los países más ricos del mundo sino los más buenos. Ese sería el primer aldabonazo: despertar del sueño imperialista y ponerse a reflexionar que en el mundo existen otros países a los que han reportado muchos males y que, por eso, los detestan. ¿No habrá detrás de tanta crueldad de los atentados algunas causas que si no los justifican aportan por lo menos una explicación?   

 

Termino con estas palabras admonitorias del teólogo Leonardo Boff: “El imperio está marcado por tantas contradicciones que no consiguen imponer su orden, a no ser por la violencia militar y por el terror económico…Hemos defendido la tesis de que la única guerra que pueden ganar los pequeños es ésta, la del terror. Los pequeños son imbatibles cuando aceptan morir y se hacen personas-bomba. Contra un hombre/mujer bomba no hay defensa posible. Es difícil para el actual orden mundial (que es desorden para la mayoría de la humanidad) entender que el terrorismo es primeramente consecuencia y sólo después causa de la inseguridad actual. De continuar arrogante y ciego, Occidente no va a tener solución, y cada vez más será un accidente”.

 

Benjamín  Forcano

Sacerdote y teólogo

 

https://www.alainet.org/es/articulo/176929?language=es
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