Nombre y honor

18/04/2016
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Si hay algo que se respeta en la América nuestra es el nombre. Cada quien se siente que al pronunciarlo se pronuncia un universo de acciones, de hechos, de circunstancias, sentimientos que conforman la historia ligada a la gran Historia en la cual está inmerso. No es egolatría, es identificación y pertenencia. Cada uno en ese eje accional de vida va construyendo un hilo narrativo del cual se siente protagonista e importante. Hablamos de la gente del buen obrar, de lo que solemos decir gente de bien. Los latinoamericanos por consiguiente desde esos espacios pequeños o grandes en los cuales se ha organizado para la defensa de sus intereses, que son colectivos, que se identifican con los valores patrióticos van aportando con su voz y su accionar fuerza y valor para ejercer la libertad, la paz. Honor y nombre van juntos.

 

Nombrar ratifica la amistad, legitima una experiencia, es la distinción de sentirse relacionado, representados por hombres y mujeres que hicieron con su historia la gran Historia. En ese gran eje narrativo surgieron Negro primero, Juana la avanzadora de Maturín, la Juana de Bolivia [1], Tránsito Amaguaña quien “junto con Dolores Cacuango lideró las luchas anti huasipungueras porque sabía que no hay libertad posible sin tierra” [2] Honor y nombre caminando juntos.

 

No basta este espacio para rememorar hombres y mujeres de América Grande y el Caribe que nacieron de origen anónimo y se convirtieron en heroínas y héroes de lucha y libertad. Muchos son los que han hecho brillar la América en arte, en literatura en deporte, en política. Honor y nombre juntos haciendo patria.

 

Hay todo un hilo argumental de libertad y de luchas desde Méjico hasta las Malvinas, desde la llegada del invasor ibero hasta nuestros días. No ha habido pérdida de memoria del pasado glorioso ni del presente que se construye. Ha habido un fluir constante de episodios tristes, pero también de sucesos memorables no ajenos a la gloria de ser latinoamericanos. También han hecho patria los héroes y heroínas de nuestros pueblos que sin haber sido reconocidos a nivel nacional, con su ejemplo han impulsado las luchas populares, desde sus caseríos o sus calles, sus pequeños territorios o sus movimientos. Efectiva presencia del nombre y el honor que no pierden vigencia, ni importancia; que están incólumes en el imaginario colectivo.

 

Ese ha sido el último descubrimiento de los alumnos de Joseph Goebbels: el orgullo de los pueblos en lucha, el nombre reconocido y admirado, el talón de Aquiles para el ataque, por ello la derecha en la América crea una nueva arma. Esa arma no es otra que destruir la imagen personal de los líderes y lideresas de izquierda, de los gobiernos progresistas y populares. Es un combate sucio porque está basado en la mentira, la calumnia, la descalificación y el descrédito. ¿Qué se pretende? Destruir los símbolos de hermandad de paz, de solidaridad, presente en los pueblos en la región; acabar con los nombres de los líderes y lideresas para destruir el fervor libertario y hacer sumisos a los hombres y mujeres de la Patria Grande para reducirlos a la desesperanza y paralizarlos en la lucha por la soberanía y la independencia.

 

Nombre y honor no podrán ser destruidos mientras haya sed de justicia social.

 

Caracas 13 de abril de 2016

 

Yury Weky Silva

Premio Accesit (en ensayo) El Nacional 1968

Autora de: La Revolución es un camino sin tregua (2003)

Por los Caminos (2005)

Caminos de Revolución (2007)

Coautora:

El Socialismo en el siglo XXI (2006)

Pedro el Insustituible (2008)

Registrados en el Sapi por publicar:

Mujer dispara por la vida

Desde el sol de Maturín

Voces de ausencia

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/176817
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