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Tereré jere: Alternativas a la sociedad paraguaya actual

29/03/2016
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 Introducción

 

 La realidad actual del Paraguay y de la población que lo habita es  claramente inaceptable e indignante, desde el punto de vista del bien  común, de la satisfacción de las necesidades básicas de amplios grupos  humanos y del goce de los derechos humanos universalmente reconocidos. La economía, la política, la educación, los medios de comunicación, las prácticas cotidianas, en suma, la organización social existente  en el país ha mostrado claros límites y evidente incapacidad para dotar  a toda la población de condiciones dignas de vida, a partir del trabajo,  el acceso a tierra y vivienda, a educación y salud de calidad, sin pobreza y desigualdades extremas como las que hoy se observan en el país  y la región. Los hombres y las mujeres que vivimos en estas tierras de  generosa  naturaleza,  no  solo  merecemos  gozar  de  esos  bienes  y  ser- vicios  esenciales  para  la  vida,  sino  que  existen  todas  las  condiciones   para que ello sea realidad y no un sueño lejano: un enorme potencial  de trabajo en la población; una cultura histórica con fuertes trazos de  solidaridad  y  cooperación;  un  territorio  dotado  de  abundantes  bienes   como  tierra  fértil,  agua  y  biodiversidad;  enormes  necesidades  humanas,  que  la  adecuada  combinación  de  trabajo,  organización  social  y   política, medios productivos y el uso racional de los recursos naturales  pueden satisfacer ampliamente, sin comprometer el futuro de las generaciones venideras.

 

La  evidencia  empírica  cotidiana  sobre  la  paradójica  coexistencia   de inhumanas carencias y grandes recursos productivos, nos convoca  a pensar, discutir e impulsar colectivamente alternativas a la sociedad  actual  en  que  vivimos.  Los  modos  de  producir,  los  de  participar,  los   de  construir  conocimientos,  los  de  comunicar,  los  modos  de  relacionarnos con la naturaleza, pueden cambiar, más aún, deben cambiar, si  queremos como sociedad llegar a satisfacer las necesidades hoy no satisfechas de miles de paraguayos y paraguayas, puesto que los caminos  transitados insistentemente en las últimas décadas han mostrado no ser  los adecuados para ese  fi  n, el de la sociedad incluyente donde predomine el bien común. Decía Albert Eienstein que la locura es “hacer la  misma cosa una y otra vez esperando obtener diferentes resultados” (1) ;  las  clases  dominantes  del  Paraguay,  obedientes  al  capital  internacional, vienen apostando a un supuesto desarrollo del país desde hace 150  años hasta hoy, con un modelo económico agroexportador extractivista  sustentado en la concentración de la tierra, que lo que ha mostrado es  ser muy útil para el progreso económico de una minoría de la población y del capital foráneo, además de la exclusión social de millones de  personas, y el aniquilamiento de las riquezas naturales. Lo que se impone a estas alturas del siglo XXI es dejar de apostar a lo mismo como  sugiere  el  gran  físico  alemán,  y  construir  colectivamente  propuestas   y  realidades  distintas,  que  sean  verdaderas  alternativas  de  desarrollo,   soberanía e inclusión, de  buen vivir (2)  para todos y todas.

 

Enfatizamos que los actuales modos de vivir y hacer deben cambiar,  porque el modelo de sociedad actual ha mostrado ser destructivo con la  naturaleza y la propia raza humana, comprometiendo peligrosamente  la vida, toda forma de vida, humana, vegetal y animal. El calentamiento global, el cambio climático, los gases de efecto invernadero, la masiva deforestación, la extinción de miles de especies de seres vivos, la  contaminación creciente del aire, tierra y agua, las múltiples epidemias  y enfermedades que se expanden en nuestros pueblos, son las innegables y dolorosas consecuencias de la sociedad centrada en el dinero, en  la acumulación de capital, en el consumismo exacerbado, en la pérdida  de horizontes y sentidos como seres humanos, más allá de la riqueza  material y el placer del momento. Encontrar alternativas a la sociedad  actual ha dejado de ser una opción o posibilidad, se ha convertido en  este momento histórico en una condición de existencia y supervivencia  

 

Lo alternativo, lo diferente a lo hegemónico, ha existido en el pasado  en  diferentes  momentos  de  la  historia,  y  sigue  existiendo  en  la   actualidad,  en  diferentes  sectores  y  dimensiones  de  la  sociedad;  así   mismo, lo alternativo a lo que hoy predomina existirá en el futuro, por  lo dinámico y cambiante de todas las sociedades humanas, por el movimiento dialéctico incesante que transforma la materia y la cultura, por  la  conciencia  creciente  de  diferentes  grupos  humanos,  organizados  y   no organizados, de que un nuevo tipo de sociedad, de relacionamiento,  de  vivir,  debe  ser  construido  colectivamente,  a  pesar  de  los  muchos   impedimentos existentes. La confrontación entre las fuerzas conservadoras del (des) orden actual y las fuerzas portadoras de impulsos transformadores  será  incesante  mientras  existan  excluidos,  marginados  o   explotados de un lado y acaparadores, opulentos y explotadores por el  otro, situación que se presenta en la mayor parte del mundo actual, organizado a partir del pensamiento neoliberal, la búsqueda del lucro, la  desigualdad económica y la competencia encarnizada por el mercado.  Las fuerzas de quienes buscan defender sus privilegios y quienes bus- can conquistar sus derechos más elementales marcarán una y otra vez  episodios esperanzadores o trágicos en la historia de nuestros pueblos,  hasta el día en que estas polarizaciones sociales den paso a condiciones  de vida dignas para todos y todas, superando los enormes contrastes de  clases, mediante procesos de lucha y construcción popular, que puedan  superar la organización mercantilista y excluyente actual.

 

Las  experiencias  alternativas  del  pasado  conjuntamente  con  las   prácticas contrahegemónicas dispersas en la actualidad, en diversas regiones y territorios, pueden ser magníficos ingredientes para imaginar,  dibujar  e  inventar  un  futuro  alternativo  al  capitalismo  depredador  de   nuestros  días.  El  Paraguay  cuenta  en  su  haber  con  ricas  historias  de   construcciones alternativas, comunitarias e incluyentes, que deben ser  releídas  desde  el  presente  para  trascender  los  esquemas  de  la  cultura   dominante, colonial e individualista, y así proyectar propuestas alternativas:  en  esta  dirección  debemos  recuperar  las  experiencias  de  los   pueblos  indígenas,  de  las  múltiples  etnias  que  habitaron  y  habitan  el   Paraguay, con sus prácticas y cosmovisión comunitaria, de reciprocidad y armonía; la compleja historia de las reducciones jesuitas con sus  Tereré jere.

 

Alternativas a la sociedad paraguaya actual errores  y  aciertos;  la  experiencia  de  la  independencia  política  y  eco- nómica  lograda  durante  el  periodo  independiente  de  1811  a  1870;  la   trunca experiencia de la revolución febrerista de 1936; las indispensables experiencias comunitarias llevadas adelante por las Ligas Agrarias  campesinas en las décadas de 1960 y 1970; las heroicas conquistas de  tierra para asentamientos a partir de 1980 hasta principios del presente  siglo, y las diversas resistencias productivas y culturales, opuestas a las  formas hegemónicas de organización. Todo este  humus histórico,  esta  tierra fértil forjada a sudor y sangre, puede permitir la germinación y  crecimiento de un nuevo modo de ser y de estar en el mundo, ya en otro  momento histórico, dominado por la modernidad y la tecnología, pero  que puede ser rede fi  nido y reorientado según la conciencia y la voluntad colectivas, hechas y rehechas una y otra vez en el devenir histórico  indetenible.

 

Expreso  mi  sincero  agradecimiento  a  la  Fundación  Rosa  Luxemburgo  por  facilitar  la  realización  del  presente  estudio;  al  equipo  de   BASE  Investigaciones  Sociales  por  todo  el  apoyo  ofrecido  a  esta  investigación,  y  por  las  ricas  discusiones  que  tuvimos  a  lo  largo  de  su   desarrollo; a los entrevistados y las entrevistadas, quiénes con sus voces  y  experiencias  hicieron  posible  esta  reflexión  colectiva;  al  Padre   Bartomeu Melià, por todos los aportes generosamente ofrecidos a este  trabajo; a mi compañera Lisa, por ser mi maestra cotidiana en el arte  de la reciprocidad y el amor a cada ser humano; a Nahuel y Fede, por  cada minuto compartido y esos abrazos al llegar a casa.

 

Notas

 

  1. http://www.muyhistoria.es/contemporanea/articulo/quince-frases-geniales-de-albert-eins-tein

 

2.   El buen vivir es una concepción y práctica de los pueblos originarios de sudamérica, conocida como sumak kawsay en Quechua y suma qamaña en Aymara, semejante al teko porã de  la experiencia Guaraní.

 

https://www.alainet.org/es/articulo/176361
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