El presidente de los EEUU Barack Hussein Obama y su vista a Cuba

La incoherencia de Barack Obama mapea el genoma humano para localizar a Cuba (I)

24/03/2016
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He reparado desde hace algún tiempo, en que cuando cierto acontecimiento es difícil de discernido de manera coherente, le endilgan el epíteto de “histórico”.

 

El 20 de marzo de 2016 a primera hora de la tarde el avión presidencial aterrizó en el aeropuerto José Martí de la Habana, con la alharaca indispensable compuesta por la prensa nacional e internacional, y un despliegue de seguridad personal, realmente innecesario en Cuba.

 

Descendió la escalerilla junto a su esposa e hijas (casi olvido a su suegra), cubriéndose con sombrillas negras debido a una pertinaz lluvia, anticipo de un frente frío, que hizo descender la temperatura en la capital bastante por debajo de lo que había pronosticado el Instituto de Meteorología.

 

El canciller Bruno Rodríguez y la jefa del departamento de los EEUU Josefina Vidal, junto al embajador de Cuba en Washington, Cabañas, les recibieron al pie de la escalerilla del avión; la prensa y el resto a distancia correspondiente. Casi de inmediato su vehículo presidencial al que denominan “la bestia”, aparcó seguido por una hilera de autos que recogieron a la extensa comitiva que lo acompañaba. Partieron del aeropuerto habanero y se encaminaron hacia La Habana Vieja (Casco Histórico)  para comenzar sus primeras actividades en el país.

 

Habanero de vieja data tengo como experiencia que la lluvia y Cuba, pero sobre todo la capital del país, no congenian. La que antecede a los frentes fríos cala hasta los huesos, humedece los zapatos y los pies creando una sensación incómoda que se agrava cuando la temperatura comienza a descender. La Habana no es una ciudad que tenga mucho que ver con Venecia. Los charcos; ¡ay!, los charcos incómodos desde tiempos de la colonia.

 

Recibido por el Historiador de la Ciudad Eusebio Leal, realizó un recorrido, a nuestro criterio demasiado apresurado, por el Museo de la ciudad; y luego caminando, porque “la bestia” no cabe dentro de determinadas zona del casco histórico, venció unos trescientos metros hasta la Catedral de la Habana a través de su Plaza. Por razones que en principio desconocemos, había personas aguardando guarecida en los portales, a que pasara la comitiva; pero nada de muchedumbre. En la Catedral lo recibió el cardenal de la Habana Ortega Alamino con quien Obama tuvo un breve encuentro, teniendo en cuenta que fue uno de los gestores de las conversaciones “secretas” entre él y el presidente de Cuba Raúl Castro.

 

Posteriormente abordó su “bestia” y se fue a comer en una de las llamadas en Cuba “paladares”, ejemplo de espacio de esa economía de servicios privada con la que está interesado en profundizar intercambio comercial, al margen de la institucionalidad del Estado cubano. Ciertas “malas lenguas”, echaron a volar comentarios acerca del apuntalamiento que la embajada estadounidense en Cuba asumió pera que el menú lograse el esplendor pertinente. Lo que hasta cierto punto tiene cierta lógica porque debido al mismo bloqueo estadounidense contra Cuba, como razón esencial, no existe aún un mercado mayorista con que atender los requerimientos de tal economía que ha crecido de manera imprevista en los últimos cinco años en el país.

 

Al día siguiente lunes 21 de marzo de 2016, fue recibido oficialmente por el general de Ejército Raúl Castro Ruz, presidente de Cuba. Contrariamente a ciertos murmullos y dudas al respecto, rindió tributo a José Martí en la Plaza de la Revolución y dejó en el libro de firmas unos apuntes, que como siempre, solo dice “cosas” a medias.

 

El día 22 de marzo de 2016, tras su encuentro la tarde anterior con una representación del empresariado cubano estatal y privado, realizó una intervención “conferencia” ante representantes de la amplia sociedad civil cubana en el Gran Teatro Alicia Alonso. Aunque dejaremos para textos posteriores el análisis de ambas intervenciones, podría adelantar que de ésta última la mayoría de los participantes  cubanos “tomó” lo que estimaba más coherente y lo demás lo interpretaron como hojarasca, y ni siquiera lo tuvieron en cuenta. En esa última estuvo presente la dirección del gobierno encabezada por Raúl.

 

El recién remozado estadio Latinoamericano fue escenario del juego entre una selección cubana de beisbol y los Rays del Tampa de la MLB. Amos presidentes asistieron al juego, que los de Tampa ganaron cuatro carreras por una. Antes de finalizar el juego de beisbol, se retiraron del estadio con rumbo al aeropuerto para abordar el avión presidencial, e iniciar el viaje hacia Argentina actualmente gobernada por el neoliberal Macri.

 

De notificar lo realmente desagradable se encargó Rhodes, el asistente de Obama para la Seguridad; quien en conferencia de prensa advirtió que ni el cierre de la (ilegal) Base Naval de Guantánamo, ni de la cárcel que allí reside estaban en el tapete de la negociación con Cuba. En fin nada nuevo bajo el sol; Cuba aún no tiene acceso al dólar para su comercio exterior. Quizás no aparezca una foto de Barack Hussein Obama fumándose un Cohíba o probando una línea de Havana Club añejo, pero es muy probable que lo haya materializado (en privado).

 

La normalización de las relaciones entre los EEUU., y Cuba parece pintarse como un camino largo; y amenazado por unos cuantos escollos que Barack Hussein Obama no tiene planificado asumir en lo que le resta de residente dentro de la Casa Blanca.

 

Por mi barrio, los vecinos (ninguno labora en el sector diplomático) con los trajines de la cotidianidad y el comienzo de la final de la serie nacional de beisbol, prácticamente ya olvidaron el tránsito de Obama por La Habana.

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/176288
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