Toma de conciencia y transformación social

14/03/2016
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Uno de los atributos de los grandes pensadores y filósofos que lograron describir la realidad conforme ella es, fue la toma de conciencia (que es el darse cuenta) de la realidad interna y externa. Y lo contrario, la incapacidad de darse cuenta (de dictadores, dogmáticos, intelectualoides, etc.) provocó que se viviera dentro la irrealidad y por esto la humanidad estuvo sumida en la oscuridad de la ignorancia.

 

Hoy en día la necesidad de tomar conciencia de la realidad y tener un sentido crítico de ella se hace imprescindible, puesto que, a cada día que pasa, la desinformación emerge como un fantasma que va devorando las mentes de muchos hombres y mujeres que viven todavía dentro de la irrealidad. Y si viven en la irrealidad serán más susceptibles de ser engañados.

 

La toma de conciencia no es una capacidad que se adquiere desde el nacimiento, sino que es una habilidad que se va desarrollando en la medida que se interactúa en los ámbitos interno y externo. 

 

En un primer momento, esta toma de conciencia conduce al sujeto a tener un sentido común depurado, o sea, un buen “olfato”.  La persona con sentido común desarrollado, podrá darse cuenta de la realidad externa con una mayor facilidad. En la vida cotidiana emergen individuos con una alta capacidad de sentido común quienes interpretan la realidad de forma rápida y reaccionan ante ella con los comportamientos adecuados a la situación.

 

En un segundo instante, la toma de conciencia conlleva elementos afectivo-mentales, donde a partir de una vivencia o vivencias, el individuo se da cuenta de su realidad interna o de la realidad externa. En la medida que el individuo a traviesa por el camino de la vida, el proceso experiencial le permite darse cuenta de lo que sucede en el entorno (intra o extraambital).

 

En un tercer momento, la toma de conciencia involucra elementos intuitivos, tomando la intuición, desde la fenomenología, como la capacidad de captar la realidad tal cual ella es. El individuo a partir de un proceso de crecimiento personal y espiritual tiene la habilidad de darse cuenta de lo que realmente sucede en su entorno. Sin embargo, en la sociedad abigarrada en la cual vivimos, no todos tienen la capacidad de darse cuenta de la realidad y viven inmersos en la irrealidad, y refuerzan este hecho como parte de su vida y creen que los otros deben estar también inmersos en esa ficción. Entonces, en este contexto, si no hay toma de conciencia, la transformación de la sociedad es más difícil.

 

La toma de conciencia


¿Es posible cambiar la realidad sin conocerla?  Tanto la realidad interna como la externa deben ser conocidas para una transformación del ser o de la sociedad. Ambas transformaciones están intrínsecamente relacionadas y hay un traslape existencial entre ellas. Se puede decir que si no hay una toma de conciencia individual, difícilmente se logrará una verdadera toma de conciencia social.
 

¿Y qué es la toma de conciencia? Desde el enfoque psicológico de la gestalt, la toma de conciencia es la capacidad de darse cuenta de cómo la persona funciona como ser organísmico (mente, emoción y cuerpo), como ser social, como sujeto transpersonal y como ser ecológico. La toma de conciencia es la capacidad de ver la realidad interna a través de lo irreal enmarañado, y ver la capacidad de la realidad externa a través de la red de espejismos emergentes. Los espejismos son configuraciones emotivo-mentales que expresan la realidad de manera falsa. Por ejemplo, el espejismo del racismo induce a creer que existen grupos humanos superiores a otros, siendo esto falso. Por esto, sin toma de conciencia, el individuo apenas se mueve como un autómata en una irrealidad que lo mantiene controlado.

 

Existen varios tipos de toma de conciencia, y desde la Gestalt social, se pueden plantear las siguientes.

 

La toma de conciencia individual

La toma de conciencia individual involucra el darse cuenta de las sensaciones, emociones y pensamientos que ocurren en el ser organísmico. El individuo desde que nace va adquiriendo la capacidad de darse cuenta de su funcionamiento como persona. En la medida que transcurre el tiempo, el infante es cada vez más consciente de su cuerpo, interactuando con sus propias necesidades y las necesidades del entorno. Sus necesidades físicas son más importantes, y espera que sus padres cubran las mismas en la medida que vayan emergiendo. Cuando la persona llega a la adolescencia es cada vez más consciente de la dinámica, no sólo de su cuerpo, sino también de sus emociones y pensamientos. El juego de las polaridades emocionales ya no es tan automático, el propio adolescente se da cuenta que puede controlar y manejar sus emociones. Y cuando llega a la edad adulta, el sujeto, que ya maneja mejor sus sensaciones y afectos, toma más conciencia de sus pensamientos y es capaz de ampliar su capacidad de darse cuenta, en todos los aspectos. Entonces, en la adultez el sujeto ya puede ser capaz de darse cuenta de sus sensaciones, de sus emociones, de sus pensamientos y de su relación con el entorno. Esto puede ser de manera limitada, a veces, sólo de forma subconsciente, o también puede ser de forma más abarcante y mucho más consciente, con pleno control de los aspectos mencionados.

 

EL rango de toma de conciencia varía de persona a persona, conforme su formación, su experiencia de vida y/o su entrenamiento. En esta última opción, de formación, aparecen los grupos de crecimiento personal, los grupos de encuentro, los grupos maratónicos, y otros tipos de grupos que posibilitan desarrollar la habilidad de toma de conciencia individual. Y este desarrollo será la base para la toma de conciencia social, transpersonal y ecológica.

 

De todas maneras, la toma de conciencia individual también se desarrolla de acuerdo a las vivencias emergentes en la vida cotidiana. La humanidad avanza de una etapa infantil, hacia etapas más avanzadas en el transcurso de las centurias y los milenios.

La toma de conciencia social

La toma de conciencia social es darse cuenta de los ámbitos familiar, grupal y social, y ver cómo estos afectan la percepción, las actitudes y los comportamientos del individuo en lo personal y lo interpersonal. La toma de conciencia social surge cuando el niño se da cuenta del otro (madre, padre, hermanos, etc.), y verifica que el mismo le afecta de una determinada manera, llenando o no sus necesidades básicas. En la adolescencia, el individuo se relaciona mucho más con los otros y reacciona positiva o negativamente a la dinámica emergente. En la adultez, las relaciones humanas son mucho más complejas, con muchas más variables inmersas, donde no sólo está el afecto o el desafecto. Las personas, en su relación con el entorno social, usan el razonamiento concreto, y por sentido común, se da cuenta de lo que sucede en el medio. Asimismo, algunos individuos pueden usar el raciocinio abstracto, que les permite analizar de forma más compleja la realidad social, y se dan cuenta de cómo funciona el entorno. Igualmente, pueden usar el análisis crítico para poder analizar, evaluar y tomar decisiones frente a lo que sucede en el mundo.
 

Si el individuo ha desarrollado la toma de conciencia individual para conocer su propio funcionamiento, entonces, le será más fácil darse cuenta del funcionamiento del entorno, y así desarrollar la toma de conciencia social. Le será más fácil, al individuo o al grupo, desarrollar la conciencia grupal. Esta conciencia es la capacidad de sentirse miembro o parte integrante de un grupo, de un todo. Esto puede empezar a darse a través de la membrecía, la identificación, el compromiso y terminar en la inclusividad.
En una primera instancia, la conciencia grupal existe en los sujetos como impulso instintivo o sentimiento gregario, por esto los individuos se han reunido o se reúnen en familias, grupos sociales, grupos culturales, grupos políticos, grupos empresariales, grupos religiosos, etc. Sin embargo, este impulso no ha sufrido grandes cambios cualitativos con el desarrollo de la sociedad, conforme tendría que darse.
De todas maneras, por las crisis sociales que se han estado dando, y por las que se darán, se puede predecir que la conciencia grupal será estimulada, ya no como impulso instintivo, sino como una cualidad a ser desarrollada. Por ejemplo, aquellos que tenemos una familia, sentimos a la misma como parte de uno; o sea, nos fusionamos a ella (la familia) en pensamiento, sentimiento y sensación. Esto mismo se logrará, en el futuro, con los grupos que se sentirán parte de la humanidad. Los primeros pasos en ese sentido ya se están dando.

 

 

La toma de conciencia transpersonal

Para entender la toma de conciencia transpersonal, es necesario hablar respecto a los niveles de conciencia. Conforme estudios realizados en el campo de la psicología, se observan tres niveles de conciencia: El subconsciente, el consciente y el supraconsciente. El nivel subconsciente representa nuestros instintos, experiencia acumulada, predisposiciones innatas, deseos reprimidos y todo aquello que está inmerso en los niveles profundos del psiquismo humano. El nivel consciente representa el conjunto de actitudes, esquemas perceptivos, comportamientos, intereses, motivaciones y de otros aspectos personales susceptibles de hacerse figura en el momento necesario. El nivel supraconsciente representa el cúmulo de posibilidades y potencialidades inherentes al ser. Es el conjunto de cualidades inherentes a la existencia del ser humano.  
 

Entonces, la toma de conciencia transpersonal es darse cuenta, en una dimensión trascendental, de las potencialidades inmersas en la esencia del SER. Esta capacidad emerge a partir de un entrenamiento o de una experiencia profunda de vida. Esta capacidad puede desarrollarse en la edad adulta. Lo individual y lo social han sido trascendidos, y son incorporados a una forma holística de ver el mundo, donde todos somos para todos. Se mantiene la persona, pero desaparece el individualismo, y la conciencia grupal es lo común.

La toma de conciencia ecológica


La toma de conciencia ecológica es el darse cuenta sobre la relación que existe del individuo o grupo con la naturaleza. Es la capacidad de tomar conciencia de la existencia de los distintos reinos de la naturaleza en equilibrio con los quehaceres de la humanidad. En la medida que el ser humano ha ido perdiendo su relación con la naturaleza, esta capacidad ha ido disminuyendo o desapareciendo. Son pocos los grupos humanos que todavía preservan la capacidad de toma de conciencia ecológica.  
Hoy se habla de recuperar la toma de conciencia ecológica, en una sociedad que refuerza el individualismo y la depredación, donde el sujeto se considera solitario en un mundo donde prima el salvajismo material y psicológico. El resto (animales y plantas) son simplemente el “resto”, y si desaparecen, para el sujeto egocéntrico, no habrá problemas, o sea el hombre seguirá existiendo, sin importar que la Tierra esté muy dañada. Por esto, hoy en día ocurre la explotación salvaje de los recursos naturales, sin importar daños directos o indirectos para el planeta.

 

Hoy existen grupos que desean promover la toma de conciencia ecológica en aquellos individuos o sujetos que viven en sociedades donde la naturaleza está considerada como algo sin importancia. También desean recuperar la toma de conciencia ecológica en aquellos individuos o grupos que mantenían una relación estrecha con la naturaleza. Con el avasallamiento de aquellos que tienen una postura “anti naturaleza”, ciertos grupos han perdido esa relación estrecha con el medio ambiente. Por ejemplo, tribus de la región del Amazonas, de las comunidades de los Andes, de las comunidades indígenas de Centro América y otros, vienen siendo contaminados por la cultura occidental, y por esto, están cada vez más perdiendo esa relación estrecha con la naturaleza. Entonces, la toma de conciencia ecológica debe ser desarrollada a partir de la vivencia y de la interrelación de las personas con la naturaleza, en sus diferentes reinos, y preservar el equilibrio ecológico sobre todas las cosas.


¿Cuándo surge la conciencia individualista?

La individualidad es un derecho al cual tenemos todos los seres humanos. En esa individualidad mantenemos nuestra identidad y nuestro libre albedrío. Las sociedades democráticas han defendido a raja tabla esta individualidad, y esto ha sido válido para mantener vigente las libertades del ser humano. Sin embargo, fruto de los desmanes de los sistemas anquilosados, la libertad se ha convertido en libertinaje (p.e. en el sistema capitalista salvaje) o en “libertad supuesta” bajo ciertas condiciones de restricción (sistema socialista materialista). Entonces, la individualidad del ser humano se ha transformado en individualismo que refleja una conciencia básicamente individualista. Esta conciencia que desarrolla un egocentrismo extremo donde el individuo se siente el “ombligo del mundo”, ha llevado a los sujetos a perder la noción de “yo dentro del grupo” y ha estimulado la noción del “yo y mi mundo interno”. El filtraje es el mecanismo de resistencia más utilizado, por lo tanto, los filtros (configuraciones perceptivas falsas) predominan y afectan en las actitudes y comportamientos de los individuos que solo velan por si, olvidándose del resto. Y si existe el resto, es solo para servirles a ellos, así ellos lo perciben.
 

El producto de una conciencia individualista extrema es el psicópata asocial, cuyo filtro mental perturba el accionar de los sujetos que viven a su alrededor, de forma directa o indirecta. Este tipo de psicópata está mimetizado en todos los ámbitos (religioso, militar, empresarial, académico, científico, etc.).
 

Conciencia social vs conciencia individualista

 

En general, todas las personas desarrollamos en menor o mayor grado la conciencia individual y la conciencia social. Cuando existe un equilibrio entre ambas, seguramente nos sentimos bien con nosotros mismos, y con los otros. Sin embargo, cuando desarrollamos más la conciencia individualista, solo importan nuestras propias necesidades. Lamentablemente, en este último periodo la sociedad capitalista ha estimulado más la conciencia individualista, yendo en detrimento de la propia conciencia individual y, mucho más de la conciencia social. Teóricamente, el neoliberalismo tendría que promover la iniciativa de los individuos para producir riqueza, y que la misma favorezca al desarrollo de los países que asumen dicho modelo. Sin embargo, en la práctica, el neoliberalismo es usado para favorecer a ciertos grupos de poder, que manejan ingentes cantidades de riqueza. Mientras son apenas “miles” de sujetos que van siendo millonarios, billonarios o trillonarios en todo el planeta; son miles de millones de personas que viven en la pobreza extrema. El resto (clase media baja, media y media alta) que también son miles de millones creen “vivir relativamente bien”, pero existen apenas para sobrevivir. Entonces, lamentablemente, en el presente la conciencia excesivamente individualista prima en muchos de aquellos individuos que asumen la teoría neoliberal y sus desvíos. Podríamos decir que hoy se vive el enfrentamiento entre aquellos que están o han desarrollado la conciencia individual, más algunos aspectos de la conciencia social, y aquellos que han desarrollado más una conciencia individualista (egocéntrica), y esto va ciertamente en detrimento de la individualidad del sujeto, y mucho más, en deterioro de la conciencia grupal, de la conciencia transpersonal y de la conciencia ecológica.

 

El anquilosamiento que surge de la falta de toma de conciencia provoca un atraso en el desarrollo de la humanidad. Los países progresistas están en el deber de estimular la toma de conciencia, en sus diferentes variaciones, para poder promover la transformación genuina de la humanidad hacia una mejor sociedad. Cuanto más el hombre eleva su conciencia a estados sublimes, se dice, en el campo espiritual, su apego hacia la materia va desapareciendo poco a poco. En la medida que el hombre se deja aprisionar por lo irracional (reforzado por la desinformación) llega a ser esclavo de la cristalización, lo involutivo se impone, y el hombre se degrada. Hoy es el tiempo en que los hombres y mujeres deben romper las cadenas que esclavizan y enceguecen. Hoy más que nunca, el Hombre debe aspirar por su libertad y promover una verdadera democracia en el mundo, para así dar el paso definitivo hacia una sociedad verdaderamente justa y equitativa.

 

Iván Prado Sejas

Psicólogo, escritor, docente universitario y presidente del PENCOCHABAMBA.

 

Referencias bibliográficas

 

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https://www.alainet.org/es/articulo/176041
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