Diagnóstico equivocado y estrategia mal diseñada

11/03/2016
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Mientras aumentan los decibeles y la frecuencia del discurso presidencial porque “la economía aceleró su crecimiento” al pasar del 1.3 por ciento que registró el producto interno bruto en 2013, a 2.3 por ciento en 2014 y en 2015 alcanzó 2.5 por ciento –y algunos muy gananciosos banqueros como Marcos Ramírez Miguel (de Grupo Financiero Banorte) pronostican “jauja inmediata”–; pareciera que surge un debate pospuesto por éste y el anterior gobiernos sobre la pertinencia de las estrategias anticriminales.

 

Nunca es tarde en estos importantes temas para los deslindes entre el actual y el anterior grupo gobernantes, menos cuando los defensores a ultranza del marido de la precandidata Margarita Zavala, como es el caso de Javier Lozano, aquél que soñó con ser candidato a la Presidencia después del nunca explicado “¡Coopelas o cuello!”, juzgó junto a otros panistas como “sinsentido”, “imprecisos” y “tardíos” los señalamientos que hizo Miguel Ángel Osorio el martes 8 sobre la estrategia criminal de Felipe Calderón que buscaba, en primer lugar, legitimarse después de un harto controvertido “triunfo” en las urnas en julio de 2006, pagar a George W. Bush el reconocimiento que le hizo como candidato “triunfante” antes que cualquier autoridad mexicana y extranjera, y con “palos de ciego” satisfacer una exigencia generalizada de seguridad pública.

 

¿Qué fue lo que dijo Osorio Chong y que Calderón Hinojosa tergiversa como lo hizo durante su muy alcoholizado desgobierno frente a los críticos de su estrategia?

 

Para el hidalguense de Pachuca –según varias encuestas “cuchareadas” y otras que no lo son, pero nadie lo puede asegurar, encabeza las preferencias ciudadanas como suspirante del Revolucionario a la candidatura presidencial–, el “alto precio que trajo consigo la mal llamada guerra contra las drogas, la cual partió de un diagnóstico equivocado y una estrategia mal diseñada que generó una escalada de violencia sin precedente. Coahuila es ejemplo de ello”, expresó en Arteaga durante el tercer foro sobre el uso de la mariguana y el debate convocado por el gobierno de Enrique Peña.

 

Por el altísimo precio que pagó México con la estrategia guerrerista resulta política y éticamente inviable cerrar este capítulo de la historia del país con cientos de miles de muertos, desparecidos, desplazados y heridos por la irresponsabilidad criminal de quienes los redujeron a “daños colaterales”, a tono con los manuales de guerra del Pentágono.

 

Maniqueo y mocho como siempre ha sido Felipe del Sagrado Corazón de Jesús –según testimonios de amigos que vivieron con él–, redujo la crítica del secretario de Gobernación y la acomodó a su gusto: “El diagnóstico equivocado es suponer que la solución para México es no combatir a los criminales”.

 

Es la dogmática sentencia que usó durante los cinco años de violencia sin precedente en México. Recuérdese que en el sexto año empezaron a declinar los homicidios dolosos y meses antes de largarse de Los Pinos, el michoacano de Morelia llamó a la Organización de las Naciones Unidas a superar las políticas y programas punitivos que impuso desde la Casa Blanca Richard Nixon y refrendó Bush, el invasor de Afganistán e Iraq.

 

Con independencia de los propósitos del señor que despacha en el Palacio de Cobián, el debate sobre las estrategias frente al crimen organizado es un asunto de la mayor importancia para el presente y el futuro inmediatos, para que éste y el siguiente gobiernos no incurran en las aventuras guerreristas del panismo hecho gobierno sin contar con la mayoría de los votos.

 

Utopía 1652, 11-III-16

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https://www.alainet.org/es/articulo/175982?language=es
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