Las enfermedades del poder

21/02/2016
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La caída del MAS es evidente en 2019 independiente de si gane el Si o el No. Se produjo tanto abuso de poder, despilfarro económico, corrupción de magnitudes impresionantes, violencia anti-indígena Qulla o Guaraní insospechados, un entorno blanco-mestizo alrededor del Presidente “indio” que alardea ser “revolucionaria”, escándalos amorosos del Jefe, todo ello es el corolario de un fracaso estrepitoso que se explica por la enfermedad del poder.

 

Christian Rakovsky en 1928 tituló en Astrakán (Sur de Rusia europea) un pequeño artículo: “Los peligros profesionales del poder”. Él fue un rumano-búlgaro que en 1918 fue Presidente del Sóviet de Ucrania y en 1941 fue fusilado por J. Stalin por oponerse a la burocracia del nuevo estado Soviético y criticó la revolución en un solo país junto a otros. Él sostenía: “Cuando una clase toma el poder, un sector de ella se convierte en el agente de este poder. Así surge la burocracia. En un Estado socialista, a cuyos miembros del partido dirigente les está prohibida la acumulación capitalista, esta diferenciación comienza por ser funcional y a poco andar se hace social” (Rakovsky, 1928). Y sostenía que de ella surgen justamente los nuevos ricos adinerados que se convierten en los anti-revolucionarios.

 

No somos marxista ni admiradores de la revolución soviética (sino indianista-katarista) pero el caso del MAS y Evo-Álvaro y otros autocalificados socialistas del Siglo XXI en América del Sur-Centro llama la atención porque han caído (o nunca han tenido la claridad histórica de construir nuevos proyectos históricos), en los graves peligros del poder que inevitablemente los ha carcomido y fagocitado, no en favor de los interés comunes, sino en favor de los interés particulares de nuevos y viejos ricos llamados en sociología, grupos de poder.

 

Sus modelos éticos, es decir, su posibilidad de universalización son de corto plazo pero con un discurso paradójicamente de largo aliento. La tragedia de este modelo es su angurria por el poder que aduciendo ser revolucionarios han hechos actos impensables en favor de los viejos ricos y el nacimiento de otros ricos. Tal realidad los ha enfermado en sentido de que ya no pertenecen a la realidad de la propia sociedad (o han perdido el sentido de la realidad), sino que viven en las burbujas de los privilegios que el poder otorga como son servicios suntuosos, autos de último modelo o carros de seguridad costosas, sexo, dinero que corre a diestra y siniestra bajo los contratos no claros con empresas trasnacionales y capitalistas. El socialismo según sus teóricos es un proceso hacia el comunismo, pero la realidad histórica y sociológica, es tan trágica aquí en Bolivia como en la ex URSS., porque a nombre de ella se hacen nuevos ricos; y a nombre del pueblo.

 

La enfermedad del poder no es un hecho biológico sino sociológico dado que quienes tienen este problema se convierten en “semi-dioses” porque piensan que nadie les ve lo que hacen, ni nadie sabe de lo que ocultan. En esta lógica, sus actos son abiertamente descuidados de lo prohibido por las normas y así son culturalmente no perdurables en tanto quieren cimentarse como régimen políticos bajo el nombre de la revolución. El socialismo para muchos de nosotros es igual al capitalismo porque son creaciones gemélicas de la cultura moderna occidental. En este sentido, a la izquierda y la derecha boliviana, lo único que los separan son sus intereses de acumulación económico y político. El pueblo, la democracia, la libertad, pese que son creaciones de sus teóricos liberales-socialistas, no les interesa bajo ningún sentido. Son palabras huecas sin connotación ética porque varios de ellos no han estudiado detenidamente el significado de estas palabras. Solo intuyen lo que más o menos significan. Menos saben muchos de ellos de sus corrientes teóricas o filosóficas.

 

Sin embargo hablan con elocuencia y grandilocuencia para mostrar su aparente saber o pericia de estos conceptos con la fina finalidad de demostrar que son cultivados en la ciencia del poder. En pueblos neocolonizados como los nuestros y, con tecnología como la televisión siempre controlada y autocensurada, se los ve como si verdad supieran de lo que hablan. Este festín de palabrerío que usan les produce sin duda poder porque la gente tampoco sabe bien del significado de las palabras en castellano que estos emiten. Detrás de las palabras grandilocuentes está sin embargo un conjunto de contrasentidos con la lucha de los muertos y de lo vivos que al final, estos, terminan aplaudiendo a aquellos porque piensan que son sus grandes líderes e intelectuales. Cuando en realidad son sus detractores y sus “enemigos íntimos” corroborados en las políticas públicas que benefician más a los viejos ricos que al propio pueblo o pueblos.

 

También la enfermedad del poder les provoca que son “eternos”  hasta cuando los aguante el ciclo biológico. El descaro es un hecho por demás elocuente en este tipo de fenómenos porque ya no sienten miedo por nadie; menos del pueblo que los catapultó hacia allá. Así los políticos calados de este fenómeno no se diferencian. Eso hizo, por ejemplo, Hugo Banzer que siendo anteriormente dictador luego se precia y se presenta como un gran demócrata. Y ¿los muertos? Víctor Paz Estensoro, se preciaba de ser un gran estadista y revolucionario, pero estaba atrapado en el poder de sus antecesores racistas y neocolonialistas. Morales-García, ¿se diferencia de ellos? No. El poder los ha fagocitado para ponerlo al servicio del Poder. Los agroindustriales de Santa Cruz y las logias de esa región que pateaban Kollas ahora son sus amigos o militantes del “proceso del cambio”. Hacen negocios suculentos. Eso es ¿Socialismo?  No. Es capitalismo puro.

 

Ejemplos. El estado boliviano tiene grandes negocios agro-alimentarios con las trasnacionales ADM, Bunger, Cargill, empresas que tiene sede en Estados Unidos. Y el último es CAMC Engineering Co., Ltd. (CAMCE), una transnacional China, que independientemente de si hubo tráfico de influencia o no, es una sociedad anónima filial de China National Machinery Industry Corporation, fundada en mayo de 2001. Éste tiene grandes negocios con el estado por 556 millones de dólares. A. Gómez afirma que su representante, la señora Zapata: “se adjudicó en 2014 con su empresa Consilium SRL las obras de logística y transporte para el proyecto siderúrgico del Mutún, en los puertos de Tamarinero y Puerto Busch, sobre la Hidrovía Paraguay-Paraná”. Ella, Zapata, provocó un sacudón a Morales la última semana. “[E]s (además) representante legal de la corporación israelí Telemenia”. Y ¿qué se sabe de la Empresa “La Fabulosa” Mining Company relacionado a la región de Salar de Uyuni, y la concesión minera “La Millonaria”?. Otros se enriquecen, mientras Bolivia/Qullasuyu sigue siendo un país extractivista y exportador de materia prima. Es decir, un país dependiente de las potencias extranjeras. Así, el poder no tiene límites ideológicos.

 

Ahí está la enfermedad del poder donde la incoherencia gobierna al Gobierno porque entre el discurso y los hechos fácticos existe una gran distancia. Por esto el MAS se extravío en las arenas “virtuosas” del capitalismo o del socialismo del siglo XXI. Pues, el velo del poder tiene la fuerza del Poder que adormece y carcome interna como externamente al ser humano. Y éste es su final inevitable.

 

- Pablo Mamani Ramírez es Analista político, pwillkaa@gmail.com

https://www.alainet.org/es/articulo/175556?language=es
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