En Alemania y Suecia se habla con fuerza acerca de la violencia sexual a la que han sido sometidas un número importante de mujeres en los espacios públicos. Este episodio ha dado la posibilidad  de ventilar un debate de suma importancia que había estado relegado únicamente a comentarios  dientes hacia dentro.

Ahora bien, el asunto toma otros colores cuando son señalados como principales agresores  extranjeros de origen árabe y africano. En este último se ubican los principales acentos del debate. En este sentido da la sensación de que antes de la nueva ola de refugiados no había vestigios de este tipo de violencias en las calles de Europa. Es lo que puede llegar a pensar un recién llegado al escuchar los temores de dirigentes políticos que hoy posan de vanguardia feminista. Es interesante que estos sectores hablen y tomen en serio los derechos conquistados por la lucha incansable de las mujeres en Europa.

Desde Clara Zeckin hasta nuestros días,  si es que no es mucho antes, la mujer no ha dejado de trabajar en el desmontaje del Sistema de Dominación Patriarcal. Ese que ubica a la mujer como objeto y que la relega a los confines de la marginalidad en el ámbito político, económico, religioso y que  la convierte en un remedo en la cultura.

Los hombres mientras tanto somos beneficiados bajo esta lógica que nos deja en una muy  cómoda posición. Esto nos impide comprender La rabia real y Digna que sienten una mujer al ser tomada como objeto.  Lo anterior no ha sido tocado en el debate de los parlamentarios suecos por ejemplo. No ha sido cuestionado tampoco que la mujer aun no goza de los mismos privilegios en el salario y en el ascenso laboral que los hombres, por solo citar un largo y conocido tema entre las feminista en el mundo. Entonces si de lo que se trata es que el machismo que hoy asusta en las calles de Europa es el machismo extranjero, ese ya es otro cuento.   Que debe partir en primer lugar dejando claro que ese tal macho extranjero no existe.

El macho es macho, y la cultura machista no es propia de un país en particular, es propia  de la cultura patriarcal que se ensaña contra la mujer, homosexuales y transexuales.

Es un macho que discrimina a toda orientación sexual distinta a la suya y la ataca como forma de reproducción de su existencia. Ese macho es global y como macho global debe ser puesto en el debate, para que de esta forma no sea confundido con otras formas de discriminación como el racismo y la xenofobia.

Johan Manuel Mosquera Góngora es  sociólogo, Colaborador Instituto de Filosofía de Cuba. Grupo América Latina; Filosofía Social y Axiología (GALFISA)