Obispos neoliberales en una eclesiástica “constantiniana”

11/01/2016
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La aplicación de la Doctrina Social de la Iglesia quedó como un conjunto de documentos  de letra muerta, que se utiliza para argumentar que la “institución eclesiástica” sí se ocupa de las cuestiones del pueblo. Pero en la vida cotidiana no ha sido de utilidad para frenar el empobrecimiento de los sectores populares, en los países del mundo católico, porque no tuvo oposición la imposición del neoliberalismo. Los obispos, salvo contadas excepciones,  han pecado por omisión. No han promovido, con acciones concretas, los intereses de los pobres. No basta con las llamadas y necesarias “obras de caridad”.

 

En el caso colombiano, parto de algunos hechos de máxima actualidad. Uno de ellos,  la venta, esta semana, de las acciones del Estado, el 57%, en la Empresa de Energía llamada ISAGEN. Empresa muy bien organizada y muy rentable, que entrega unas ganancias significativas, cada año, para el gasto público, en un momento en que se anuncia una nueva reforma tributaria y en una encrucijada en donde crece, de manera alarmante, la deuda pública. Pues bien, el Gobierno Santos, a pesar de las críticas bien documentadas y claramente razonables, de muchos sectores de la población, de analistas de la política y de la economía, de partidos políticos pro-Gobierno y de la oposición, de las centrales de los trabajadores, críticas hechas desde hace varios años, decidió vender las acciones. Este crimen contra la empobrecida población colombiana y a favor de los ricos, tendrá lugar el próximo-inmediato, 12 de enero.

 

Los dineros de la venta servirán para apalancar empresas constructoras de infraestructura. Dineros públicos para fortalecer empresas privadas y promover mayores ganancias privadas. Y “de paso”, saldrá ganando el Vicepresidente de la República, gran promotor de la venta de ISAGEN y de la construcción de infraestructura, porque esas empresas van a financiar luego, la campaña electoral del “Vice”, hacia la presidencia.

 

El editorial de El Espectador, el 9 de enero, afirma: “Venderla es entregar una empresa sólida, rentable y con mucho potencial de mejoría, además de privatizar 23.000 hectáreas de bosques, espejos de agua y amplia biodiversidad. En plena crisis energética, y con las predicciones sobre el cambio climático y la necesaria evolución hacia energías más limpias, es ingenuo restarle importancia a que el Estado tenga control sobre la segunda empresa generadora de energía del país”.

 

Los obispos como personas y la Conferencia de Obispos, como voceros de la institución eclesiástica, han guardado absoluto y total silencio. No han pronunciado una sola palabra crítica en nombre del Bien Común, de las necesidades crecientes de la gente y del empobrecimiento permanente de los sectores populares. Se afirman como ciudadanos del cielo, pero NO como ciudadanos de este país. ¿Acaso por ser obispos, alguien les ha quitado o negado la ciudadanía en este mundo? Como obispos, supuestamente defensores del pueblo, y como ciudadanos supuestamente ilustrados de este país, tienen una doble responsabilidad. Pero no la han ejercido.

 

Afirmo en el título de esta nota, que la institución eclesiástica es “constantiniana”, por su incapacidad de criticar a las autoridades del Estado y del Gobierno, para poder seguir recibiendo prebendas y privilegios.

 

Para cimentar mi planteamiento, expondré otros hechos significativos.

 

 Ante el bajísimo aumento del salario mínimo legal, los obispos han guardo silencio cómplice. El Gobierno de Santos decidió, a finales de diciembre pasado, el alza del salario mínimo, por decreto, en un 6.77%, por debajo del costo real de la vida o aumento de los precios de la canasta familiar, para favorecer al patronato, es decir, a los dueños de las empresas. Nuevamente, voceros desde diferentes horizontes políticos, económicos  y filosóficos, han denunciado tal aberración, por ilegitima, sin ética e ilegal. Cursa, inclusive, una demanda ante la Justicia, contra el Gobierno Santos. Las centrales de los trabajadores han convocado a una marcha para el 24 de enero.

 

La hidroeléctrica de El Quimbo y un Gobierno descaradamente al servicio de las multinacionales EMGESA, española y ENEL, italiana, con acciones del Estado italiano. Esas multinacionales construyeron la hidroeléctrica El Quimbo, en el departamento de Huila. Durante el proceso pisotearon la legislación colombiana, los derechos socio-económicos de las-los habitantes desalojados y los derechos del Medio Ambiente, es decir, de la Madre Naturaleza, como lo ha mostrado y demostrado, hasta la saciedad, ASOQUIMBO, la organización de miles de personas perjudicadas. Juan Manuel Santos, personalmente, en visita a la hidroeléctrica, ordenó el llenado de la represa. La Justicia le dio la razón a ASOQUIMBO, ordenando parar el llenado, luego de varios años de lucha.

 

En esos años de lucha, sólo al final, se oyó la voz de la Diócesis, cuando ya era un hecho histórico y consolidado, el esfuerzo y el sufrimiento de las-los empobrecidos. Obispo y  Diócesis ganaron indulgencias que NO trabajaron. La conferencia de Obispos todavía brilla por su silencio.

 

En diciembre pasado, el Gobierno, por medio de su ministro de Minas, interpuso una tutela a favor de EMGESA-ENEL, para ordenar el llenado de la represa. Y la ganó, por ahora. La Justicia ordenó abrir las compuertas, mientras toma una decisión definitiva.

 

De La Colosa, o el favoritismo gubernamental a favor de la multinacional Anglogold Ashanti (AGA). La ambición del oro llevará a la destrucción de miles de hectáreas de montañas verdes, fértiles y fábricas de agua, en los predios del municipio de Cajamarca, Tolima, porque la explotación se hará a cielo abierto. El gobierno Santos no ha escuchado el clamor de las luchas populares der la región. Al contrario, ha realizado acciones abierta y cínicamente pro-AGA. La última, la presión sobre el Concejo Municipal, en agosto de 2015, para que no aprobara la consulta popular. Ministros y altos funcionarios se desplazaron a Cajamarca para intimidar, amedrantar y amenazar al alcalde y a los concejales, es decir, para impedir una libre deliberación y un voto a conciencia.

 

El Arzobispo de Ibagué y su clero, no vieron nada, no escucharon  nada, NO dijeron nada.

 

Para terminar, la realidad-cuestión-tema de la galopante corrupción.

 

Para hacerse re-elegir, el presidente Santos repartió dineros a diestra y siniestra, para la compra de votos. Claro, los pintó bajo el argumento de dineros para obras públicas. El caso más emblemático fue el de los llamados “ñonos”, es decir, la entrega de super-millonarias sumas a dos parlamentarios del departamento de Sucre, conocidos como los “ñoños”.

 

No hay un día en que los medios de comunicación no denuncien algún hecho de corrupción a nivel municipal, a nivel departamental o a nivel nacional. La corrupción es un verdadero cáncer, un sida sin ningún tipo de curación. Políticos, funcionarios y contratistas se roban los dineros del pueblo y para el pueblo. Pero los párrocos, en su municipio, los obispos en sus diócesis, y la Conferencia episcopal a nivel nacional, no oyen nada, no leen nada, no pronuncian una denuncia concreta, con nombres y apellidos. Tiene temor, ¿o cobardía?, para denunciar. El accionar de Jesús de Nazaret no les sirve de modelo.

 

Hace menos de un mes, el Presidente de la Conferencia de Obispos, hizo público un comunicado más contra la corrupción, en términos abstractos, es decir,   sin sabor, sin color, sin olor. No menciona un sólo hecho de corrupción, en ninguna parte delo país. No  cita un solo nombre personal o empresarial. No se da ninguna característica concreta de algún hecho corrupto.

 

Que yo me acuerde, desde los años setenta, del siglo pasado, se da ese tipo de comunicados abstractos, que no llegan a nadie. Que no responsabilizan a nadie. Que no sirven para nada, porque nadie se siente aludido o señalado. ¡Qué falta de creatividad! Esos comunicados parecen una copia, año tras año.

 

Las actitudes y los mensajes de Francisco-Papa no han hecho mella en nuestros obispos y en la mayor parte de los párrocos y otros eclesiásticos. Si se les pregunta sobre el pensamiento del Papa, lo elogian, pero no lo siguen. Ojalá que durante su próximo viaje a Colombia, Francisco-Papa tenga la libertad de señalar caminos a este episcopado muy tranquilo en el cumplimiento de ritos y rituales.

 

Preguntas como conclusión

 

¿Se   estudia todavía en los seminarios la Doctrina Social de la Iglesia?

 

¿Se estudian y analizan todavía en los seminarios la coyuntura nacional e internacional, con mirada analítica y crítica?

 

¿Existen jornadas de estudio y análisis de lo que pasa en el país y en el mundo, para el clero de cada diócesis, al menos una vez por semestre?

 

¿Existe todavía la oficina de Pastoral Social en las diócesis y parroquias, no solamente para ejercer las obras de misericordia, muy necesarias, sino para luchar contra el sistema que produce las injusticias?

 

¿Se forma a los cristianos de a pie, en diócesis y parroquias,  en esas materias?

 

¿Se colabora y promueve la organización de campesin@s, detrabajador@s y de obrer@s, de estudiantes, de profesor@s, de mujeres y de otros sectores sociales golpeados por el neoliberalismo?

 

Bogotá, domingo 10 de enero de 2016

https://www.alainet.org/es/articulo/174674?language=es
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