¿Qué hacer? Prioridad A1: Retomar la iniciativa política

06/01/2016
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I

 

Está visto que la fraseología heroísta y la obsequiosidad populista no son eficientes para lograr una mayoría electoral sostenida.

 

Los números nos estrangulan: tres millones de pensiones, un millón de viviendas, tres millones de cupos universitarios gratuitos, cientos de miles de becas, millones de cargos otorgados en ministerios, gobernaciones, alcaldías, misiones, empresas públicas. Mies de carros, computadoras, perniles, artefactos eléctricos regalados. Miles de millones en subsidios. Marchas multitudinarias, movilizaciones autobuseras gigantescas, costosas por demás, maquinarias electoreras dispendiosas, y el récord histórico de posesión de medios de comunicación (hecho que habrá que analizar aparte con profundidad). Todo para perder.

 

Después de diecisiete años en el gobierno, tampoco funciona cacarear culpas a una “cuarta república”, algunos de cuyos vicios y malas prácticas se han copiado con adicción patológica; amén del hecho evidente que la mayoría de la población actual del país ni siquiera vivió aquél período: 54 de cada cien habitantes son menores de treinta años, y al 95% le aburren los temas de historia.

 

¿Qué hacer entonces para conectarnos de nuevo con la mayoría ciudadana? La respuesta la dio hace dos siglos el maestro Simón Rodríguez. El deber de la vanguardia es conocerla y practicarla, no repetirla como un cliché inentendible.

 

II

 

La esencia del movimiento revolucionario es el debate, y éste sólo puede darse entre iguales. Los siervos de la gleba no discuten con el señor feudal. La feligresía no rebate los dogmas expuestos ritualmente por el sacerdote. El obrero no puede contradecir al patrón sin riesgo de ser echado del puesto de trabajo. El soldado raso ni le chista al sargento.

 

La estructura jerárquica piramidal basada en el poder burocrático, no sirve para hacer revoluciones, ni siquiera para reformas. La supremacía de castas, gremios, corporaciones, familias, grupos, compadrazgos, todo eso frustra la formación de un partido revolucionario y un verdadero poder popular.

 

El estilo de liderazgo histórico personal no es hereditario, ni transferible vía decreto. Es el momento de una dirección colectiva, colegiada, igualitaria, democrática, federal, desconcentrada, estudiosa, revocable, con reglas de funcionamiento claras y respetadas por todos sus integrantes y la militancia, monolítica en lealtad, ideología y ética, representativa de los sectores claves del pueblo trabajador, respetuosa de la diversidad humana.

 

La supremacía de castas, gremios, corporaciones, familias, compadrazgos, todo eso frustra la formación de un partido revolucionario y un verdadero poder popular.

 

La misión de esa Dirección necesaria es: 1) En el corto plazo, refundar la organización que asuma el relanzamiento de la revolución, bajo parámetros de claridad política y valoración del compromiso, 2) A mediano plazo, reconstruir una nueva mayoría popular basada en el convencimiento de la pertinencia de nuestra causa, como fruto del acompañamiento en las lides cotidianas, dando respuestas oportunas y sinceras a sus expectativas, y 3) A largo plazo, trascender el capitalismo rentista y el neoliberalismo con la construcción del sistema socioeconómico previsto en la CRBV y el Plan de la Patria, en transición hacia el nuevo modelo civilizatorio que conjuga el buen vivir con el bien común.

 

III

 

Nada de esto se logrará si no entendemos que nuestro principal frente de batalla es el gobierno. No son las matrices mediáticas, ni menos la diatriba mediocre que convocan las famosas “redes”. Todo eso es secundario ante el reto de gobernar.

 

La política no puede reducirse a exponer nuestras ideas y rebatir las distintas. Ese es el oficio infértil de los polemistas. La política es la brega y el trabajo por concretar un ideal. Al adversario lo derrotamos con las realizaciones.

 

Caemos en una trampa cuando sólo le hablamos al público cautivo, a quienes se complacen con nuestro discurso. Siendo gobierno, debemos tratar de llegarle al mayor espectro posible de connacionales.

 

Recordemos de la física la Ley de Acción y Reacción, las Leyes de la Dialéctica, y los principios de la Planificación Estratégica. Quien gobierna debe saber que los contrarios le opondrán resistencia. Las múltiples formas de “guerra mediática”, “guerra económica”, “guerra del hampa”, no se ganarán sólo denunciándolas, mientras sus secuelas destrozan nuestra base de apoyo, hay que derrotarlas con hechos, con resultados favorables tangibles, que la gente los saboree y los aprecie.

 

Así como la estrategia paramilitar desplaza al campesinado con terror para eliminar la base social de la guerrilla, así los enemigos de la Revolución Bolivariana, socavaron el ánimo del pueblo para mermarnos fuerzas.

 

Faltaría agregar, que los errores tácticos e inconsecuencias, facilitaron la tarea del enemigo.

 

IV

 

Ya el vocero de la derecha (último momio del Pacto de New York) anunció su plan: utilizar el Poder Legislativo y la mayoría electoral alcanzada, para salir del gobierno este año.

 

Estemos claros que esta posibilidad existe constitucionalmente y cuenta en este momento con un apoyo significativo en la población (Condiciones Subjetivas).

 

Adicionalmente, las Condiciones Objetivas, que pasan por la situación del mercado petrolero y sus consecuencias fiscales y económicas para nuestro país, conspiran a favor de la restauración pro imperialista.

 

V

 

La pregunta ¿qué hacer? sustituyó nuestros desayunos e invadió nuestros desvelos.

 

Luís Brito García, esa mente tan brillante y generosa de la Venezuela digna, nos ofreció un catálogo de quehaceres absolutamente pertinentes.

 

Yo sólo me atrevería a aportar, desde la humildad espiritual y la pasión patria, que el desiderátum de la coyuntura es reinventar la iniciativa política, partiendo de las enseñanzas de nuestros procesos liberadores, y de la milenaria sabiduría oriental que sentenció: la vía de las vías, no es la vía común.  

 

Si ya la prepotencia e ineficacia nos trajeron al 6D, con esta terrible pesadilla del 5E, la lentitud y los devaneos nos auguran una fecha próxima de cataclismos.

 

- Yldefonso Finol, Constituyente de 1999

https://www.alainet.org/es/articulo/174564?language=en
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