La primera Navidad

16/12/2015
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Según el Evangelio de Mateo, el nacimiento de Jesús sucedió así: “Su madre, María, estaba comprometida con José, y antes del matrimonio quedó embarazada por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, pensó abandonarla en secreto. Ya lo tenía decidido cuando un ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: ‘José, hijo de David, no temas recibir a María como esposa tuya, pues la criatura que espera es obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, a quien llamarás Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados’ […] Mira, la virgen está embarazada, dará a luz a un hijo que se llamará Emanuel, que significa ‘Dios con nosotros’”.

 

¿Qué sentido tiene este relato? ¿Cuál fue su significado en el siglo I? ¿Qué significa hoy? El libro La primera Navidad, escrito por dos de los mayores especialistas en Jesús de Nazaret, Marcus J. Borg y John Dominic Crossan, ofrece unas respuestas históricas y teológicas que pueden ayudarnos a una mejor comprensión de su significado para la vida humana y cristiana.

 

¿De dónde surge la necesidad de volver al significado de la primera Navidad? Según Borg y Crossan, al menos hay tres hechos que motivan una explicación más de fondo de estos relatos que en los Evangelios canónicos solo aparecen en Mateo y Lucas. En primer lugar, son el fundamento de la fiesta más ampliamente celebrada del planeta; más de 2 mil millones de cristianos participan en ella. Además, debido a la importancia cultural y comercial de la Navidad en la cultura occidental, y más allá de ella, también es observada por muchos no cristianos. Se sabe que ninguna otra fiesta religiosa es conmemorada tan ampliamente por gente situada fuera de la tradición que la originó. En segundo lugar, la Navidad es —junto con la Semana Santa— uno de los tiempos litúrgicos más sagrados del año cristiano; en Adviento y Navidad, se trae el pasado al presente, es decir, se “re-vive” el anhelo y esperanza que suscita la cercanía de Dios. El tercer hecho está relacionado con la visión que suele tenerse de la Navidad, donde prevalece un enfoque meramente sentimental y comercial, pasando desapercibido que los relatos de la primera Navidad son a la vez personales y sociales, hablan de transformación personal y colectiva, son visiones globales y apasionadas de otra manera de ver la vida.

 

Lo más importante de los relatos bíblicos de la Navidad es su significado, que ha de desentrañarse leyendo los textos con atención. Este es el enfoque que asumen los autores en su estudio. Prestando atención a la peculiaridad y a los detalles de los relatos de la natividad, se busca entender lo que significaron en el siglo I y lo que pueden seguir significando para las comunidades de fe hoy. Hay cuestiones cruciales para oír y entender los relatos de la primera Navidad. ¿Qué tipo de relatos son? ¿Cuál es su propósito? ¿Qué pretendían sus autores? Las respuestas dadas por Borg y Crossan son un buen ejemplo de lo que en su momento recomendaba el Concilio Vaticano a los estudiosos de la Escritura: “Entender rectamente lo que el autor sagrado quiso afirmar en sus escritos […], atender cuidadosamente a las formas nativas de pensar, de hablar o de narrar vigentes en los tiempos del hagiógrafo, […], investigar el sentido que intentó expresar y expresó el hagiógrafo en cada circunstancia según la condición de su tiempo y de su cultura, según los géneros literarios usados en su época”.

 

¿Cuál es el significado de la primera Navidad? ¿Qué significaban esos relatos para las comunidades cristianas que las contaban hacia finales del siglo I? Para los autores del estudio, estos relatos forman parte del testimonio sobre la trascendencia que Jesús había llegado a tener entre sus seguidores. Dicha trascendencia tenía en su núcleo una visión contracultural, adquirida del modo de ser de Jesús y de su actividad pública. Los relatos del nacimiento subvierten la conciencia predominante del mundo del siglo I y también la del nuestro. Para ilustrar este planteamiento, Borg y Crossan mencionan algunos de los temas esenciales que se abordan en los relatos de la primera Navidad, según el evangelio de Mateo y Lucas. Veamos.

 

¿Quién es el “rey de los judíos”? Este era el título de Herodes el Grande, pero el relato de Mateo nos cuenta que Herodes se parecía más al faraón, el señor de Egipto, el señor del cautiverio y la opresión, la violencia y la brutalidad. Por el contrario, Jesús es el verdadero rey de los judíos. Y los soberanos de su mundo intentaron destruirlo.

 

¿Quién es el Hijo de Dios, Señor, salvador del mundo y el que trae la paz a la tierra? Dentro de la teología imperial romana, se afirmaba que el emperador, el césar, era todas estas cosas. Lucas, en cambio, sostiene que esa condición y esos títulos le pertenecen a Jesús. Él, no el emperador, es la personificación de la voluntad de Dios para la tierra.

 

¿Quién es la luz del mundo? ¿El emperador, hijo de Apolo, el dios de la luz y la razón, y del orden imperial? ¿O la luz en medio de las tinieblas, la luz verdadera a la que son atraídos los sabios de este mundo, es Jesús, quien fue ejecutado por el Imperio? Para Mateo y Lucas, la luz en medio de las tinieblas es Jesús. El otro, César Augusto, que afirmaba ser luz en medio de las tinieblas, no lo era. De hecho, él era más tinieblas que luz.

 

¿Dónde encontramos el cumplimiento del sueño de Dios para Israel y la humanidad? ¿En el modo en que son las cosas en este momento? ¿O en mundo muy diferente al actual? Mateo y Lucas proclaman, a su manera, que Jesús es el cumplimiento de la promesa de Dios a Israel y de su anhelo más profundo: el de un rey como el gran rey David, el de un tipo diferente de vida y de mundo, el de la luz en medio de las tinieblas. En definitiva, el anhelo de la presencia liberadora de Dios en su pueblo.

 

Por tanto, llamar a Jesús el Hijo de Dios, como lo hacen los relatos de Navidad, es una confesión de compromiso, fidelidad y lealtad. Esta confesión significa, para los autores del libro, que en la persona de Jesús se ve al ungido de Dios, se manifiesta lo que se puede ver de Dios en una persona humana y se revela el sueño de Dios para este mundo. Los relatos del nacimiento, pues, no son una mera ilusión que se persigue, pese a ser muy improbable su realización, sino una proclama que comunica que lo revelado en Jesús es el camino que lleva a un tipo diferente de vida y a un futuro prometedor para la existencia y convivencia humanas. Los relatos de la primera Navidad hablan con fuerza de nuestros anhelos más profundos y de las promesas y la compasión de Dios. Así lo reiteran los autores del libro. Y así lo expresa también la letra de la canción navideña Algo nuevo está naciendo:

 

En medio de la noche,/ noche oscura, noche larga,/ que mi pueblo soportaba,/ y en silencio como un niño,/ su esperanza alimentaba.

De pronto en esa noche,/ como luces prendidas,/ mi pueblo se encendía,/ y este niño que esperaba/ sus manitos levantaba.

Algo nuevo está naciendo/ y en mi pueblo está latiendo./ Algo nuevo está naciendo,/ con nosotros va subiendo./ Algo nuevo está naciendo/ con los pobres va creciendo. […]

Con dolor van sembrando/ los que luchan por ser libres,/ los que aman, los humildes;/ muy contentos volverán a cosechar/ lo que han sudado.

Algo nuevo está naciendo/ y con fuerza está creciendo/ en el seno de mi pueblo;/ algo nuevo está naciendo:/ nuestro Dios se hizo pueblo.

 

https://www.alainet.org/es/articulo/174289?language=es
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