¿Flexibilizar en medio de la crisis?
- Opinión
Un ciclo negativo para los gobiernos progresistas y de nueva izquierda en América Latina ha sido la llegada de la ‘crisis’ económica a la región. Enseguida han aprovechado los opositores para argumentar que el ‘modelo’ no solo se agotó, sino que nunca funcionó.
Cierto es que mientras hubo auge económico los gobiernos aludidos pudieron realizar fuertes inversiones. Los informes de la Cepal, pero también de las NN.UU., del BM y hasta del FMI, han reconocido los logros sociales particularmente en Bolivia, Ecuador y Venezuela, que en forma inédita redujeron la pobreza, mejoraron la equidad y generalizaron educación, salud, seguridad social y vivienda, entre otros servicios públicos.
Pero la llegada de la crisis alteró el camino progresista, y si bien todavía Bolivia permanece estable, Ecuador entró a una coyuntura recesiva, mientras en Venezuela la situación empeoró incluso con la guerra económica de la oligarquía empresarial, desatada hace años, con el apoyo de potencias imperialistas.
Tras lo ocurrido en Argentina con el triunfo presidencial de Mauricio Macri y en Venezuela, con la derrota parlamentaria del ‘chavismo’, el peligro de la restauración conservadora amenaza en América Latina y sin duda a Ecuador, aunque aquí no hay una situación igual a la que condujo a los éxitos derechistas en aquellos países.
Pero en medio de la crisis económica el problema para los gobiernos referidos es cómo afrontarla, sin caer en las medidas que ahora reclaman los mismos sectores vinculados a la derecha restauradora. En Ecuador los empresarios fieles a su neoliberalismo demandan el sacrificio de ‘todos’, pero con el retorno a las viejas recetas, que siempre han beneficiado a la misma élite dominante: restringir el gasto público, flexibilizar el trabajo, reducir impuestos, quitar subsidios, acabar con salvaguardias en el comercio exterior, abrir el país a las inversiones extranjeras, fomentar la productividad del sector privado, etc. Inquieta a la ciudadanía que los banqueros hayan recuperado el manejo de comisiones por sus servicios.
La crisis debiera ser la oportunidad para ahondar en la redistribución de la riqueza y afectar a los sectores más poderosos. No para ahorcar los logros sociales. Y contamos con experiencias históricas, como el New Deal impulsado por F. D. Roosevelt (1933-1945), quien en medio de la peor crisis de EE.UU. en su historia contemporánea se decidió por elevar impuestos y particularmente sobre rentas, aumentar el gasto y la inversión pública, prohibir despidos laborales, fiscalizar bancos, apresar a especuladores.
Pero también hay experiencia ecuatoriana con la Revolución Juliana (1925), que en plena crisis del cacao fiscalizó bancos, creó el Banco Central, creó el impuesto sobre las rentas, otro sobre utilidades empresariales, reformó los de herencias y predios, y dictó las primeras leyes sobre salario mínimo, jornada, contrato individual, huelga, sindicatos, contrato colectivo, despidos e indemnizaciones.
Todo ello requirió voluntad política y no ceder a las presiones de las capas ricas.
EL TELÉGRAFO, Ecuador, 14 de diciembre de 2015
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