Los principios

09/12/2015
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Al defragmentar a la cotidianidad cubana algunas cosas se pueden mover; otras no. Esos son los principios.

 

"Estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros". Groucho Marx

 

Podríamos escribir muchos ensayos buscando los culpables de este drama humano. Usted ya señaló a algunos en su primer escrito. Yo podría adicionar otros. Pero perderíamos mucho tiempo inculpándonos cuando lo que necesitamos es garantizar el paso seguro y pronto a las y los migrantes. Por eso he insistido en que Nicaragua y Costa Rica, que tienen temas pendientes en su agenda bilateral, harían mal en colocar la situación de los migrantes en “clave geopolítica”. Dejemos que sean los tribunales internacionales y la diplomacia los que resuelvan nuestros entuertos y mientras lo hacen, que en algún caso será pronto, permitamos que la gente pase y lo haga desde aquí hasta su destino final con seguridad y tranquilidad. Esta es una situación humanitaria, se lo puedo asegurar, no un “casus belli” como el que algunas mentes calenturientas quieren presentar. Luis Guillermo Solís Rivera[1]

 

Curiosamente cuando se habla de las relaciones entre las personas, los pueblos, las comunidades, los países y los gobiernos, en estos días de intento de globalización del sistema capitalista con que imponer el “modo bueno de vivir” que promueve la hegemonía angloestadounidense, muchas cosas intrascendentes y hasta ruines son confundidas con los principios.

 

En una época en la que la hegemonía imperialista de turno impone los suyos que deben ser obedecidos bajo sumisión absoluta, los principios del resto de los países, las culturas y las personas valen nada. Como no sea para caerle detrás a los referentes de la cultura masiva que impone el modo de vida “americano” como el único posible.

 

El peor inconveniente está en que no pocos individuos venden sus principios, si es que los tuvieron alguna vez, a cambio de cualquier cosa que ostente valor de cambio; que todo se pueda vender a cambiar sin parar mientes en el valor de uso esencial que precede a la libertad, al derecho de vivir no explotado por; a la libertad de movimiento. Y que esas libertades puedan ser cambiadas por aumentar o disminuir la pobreza de unas personas contra otras.

 

En cierta ocasión tuve una disputa con un vecino, y este me replicaba que yo era un especie de freak solo porque soy abstemio convencido. Cuando le contesté que el mío era un asunto de principios, me miró como si el que necesitase un psiquiatra fuese yo.

 

Dos “tembas” italianos tocaron a mi puerta –vivo a pocos metros del mar en el litoral norte habanero-, y me propusieron comprarme mi casa, asignada a mí por el gobierno de la capital, porque mi mujer y yo estábamos en la calle. Y en realidad no tengo un centavo para conseguir una cash; soy un pobre profesional a mucha honra y por principios. Esos “tembas” –italianos-, dijeron que no temiese, porque ellos traían dinero suficiente. Cuando les respondí que mi actitud era un asunto de principios me miraron como a un loco. Y huyeron al galope.

 

Un colega norteamericano, muy buena persona, indagó cómo era posible que yo tan “inteligente” y “preparado” como profesional estuviese aún viviendo en Cuba con ese “salario”. Y una esposa que se doctoró en Ciencias de la Comunicación. Le respondí que por principios. Y de pronto pareció no entenderme.

 

Ahora mismo experimentamos un intento de normalización de las relaciones bilaterales entre los EEUU y Cuba; pero todo parece indicar que el gobierno cubano no entiende la oportunidad que el gobierno angloestadounidense le ofrece con un evidente cambio de método, sin que sea necesario al parecer, que varíen los objetivos históricos que impuso el bloque contra la isla. Desde la parte de adentro del bloqueo estoy de acuerdo con Raúl Castro, el General de Ejército, en que es una cuestión de principios.

 

En una época como la que vivimos, en que por lo general cualquier cosa tiene “precio”, resulta una verdadera jodienda que uno persista en vivir a partir de sus principios. Nosotros no conocemos bien a la cultura estadounidense porque su gobierno siempre nos ha presentado la misma cara, que se vende y compra todos los días. ¡Por favor, quiero aprender; Rafaelito!

 

El señor presidente de Costa Rica parece no haber entendido al trovador cubano Silvio Rodríguez, a pesar de todos los orgasmos que experimentó con las canciones de un músico que suele ser no ya agudo, incluso mortal o amorosamente espinoso. Y todo porque el viejo Silvio está encadenado a sus principios.

 

Me viene a la memoria el Groucho Marx, el más agudo  y loco de los hermanos. Aún cuando sería insoportable tener unos principios de la parte de adentro, y otros de la parte de afuera del bloqueo genocida de los EEUU contra Cuba.

 

Resulta desgarrador e inhumano que alguien tenga que someterse a un trastorno como el que viven los cubanos migrantes en Costa Rica y descubrir a través de otros pobres, quizás más pobres que ellos, que la bondad es un asunto de principios.

 

Y que por falta de principios algunos persistan en continuar y no regresen, ni siquiera a exigirle a la embajada de los EEUU en la Habana la condenada visa.

 

¿Entonces, el gobierno de los EEUU les mostraría otros principios mejores?    

 

Algunas cosas como la Tierra, tal lo decía Galileo, se mueven; evidentemente los principios no.

 

Nota

 

[1] Presidente de la República de Costa Rica en carta de respuesta al trovador cubano Silvio Rodríguez. Polémica entre Silvio Rodríguez y presidente de Costa Rica. CONTRAINJERENCIA. 30/11/2015.

http://www.contrainjerencia.com/index.php/?p=112124

https://www.alainet.org/es/articulo/174138
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