Tiempo de teoría, encuentros y reflexión. Conferencia de CLACSO en Medellín

26/11/2015
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Hace dos semanas se llevó a cabo la Conferencia de CLACSO en la impactante ciudad de Medellín, Colombia; impactante por su gente, por las esperanzas puestas en práctica, por la posibilidad de credibilidad que han adquirido los políticos, por toda clase de proyectos que ponen en evidencia que las gestiones de los recursos, aún en nuestras regiones empobrecidas y desiguales, pueden apuntar a la satisfacciones de las necesidades de convivencia, bienestar y alegría de los pueblos.

 

El Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) organizó su primera Conferencia en 1967 a instancias de la UNESCO, después que en octubre del año anterior se reunieran por primera vez directores de centros e institutos de investigación en ciencias sociales de nuestra región. Los primeros comités directivos que tuvo incluían gente de la talla de Gino Germani, Hélio Jaguaribe, Orlando Fals Borda y Rodolfo Stavenhagen entre muchos más, gente toda de primerísima talla humana e intelectual que no sólo creían en la necesidad y la posibilidad de una ciencia social latinoamericana crítica, comprometida con nuestros pueblos y sus luchas, sino que también se la tomaron en serio e hicieron lo propio para que fuese una realidad que hoy por hoy es indudable.  Nos dejaron tremendo legado y la gente que hoy encabeza lo sabe y lo honra.

 

La Conferencia duró de lunes a viernes con talleres, paneles, conferencias magistrales, coloquios, presentación de películas, documentales, revistas y libros. En todo este tiempo la nota característica sin duda alguna la dieron los y las miles y miles de jóvenes cuya presencia no sólo era aliciente sino exigente. Y entonces la pregunta es: ¿qué buscaban allí? La respuesta debe tener decenas de respuestas pero no temo equivocarme al expresar que fue darse, como lo hicimos cada cual, un tiempo de teoría, encuentros y reflexión. Era evidente que también quisieron darse un encuentro con Lula y con Pepe Mujica, o con Boaventura de Sousa Santos o con su bien conocido Arturo Escobar; tenerles cerca, fotografiarse con ellos y expresarles su reconocimiento. Pero desde esto y también más allá, lo cierto es que al concluir el tiempo de estar allí el corazón salía henchido de esperanzas (anunciador y promotor de algo nuevo) y de ánimo, pero no de cualquier ánimo, sino uno bien latinoamericano: crítico, rebelde, solidario, inconforme y alegre.

 

¿Y por qué este ánimo? Porque nuestros corazones latinos así lo son, pero también, y eso es lo que quiero resaltar, porque nuestra teoría latinoamericana (aunque sea diversa se toca en ello) tiene estas características como su sello. Ahora se habla poco, muy poco de la libertad y la liberación, aunque ciertamente es una temática no ausente. Las temáticas hoy son una comprensión más fina de ello mismo, de la tensión existente entre opresión y liberación, entre controles y posibilidades, entre vida y muerte.

 

Las categorías analíticas que son aporte de estos espacios las han acunado gente que acá se alimenta, gente que fija su mirada en las luchas y movimientos sociales y entre las que hay afortunadamente muchas y muchos que ponen no sólo su mirada, sino sus pasos, su cuerpo, su imaginación y su compromiso también. Allí está la clave que distingue a las reflexiones y la teoría nuestra de la que se elabora en otras latitudes, pues la nuestra es una teoría que no niega su origen en la corriente cálida, como diría Ernst Bloch a las intenciones liberadoras que corresponden a la interpelación emanada de las personas humilladas y hechas despreciables, y se cuida de no ser una teoría fría hiper-racionalista, eurocéntrista, homogeneizante (que quita la virtud de lo diverso para fortalecer formas únicas de comprensión) y por tanto colonizadora y demoledora de los otros tipos de conocimiento y sus teorizaciones.

 

Y al expresar esto ya estoy poniendo de relieve los aportes que las ciencias sociales latinoamericanas han hecho y que constituyen ya un referente fundamental para la comprensión de las dinámicas, los fenómenos y los procesos sociales que se suscitan y de los que formamos parte.  La decolonialidad, el buen vivir, la interculturalidad crítica, el posdesarrollo, la transmodernidad, el capitalismo dependiente, la territorialidad, la desigualdad, las luchas populares, las epistemologías del sur, son sólo algunas de las tantas categorías que como constelación conceptual ilumina e impulsa a la liberación, siendo ya un legado de América Latina para el mundo y formas de hermanamiento sur-sur.

 

Si ponemos atención ninguna de estas categorías podría ser una “pura iluminación” del tipo de “pienso luego existo”; del pienso que todo tiene una explicación racional, del pienso que la naturaleza es un ente diferente al ser humano, del pienso que el conocimiento tiene como fin la explicación y por tanto la posibilidad de control, del pienso que todo se rige por leyes, del pienso que todo se mueve dentro de un sistema y todo este tipo de ideas que han alimentado el egoísmo, la soberbia, las lógicas de poder, control y explotación. Las categorías de las ciencias sociales latinoamericanas  tienen por origen la vida del pueblo. La vida dañada (por el poder, las jerarquías, las desigualdades) pero vida  esperanzada, vida otra, vida multicolor y diversa, vida en el espacio que se habita como pueblo en el territorio, vida como memoria y resistencia, vida de luchas y anhelos, vida de opresiones y dignidades. Nuestras categorías son tan temidas por el mundo académico dominante cómplice y aliado de la gente encumbrada en las estructuras de poder, reprochándonos perder la objetividad, ya que al usarlas no podemos separarnos de las movilizaciones y las organizaciones sociales y, por tanto, de sus esfuerzos por las transformaciones.

 

Pero en cambio, las y los jóvenes, como decimos: “están en el ajo” y por ende es que no les temen ni les extrañan y comprenden bien lo que se expresa en todas y cada una de estas categorías de análisis; saben que con ellas se juega la vida, el futuro en dignidad, justicia y libertad. Al menos toda esa juventud allí presente parecía moverse intelectual y pragmáticamente en estas geografías conceptuales del otro mundo que nos hacen ver tan posible y tan presente, de la insubordinación al lado de la rigurosidad académica e intelectual. La presencia de la gente que es artífice de los movimientos sociales no permitiría que la ruta pudiese dirigirse hacia otros rumbos.

 

Así que jóvenes, luchadoras y luchadores sociales, intelectuales comprometidos y liberadores reunidos no por CLACSO ni por las personalidades que también allí acudieron, sino por las exigencias que nos está poniendo el otro mundo posible, en el que estamos muchos mundos, nos dimos un buen tiempo de teoría, encuentros y reflexión donde, al parecer, hasta por primera vez la teología estuvo presente. Enhorabuena y es tiempo, siempre, de cultivar y hacer florecer y fructificar.

 

- Fernando Limón Aguirre es Sociólogo. Coordinador del Departamento de Sociedad y cultural de El Colegio de la Frontera Sur. México.

https://www.alainet.org/es/articulo/173851
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