El compromiso renovado de Bandung

31/05/2015
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Artículo publicado en la Revista América Latina en Movimiento No. 504: 60 años después: Vigencia del espíritu de Bandung 25/05/2015

El 60 aniversario de la histórica Conferencia de Bandung de 1955 estuvo marcado por una ceremonia breve pero significativa: el 24 de abril los principales líderes políticos de más de 40 países, encabezados por el presidente indonesio Joko Widodo y funcionarios de organizaciones internacionales, caminaron desde el Savoy Hotel hasta Merdeka, en Bandung, Indonesia.  Entre los mandatarios presentes estaban los presidentes de China, Zimbabue y Myanmar, los Primeros Ministros de Malasia, Nepal y Egipto, y el rey de Suazilandia.  Durante los dos días previos, ellos participaron en la Cumbre Asia-África, en Yakarta, con el tema Cooperación Sur–Sur por la Paz y la Prosperidad.

 

Hace sesenta años, en esta misma fecha, un pequeño pero poderoso grupo de hombres y mujeres hicieron la misma caminata y pusieron en marcha un movimiento que se multiplicó hasta conformar un movimiento unido anti- y post-colonial.  Fue con ocasión de la Conferencia de Bandung, que congregó a dirigentes de países asiáticos y africanos que habían ganado poco antes su Independencia, o estaban a punto de conseguirla.

 

Ese 24 de abril de 1955, Bandung vio reunirse a grandes figuras, como el anfitrión, el presidente Sukarno de Indonesia, los Primeros Ministros Chou En Lai de China y Jawaharlal Nehru de la India, el presidente Gamal Abdel Nasser de Egipto, U Nu de Birmania y algunos líderes de África, para discutir la necesidad de los nuevos países independientes de unirse y luchar por sus intereses comunes.  Ellos adoptaron los principios de Bandung que incluían el respeto a la soberanía nacional y la autodeterminación, la igualdad de todas las naciones y la abstención del uso de la fuerza o de ejercer presión sobre los países.

 

Cooperación multilateral Sur-Sur

 

La Conferencia Asia-África de Bandung de 1955 constituyó el primer intento de establecer la cooperación multilateral entre los países en desarrollo "sobre la base del interés mutuo y el respeto a la soberanía nacional".  Reunió a la generación de liderazgos talentosos y valientes, asiáticos y africanos, que habían ganado o estaban en proceso de ganar sus batallas por la independencia.  El comunicado final de Bandung en 1955 contenía los 10 principios del "Espíritu de Bandung", destacando los principios básicos para la cooperación Sur-Sur en los esfuerzos para promover la paz y la cooperación en el mundo.  Estos principios siguen siendo tan válidos como siempre en el mundo de hoy, acosado por una crisis económica y política.

 

La solidaridad que los participantes de la Conferencia de Bandung forjaron entonces dio lugar más tarde al Movimiento de Países No Alineados (MNOAL) y al Grupo de los 77, las dos grandes estructuras paraguas bajo las cuales los países en desarrollo han venido planteando posiciones conjuntas y participando en muchos foros internacionales en los que se enfrentan a sus antiguos amos coloniales, ahora conocidos como el Norte.

 

La lógica de agrupar a los países en desarrollo sigue siendo tan relevante hoy como hace 60 años.  Todavía hay algunos países que están luchando para nacer, como Palestina en su largo combate contra la ocupación y el exterminio, como se ha puesto de manifiesto en la cumbre Yakarta-Bandung de 2015, donde quedó en evidencia que la continuación de la ocupación de las tierras palestinas y su lucha no satisfecha por un estado independiente, constituye una parte significativa de los "asuntos pendientes" de la Conferencia Asiático-Africana de Bandung de 1955.

 

Si bien se han registrado algunos progresos en las economías de los países en desarrollo, gran parte de este avance se registra en los últimos 15 años.  Sin embargo, las tasas de crecimiento más altas en estos años pueden verse como algo excepcional, debido a la alta demanda por parte de las economías avanzadas, más el aumento de la demanda de algunas economías emergentes.  Esto dio lugar a una gran demanda y un alza de los precios de los commodities o productos básicos, que es la principal razón por la que muchos países en desarrollo, que siguen siendo dependientes de los productos básicos, han podido disfrutar de un alto crecimiento económico.

 

Esta dependencia de los productos básicos fue apenas percibida durante el boom de los commodities a partir de 2000; pero los peligros y debilidades de depender de estos productos azotan de nuevo el mundo en desarrollo, ahora que los países desarrollados sufren de una desaceleración económica.  Por tanto, es imprescindible abordar una vez más el problema de los commodities, la demanda fluctuante y la necesidad de precios estables y decentes, como también la importancia de agregar valor a las materias primas para ascender en la escala de fabricación, basada en primer lugar en los recursos naturales.

 

Otro problema importante es la liberalización de los flujos de capital.  En la era de Bretton Woods, el capital podía moverse sólo si estaba relacionado con el comercio y los flujos de inversión extranjera directa.  Pero con la liberalización financiera que se inició en los países de la OCDE, para posteriormente extenderse a países en desarrollo, se ha producido un enorme aumento en los flujos de capital debido a los fondos en búsqueda de mayores rendimientos.  Así, muchos países en desarrollo han sufrido la entrada masiva, y ahora la salida, de capitales de corto plazo y especulativos, con el resultado de fluctuaciones volátiles en los tipos de cambio, y la reducción de sus reservas de divisas.

 

La situación de crisis actual revela que la tan mentada "convergencia" entre las economías en desarrollo y los países desarrollados en realidad no se está llevando a cabo, o al menos no con la suficiente rapidez.  La mayoría de los países en desarrollo siguen dependiendo del desempeño de los países desarrollados y sus instituciones y fondos.

 

Mientras tanto, los países desarrollados siguen controlando las palancas de los sistemas financiero, monetario y económico, específicamente sobre el FMI y el Banco Mundial, sin que las promesas de reformas en la gobernanza (cambios en las cuotas) se hayan cumplido.  Es más, el liderazgo de estas dos instituciones aún permanece en el ámbito de EE.UU. y Europa.  En otras palabras, las instituciones y estructuras económicas globales siguen dominadas por los países desarrollados, mientras que, por supuesto, el poder militar mundial reside en los mismos ex amos coloniales.

 

Todavía existe la necesidad de los países en desarrollo de coordinarse entre sí y cooperar en las áreas del comercio, la inversión, las finanzas y la tecnología, ya que todavía dependen de los grandes países desarrollados; tienen aún intereses comunes a defender y promover.  Las formas de dependencia y sometimiento pueden haber cambiado en algunos aspectos, pero la realidad sigue siendo la misma: si bien los países en desarrollo ganaron la independencia política, el objetivo de la descolonización aún está pendiente.

 

Para Asia y África, así como para América Latina, las batallas que comenzaron hace 60 años por la descolonización económica siguen siendo tan pertinentes y válidas como nunca.  Los sistemas financieros y económicos del mundo se han vuelto más complejos y sofisticados, incluyendo los nuevos instrumentos financieros que son difíciles de entender, y aún más difíciles de regular, y el mundo en desarrollo es receptor pasivo de sus operaciones.  Para el Sur, las luchas que comenzaron en Bandung 1955 y más tarde con el establecimiento del MNOAL y el G-77, hoy todavía siguen vigentes entre sus sucesores.

 

Un nuevo orden mundial

 

El presidente de Indonesia, en su discurso de apertura de la Cumbre de 2015, constató que las desigualdades en los sistemas internacionales continúan, e incluso han empeorado, y lanzó un llamado por el establecimiento de un nuevo orden mundial en el que los países en desarrollo tengan el mismo peso y disfruten de una cuota justa de los beneficios.

 

Este nuevo y más equitativo orden mundial permitiría a los países en desarrollo contribuir a las soluciones de las múltiples crisis de las finanzas globales y de la economía, de la seguridad alimentaria, del desarrollo social insatisfecho, de la energía y del cambio climático.  Los países desarrollados estarían llamados a cambiar sus patrones insostenibles de producción y consumo, y a ayudar a los países en desarrollo a través de recursos financieros y la transferencia de tecnologías para que puedan emprender nuevas vías de desarrollo sustentable.

 

La cooperación Sur-Sur, basada en la solidaridad y beneficio mutuo, jugará un papel cada vez más importante.  Hay mucho por hacer políticamente y concretamente en esta área.  Es de destacar que el tema de la Cumbre Asia-África fue "fortalecer la cooperación Sur-Sur para promover la paz y la prosperidad mundial".

 

Una nueva tendencia, en las reuniones Sur-Sur como ésta, es que la crítica de las formas occidentales de dominación sobre el Sur va de la mano con señalamientos respecto a las nuevas modalidades con las cuales los países en desarrollo se están organizando para cooperar unos con otros, lo que incluye la creación de nuevas instituciones.

 

Bandung 1955 fue un punto de partida de muchos logros para los países recientemente independizados.  Bandung 2015 también podría llegar a ser otro punto de partida para catalizar nuevos avances positivos en la cooperación Sur-Sur.  Habida cuenta de nuestro mejor desempeño en las relaciones multilaterales, ello podría dar paso a la construcción del nuevo orden mundial que nuestra primera generación de líderes soñó.

 

- Martin Khor es Director Ejecutivo del South Centre.  www.southcentre.int

 

(Este artículo se basa en el pronunciamiento que presentó el South Centre en la conferencia de Yakarta-Bandung).

https://www.alainet.org/es/articulo/173684
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