A cuarenta años de la operación “Carlota”.

06/11/2015
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 Fidel Castro
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Bloqueados, asediados por el imperialismo angloestadounidense y a unas dos horas y media de sus costas ayudamos a la liberación de una porción importante del continente africano contra el apartheid sudafricano.

 

En 1975 como consecuencia del acoso que el MPLA sufría por parte de la reacción imperialista para impedir la independencia de Angola Agostino Neto pidió al PCC y al gobierno revolucionario de Cuba ayuda militar solidaria, en principio de asesoramiento, para frenar esa ofensiva.

 

Lo que era una brigada compuesta por efectivos de Tropas Especiales del Ministerio de Interior devino en una fuerza de alrededor de 36 mil hombres combatiendo junto a sus camaradas del MPLA. Logrando parar dicha ofensiva y permitiendo que pudiera declararse la independencia angoleña.

 

A pesar de ello el acoso continuó y Cuba aumentó y perfeccionó en hombres y pertrechos militares a las fuerzas desplegadas en ese territorio. La genialidad del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz como estratega militar y político, la demostración de coraje, inteligencia cultural y política, de desinterés absoluto por parte del pueblo cubano (que dejó alrededor de ocho mil mártires en tierras africanas), en una demostración sin precedentes del desarrollo alcanzado por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba, permitió que en el año 1988-89 durante la batalla decisiva contra el ejército sudafricano (que poseía ya armas nucleares) en Cuito Cuonavale las fuerzas cooperantes cubanas tuviesen desplegadas en un teatro de operaciones ubicado a 12 horas de Cuba en avión, cerca de medio millón de hombres.

 

Para la defensa de su soberanía, el ejército cubano exhibía una preparación combativa, que aún hace tragar en seco a la misma Secretaría de Defensa de los EEUU. Optamos por asumir el proceso actual de normalización de las relaciones bilaterales con los EEUU.; pero nunca a costas de nuestras soberanía.

 

Durante casi un cuarto de siglo el pueblo cubano asumió las misiones militares internacionalistas en África al costo de un sacrificio impagable. Y cuando ya no fue menester ayudar con soldados, ahora envía médicos refrendando que Cuba no da desinteresadamente lo que le sobra, sino que comparte lo poco que tiene.

 

El autista multipropósito de Henry Kissinger ya desde el principio de las operaciones. Según las últimas investigaciones al efecto, ya tenía propuesto al presidente estadounidense de turno Gerald Ford efectuar una operación de agresión contra Cuba como escarmiento. En contra de las perspectivas que los mismos angloestadounidenses tenían acerca de las condiciones defensivas de Cuba, en realidad nuestro país no podría contar con la ayuda directa de la extinta URSS que estuvo diametralmente en contra de la ayuda militar cubana al África. Así es que el carácter de epopeya se lo dio a Cuba el hecho de que tal sacrificio internacionalista, victorioso, lo realizó absolutamente sola. Salvo la victoriosa revolución sandinista en Nicaragua, la región latinoamericana iniciaba el camino hacia un postmodernismo neoliberal.

 

Y aunque había soldados profesionales, el grueso de las fuerzas cubanas estaba compuesta por civiles con preparación militar elemental en un país que en 1979 acumulaba dos décadas de bloqueo y agresiones subversivas por parte de los gobiernos de los EEUU, que solo pudo limitarse a participar en las conversaciones de paz. A finales de los 80’s del siglo veinte. Y el continente africano quedó libre del apartheid.

 

Solo cuando a tenor del regreso de los restos de los internacionalistas cubanos caídos, pude revisar una publicación especial de Granma y confirmar que al menos doce personas con las que había tenido relaciones como colegas, incluso de amistad personal aparecían en la relación.

 

Dos anécdotas al efecto, que por primera vez doy a conocer: un vecino de mi cuadra, esposo y padre de una amiga y colega a quien tengo mucho afecto, incluso le serví de “casamentero”, pues a través de mi conoció a eso que llaman el amor de su vida, estuvo allá de misión. Su esposa me contó que un hombre sumamente introvertido, que apenas cruzaba dos palabras con alguien y era excelente ingeniero civil, regresó de sus tres años de misión abrumadoramente cambiado: fumaba, era extremadamente sociable y su amor por la familia creció extremadamente. Incluso, nos hicimos amigos cuando durante los anteriores quince años solo nos saludábamos de lejos. Apenas hablaba de África. Un año y dos meses después de su regreso a Cuba falleció repentinamente de un ataque cardiaco fulminante; no llegaba a los cincuenta y cinco años de edad. Un colega de armas en la Marina de Guerra Revolucionaria, gente excelente, fiestero, jaranero y excelente bailador, y un profesional casi excepcional en las comunicaciones con apenas veinte y dos años falleció en un combate en la selva. Su madre tenía seis hembras y ese único varón. A una edad en que ya ese conflicto era irreparable.

 

Tengo muchas otras anécdotas, por respeto irrestricto a la privacidad de las personas aludidas en ellas se irán conmigo a la tumba; o al crematorio. Y todos eran excelentes personas, ningún guerrerista, ni delincuente, ni deshonesto. Sino gente buena, sencilla, que desinteresadamente ofrendaron sus vidas por un ideal emancipatorio casi a las puertas de la posmodernidad neoliberal. Y del desmerengamiento del llamado “campo socialista”.

 

Evidentemente la victoria cubano-africana sobre el apartheid debe haber estado en la cuenta que sacó el Estado Profundo angloestadounidense cuando asumió, a través del Presidente Barack Hussein Obama la decisión del 17 de diciembre del 2014. Con todas sus consecuencias que incluyeron la liberación de los cuatro (restantes) Héroes Antiterroristas Cubanos presos ilegalmente en los EEUU.

 

Cada vez que un estadista africano llega a Cuba (digo de los que se respetan) va a rendir homenaje al panteón de los héroes internacionalistas. Es lo menos que se podría hacer para conservar la memoria inserta en nuestra acumulación histórica.

 

A mediados del siglo XIX en el ingenuo Triunvirato ubicado en la provincia de

Matanzas, una negra esclava bantú de nombre Carlota se alzó junto a los esclavos de su dotación, prendió fuego al ingenio y subió a las montañas, y se hizo cimarrona.

 

La operación victoriosa contra el apartheid sudafricano y por la liberación de Angola, Namibia y Zimbabwe; o la misma Sudáfrica, llevó el nombre de “Operación Carlota”. Quien tenga voluntad de memoria que no lo olvide.

https://www.alainet.org/es/articulo/173456
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