La Conferencia de Tiquipaya y Jesús de Nazaret
- Opinión
Hemos asistido nuevamente a una proclamación de compromiso con la Madre Tierra y de repudio al capitalismo (al que Evo ha calificado correctamente de “cáncer del planeta”); y se supone que en París nuestro gobierno, conjuntamente con los gobiernos de Ecuador y Venezuela, volverá a convocar al mundo a sentar las bases para frenar —y revertir— el cambio climático…
Hasta aquí muy bien, no hay nada que objetar a ese tipo de declaraciones y conminatorias. Pero, aprovechando los nuevos sentimientos cristianos que parece haber despertado la visita del Papa a Bolivia, quisiera recordar a nuestros gobernantes (y a nuestros compañeros y compañeras de las organizaciones sociales) una frase muy profunda de Jesús de Nazaret, llamado el Cristo: “No todo el que dice Señor, Señor, sino el que hace la voluntad de mi Padre, entrará al Reino de los Cielos”. Porque desde que se promulgó la nueva Constitución venimos diciendo cosas fantásticas —sobre los derechos de la Madre Tierra, sobre la soberanía alimentaria, sobre los derechos de los pueblos indígenas, sobre el carácter nefasto del capitalismo, sobre el carácter participativo de nuestra democracia, sobre la soberanía de nuestro estado—, pero a la hora de hacer realidad esos principios los vacíos resultan consternadores.
Y refiriéndonos expresamente al cambio climático, tema central de la reciente Conferencia, nos encontramos en primer lugar con que no sólo seguimos extrayendo combustibles fósiles —causa principal de dicho cambio— sino que empezamos un programa de exploración para incrementar esa extracción (y todo ello con el fin de tener más plata, finalidad en la que acabamos coincidiendo con el maldecido capitalismo, y al margen del Vivir Bien). Y nos encontramos a continuación con que vamos a incrementar la deforestación (segunda causa del cambio climático) dizque para producir alimentos, pero concretamente alimentos para exportar (nada de soberanía alimentaria) y otra vez tener más dinero. Y nos encontramos con que no se le piensa poner ningún freno a la producción de transgénicos (que no sólo van acompañados de glifosatos directamente venenosos, sino que adicionalmente imposibilitan cualquier soberanía). Y nos seguimos encontrando con que se planifica la construcción de fantásticas mega-represas hidroeléctricas que van a inundar (y destruir) nuestra Amazonia… Y por supuesto ni se habla siquiera de cambiar la Ley Minera. ¡Y para colmo se insiste en la energía nuclear, máxima expresión del “desarrollo” al estilo Truman!
Y para justificar este decir sin hacer, se nos viene a decir que quienes contaminan y destruyen el planeta son los países ricos, y que no nos corresponde a nosotros arreglar lo que ellos destruyen ni convertirnos en sus guardabosques… En esto estamos por supuesto de acuerdo. Lo que no podemos entender es que de ahí se desprenda que sí podemos hacer en pequeño lo que los países ricos hacen en grande, ni que renunciemos a ser nuestros guardabosques, ni en que tengamos que destruir lo que nos queda de Madre Tierra en espera de que los países ricos aporten a su reconstrucción… ¿O se creen nuestros gobernantes que en París nos van a escuchar y van ser ellos los que empiecen a cambiar su conducta asesina del medio ambiente? Además parece que en 2012 Bolivia emitió 136 millones de toneladas de CO2e (¿podemos seguir diciendo que somos inocentes?).
Y si el capitalismo es el cáncer del planeta, ¿se justifica que la mayor ganadora de este proceso de cambio sea la banca, que es el tuétano del capitalismo?, ¿o se justifica la alianza de nuestro Gobierno con las logias capitalistas del Oriente?, ¿o se justifica que tengamos de embajador en el Japón a un ciudadano cuyo único mérito es ser hijo de un gran capitalista que además no produce nada?
Volviendo a la importancia de la práctica por encima del discurso, en esta última Conferencia se ha distribuido una propuesta —totalmente fundamentada— de la Fundación Solón en la que se propone para el 2020 siete metas nuestras, nacionales, que podrían servir para “predicar con el ejemplo”, en París o en donde sea, de las que se destacan dos: 25% de energía solar y 0% deforestación. Eso sería pasar a los hechos, ése sería un verdadero mensaje al planeta. ¿No creen?
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