Acompañados se llega más lejos, reza el aforismo africano

22/09/2015
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Papa Francisco y Raul Castro Papa Francisco y Raul Castro
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La visita del Papa Francisco a Cuba, evidentemente ha sido la más fructífera de un pontífice a la Isla. No hay dudas de que su procedencia latinoamericana y su disposición misionera a favor de las personas menos favorecidas (siendo mayoría global) es un acto de consenso indispensable en medio de la crisis integral del sistema capitalista y de su actual hegemonía angloestadounidense.

 

Cientos de corresponsales de diversas partes del planeta están reportando los detalles de esta visita, en la que destacan dos aspectos esenciales: la excelente organización del programa y el despliegue de la Iglesia católica cubana, por una parte, y el apoyo inédito brindado por el gobierno revolucionario en estrecha colaboración con aquella.

 

Las garantías de atención al más alto nivel y disposición misma del pueblo cubano durante todos los eventos efectuados denotan esa apertura de Cuba hacia “afuera”. Participaron los fieles en un despliegue que correspondió del prelado. Participaron diversas representaciones de la población que responden a otros credos, o no creyentes que dieron relevancia poco pronosticada por algunos.

 

Francisco se ha impuesto objetivos muy necesarios para la protección de la naturaleza y el hombre dentro de una circunstancia global harto depredadora que se experimenta durante lo que el mismo pontífice ha definido como una tercera guerra mundial mediante escaladas genocidas. El actual Papa jesuita es un hombre de una inconmensurable cultura humanista. Un hombre que piensa de la parte de afuera de las cúpulas y los reductos, de ahí que sus homilías, su discurso resulte de enorme interés para creyentes y no creyentes.

 

La Iglesia católica cubana ha asumido una relación de colaboración con el gobierno revolucionario harto inteligente y necesaria en la actual situación que experimenta la sociedad cubana, durante la búsqueda de esa normalización ineludible para las relaciones bilaterales entre EEUU y Cuba.

 

Hasta el momento quizás ha sido su encuentro con los jóvenes en las afueras del Seminario San Carlos hoy Centro Cultural, el más significativo. Un representante de esos jóvenes católicos leyó unas palabras de recibimiento al prelado, que al parecer es una persona con una energía intelectiva aguda y una voluntad de hierro para resistir el arduo programa al que se sometió durante las primeras 48 horas en la Isla. Tras tomar notas sobre la intervención de aquel joven, de manera lúcida entre otras muchas cosas sugirió la unión entre los diferentes a partir de lo que realmente le una, nunca dejar de soñar aún si parece irrealizable lo soñado; y tener en cuenta a la patria. Porque la enemistad separa a la familias, al mismo país, y a las relaciones entre las naciones.

 

Desde La Habana elogió las acciones que el gobierno revolucionario cubano viene garantizando para la búsqueda de la paz en Colombia, y la colaboración cubana médica en diversas partes del mundo.

 

Apeló al famoso aforismo africano que aprecia llegar lejos por acompañado, por sobre llegar rápido por ir solo. De esa manera la Iglesia católica se va curando y cura a todos de las lesiones desde ella acaecidas durante la historia de la expansión de la cultura del capitalismo por el mundo; de la que ella fue en su momento instructora política…

 

Debemos apreciar mucho la posibilidad de llegar lejos acompañados, no al margen de la acumulación histórica, sino como resultado de una reflexión crítica a partir de esa acumulación. La Iglesia católica cubana nunca ha sido exactamente solidaria con los más pobres. Hasta 1959-61 acompañó al colonialismo español, luego a la autoproducción burguesa posterior a 1902. Y en los últimos 55 años padeció una etapa de real enfrentamiento contra la revolución, que provocó reacciones erróneas de ambas partes. Lamentablemente la vocación de grandeza del pueblo cubano no siempre ha sido acompañada por el catolicismo.

 

Quizás, ojala, esté comenzando la hora de avanzar lejos y acompañándonos a otros en un mundo tan inhumanamente desigual.

 

- Víctor Andrés Gómez Rodríguez. La Habana Cuba.

https://www.alainet.org/es/articulo/172532
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