El bloqueo a Cuba: una afrenta a la humanidad

16/09/2015
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El nuevo clima diplomático entre Cuba y Estados Unidos con la apertura de Embajadas en las respectivas capitales dispara una serie de canales a la expectación, la polémica y las especulaciones. 

 

El aparataje mediático corporativo respondiendo a los intereses de Washington y el neocolonialismo imperante, manipula a legiones de masas en el continente americano y el mundo, manteniendo  una línea discursiva de falsedades a medias y mentiras absolutas sobre el proceso revolucionario de Cuba.

 

En esa medida el discurso de las agencias noticiosas imperialistas mantiene un recorrido sinuoso y falaz sobre las legítimas motivaciones y factores decisorios, de las negociaciones entre Cuba y Estados Unidos (mantenidas por años y décadas) y las mesas de conversaciones actuales, con el afán de abrir una etapa de las relaciones bilaterales que se proyectan  radicalmente diferente a las viejas relaciones de imposición, desigualdad,  irrespeto a la soberanía, atropello y pillaje.  

 

La Revolución Cubana en todo momento con el concurrir de los procesos, del sujeto social pueblo y de sus líderes; estuvo dispuesta a sostener relaciones civilizadas con el peculiar vecino del norte, en un marco de respeto, convivencia pacífica, igualdad soberana y de atención al derecho internacional; la tolerancia de las diferencias políticas, ideológicas, filosóficas y la libertad de decidir en forma autónoma el sistema político y proyecto de sociedad sin injerencias, intervencionismo o complots para la desestabilización política. 

 

La disposición a mantener la estabilidad, la integridad territorial y social para sostener con fluidez relaciones económicas, culturales, deportivas y políticas conforme a las normas de buena vecindad, equidad y armonía establecidas en la carta de las Naciones Unidas y las convenciones sobre las relaciones internacionales,  para garantizar una atmósfera de paz y los derechos humanos en el vecindario, en el continente y el mundo.

 

Esa fue siempre la filosofía del proyecto político de la Revolución y de  Fidel,  como en el discurrir del Compañero presidente Raúl Castro Ruz. Lo han confirmado desde los años de La Sierra Maestra.

 

El genocida Bloqueo a Cuba  emergió de las catacumbas fascistas de Washington, como táctica y  estrategia del imperialismo en su repugnante intento  por derrocar el Gobierno revolucionario y acabar con el proceso social de cambio, iniciado en 1959.   

 

El objetivo se fijaba en asfixiar la Revolución Cubana provocando hambre y desesperación en su pueblo, generar el descontento, la desconfianza y la división para hacer germinar una oposición fuerte y creíble, fomentar la sedición y las condiciones que llevaran a la derrota del proceso de transformación social, con el consiguiente “cambio de régimen”.

 

Con el “cambio de régimen” como reza su breviario de estrategia de conspiración y guerra no convencional, entonces el Departamento de Estado  decretaría el restablecimiento de relaciones diplomáticas con la Cuba que la política imperialista forzare a su molde de semicolonia,  con todos los matices, ungüentos y decorados de las doctrinas sociales de la decadente sociedad burguesa. 

 

Lo cual significaría restablecer, en las condiciones actuales, el escenario dantesco de la Cuba colonizada, miserable, de gobiernos oligárquicos arrodillados al capital transnacional, desgarrada por la ignorancia, hambre, la explotación del trabajo, incluido el trabajo infantil, la trata, por la violencia estructural, por el atropello de todos los derechos humanos… Aquella Cuba convertida en un garito, en un antro de las mafias internacionales, del contrabando, el tráfico de drogas y la delincuencia crónica y la corrupción como un práctica sistemática, legalizada y rampante en todos los estamentos de la sociedad.

 

Aquella Cuba: “la perla del Caribe” que añoran las raleas pútridas, mercenarias y terroristas que en Miami despuntan maquinando todo tipo de actos de violencia contra el pueblo cubano, levantando la guadaña de la muerte, la guerra, la conjura, la mentira y el odio.

 

La realidad de hoy es otra: Cuba revolucionaria creció y se encumbró como un faro de dignidad, resistencia, humanidad, patriotismo, solidaridad e internacionalismo; un espejo para los pueblos del continente y el Orbe.

 

A medida que las distintas administraciones de la Casa Blanca, el Senado y la Cámara de Representantes  arremetían contra el pueblo cubano y su pundonor, girando una estría más el tornillo del Bloqueo; la solidaridad, la amistad y la hermandad de los pueblos de la tierra cerraban filas con Cuba y su Revolución.

 

No pudo el imperialismo yanqui, sus aliados de Europa y los secuaces de toda estofa lamiendo sus botas ensangrentadas, aislar a Cuba, ni derrotar su Revolución. El aislado fue el imperialismo. Latinoamérica y el Caribe se fueron nucleando en forma soberana, las voces de gobernantes, especialmente de  los nuevos procesos de cambio en la región se alzaron con más hidalguía y altisonancia, exigiendo el fin del bloqueo y el cese a toda la disparatada política washingtoniana contra Cuba.  

 

La cosa toco fondo para la aristocracia de la Casa Blanca  cuando en la Cumbre de las Américas, en la misma OEA, cundió la desobediencia al hegemonismo yanqui.

 

¿Estaba o no  Estados Unidos quedándose solo, fosilizado en la bancarrota de la estrategia del bloqueo y la guerra total contra Cuba revolucionaria?

 

Con la inminente derrota golpeándoles en las narices, la administración Obama se hizo eco de las alarmas encendidas, en distintas esferas de la sociedad norteamericana y sus adeptos.  

 

Acceder a nuevas rondas de negociaciones con la Revolución Cubana fue el paso inicial. La decisión de restablecer las relaciones con Cuba, que Washington había roto, fue otro paso.  La normalización es otra historia por contarse. Como lo ha expresado Raúl Castro y distintos dirigentes y analistas políticos, sería un camino largo y complejo. 

 

Estados Unidos hace un alto y un viraje en su política hacia Cuba y se traga  la amarga derrota. ¿Acaso en Cuba se produjo el “cambio de régimen” que propugnaban por la vía de la fuerza, la arbitrariedad y el terror?

 

Lo primero: Cuba resistió y resiste a la agresión y la violencia abierta, encubierta de toda la maquinaria imperialista, incluida por supuesto, la diplomática. El pueblo cubano extiende invicto su proyecto social revolucionario. Un hecho reconocido universalmente,  como lo es también, el Estado Socialista de Cuba y su Gobierno constitucionalmente legítimo y, certificado con las relaciones con la mayor parte de países del mundo, incluidos América Latina y El Caribe.

 

Lo segundo: Los Estados Unidos en la administración Obama tiene que disimular su soberbia y aceptar la institucionalidad de la Revolución, la vigencia del poder popular y reconocer el Estado Revolucionario Cubano.

 

Es el triunfo de las ideas del cambio, de los nuevos tiempos de rebelión y transformación social, del pensamiento de Fidel, del socialismo y de las fuerzas revolucionarias consolidadas en Cuba.

 

Seamos claros la estrategia del imperialismo no ha variado, ni un ápice, hacia Cuba. Dieron un golpe de timón en la táctica. Lo han dicho Barack Obama y  el Secretario de Estado John Kerry, cínicamente: No logramos doblegar por hambre y desesperación llevando dolor y sufrimiento  al pueblo cubano, ahora se trata de empoderar al pueblo  con mecanismos más civilizados.

 

Efectivamente están hablando de aplicar las técnicas del golpe blando y los métodos de las revoluciones de colores. Hablan de “esa flexibilidad “es fundamental” para “el compromiso” del gobierno de Obama de ayudar al pueblo cubano “a determinar libremente su propio futuro”.  El bloqueo    se mantiene y siguen maniobrando con la diplomacia con una especie de doble pinza.  

 

Los ardides y subterfugios del imperialismo los conocen, al dedillo, el pueblo cubano y la Revolución. En Cuba nadie confía en el imperialismo, ni en sus “democráticos” gobernantes, ni en su palabrería de tarima electorera sobre derechos humanos, libertad, elecciones, éxito individual, eficiencia,  progreso, riqueza y oportunidades del capitalismo, ni en palmaditas en la espalda, ni en ofertas de “libre Comercio”.

 

Obama recién ha dictaminado la prolongación por un año más del Bloqueo a Cuba, como lo habitúan, cada año. Imponiendo  con arrogancia y  unilateralidad la denominada: “Ley de Comercio con el Enemigo” sustentada en un estatuto de 1917, para restringir y sitiar a Estados considerados hostiles, que se apunta de manera insólita y exclusivamente a Cuba, en la actualidad.  

 

El pueblo cubano está meridianamente convencido de la persistencia de la agresión imperialista, más allá del nuevo capítulo de las relaciones diplomáticas con EE UU.  Comprende las nuevas condiciones y sigue edificando, labrando, caminando hacia el socialismo con imaginación e ilusión en medio de las limitaciones y obstáculos del bloqueo; que exige, tiene que terminar porque es un acto unilateral, impune y ofensivo de una estrategia infame, terrorista y de guerra que acarrea crímenes de lesa humanidad.   

 

El Gobierno cubano ha sido explícito y tajante en declarar que la normalización de relaciones con Estados Unidos no se alcanzará, hasta tanto no se acabe el bloqueo en todos sus ángulos y   sus repercusiones despiadadas,  y el pueblo cubano sea compensado material, humana, económica y espiritualmente por el desastre desparramado a los largo de casi sesenta años.        

 

La anterior condición, entre otras cosas, como la liberación y restitución  del territorio ocupado ilegal y violentamente por una base del Pentágono, en la provincia de Guantánamo.  

 

Lo mismo se tiene que terminar con la guerra migratoria contra Cuba, el hostigamiento de las delegaciones deportivas, artísticas, científicas, de cooperantes internacionales y culturales cubanas,  en cualquier parte de los cinco continentes,  una persecución, rapiña e intriga  que se manifiestan como extensiones del bloqueo.

 

 Así como, poner fin al asedio, intromisión y agresión con sistemas aéreos, satelitales y cibernéticos  desplegados como ataques electrónicos permanentes y  bombardeando con trasmisiones radiales, propaganda intervencionista, espionaje el territorio de Cuba e interfiriendo  las  señales de radio y televisión cubanas.  

 

En próximos días la representación cubana en las Naciones Unidas presentará a la Asamblea General, la  resolución de condenatoria al bloque de Estados Unidos contra Cuba.

 

En ese foro mundial el rechazo al bloqueo en 23 oportunidades anteriores se ha expresado en forma radical y definitoria. La voz prácticamente unánime es el cese al bloqueo indicando que es un acto  de genocidio contra la humanidad, intervencionista y que  violenta  la autodeterminación de las naciones. En la Asamblea General de la ONU se aboga por   la restitución de la soberanía, la tranquilidad y la paz total a Cuba. 

 

Los Estados Unidos llegarán a esa sesión de la Asamblea General de la ONU, más acorralados que nunca. Está desguarnecido  con un aliado pírrico como es el Estado sionista y terrorista de Israel, un gobierno esbirro fanático de la guerra y el exterminio de seres humanos, particularmente de los pueblos árabes y palestino.

 

Los pueblos del mundo acompañamos a Cuba y a su pueblo revolucionario siempre, estaremos  en esa nueva página de su batalla insigne, que se escribirá con letras de victoria, como se ha logrado hasta ahora.

 

Setiembre 15 de 2015

 

- Oscar Barrantes Rodríguez, Círculo Bolivariano Yamileth López (CBYLO), Centro Popular Costarricense de Estudios Sociales (CPCES), San José-Costa Rica

https://www.alainet.org/es/articulo/172431
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