Explicando los efectos económicos de la caída de los precios petroleros

17/08/2015
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Opinión
-A +A

En las últimas semanas se me ha acercado mucha gente preguntándome sobre la economía venezolana, y he tratado de darles una explicación sencilla y realista de la situación, sin caer en culpabilidades políticas pasadas ni presentes.  Ahora, trataré de poner en letras lo que ya he mostrado de manera oral, y espero que me entiendan.

 

Esta no es la primera vez que se vive en Venezuela una depresión de los precios petroleros.  Particularmente fueron notables las caídas de 1986, 1988, y 1998-99.  También es la segunda vez que acabamos de vivir una prolongada “bonanza” de precios del crudo: la primera fue entre los años 1973-1982, y esta segunda vez en el período 2003-2014.

 

La depresión de precios de la década de 1980 empezó en 1982, y trajo como consecuencias aquel famoso “viernes negro” del 18 de febrero de 1983 (aunque en verdad, ese día no sucedió nada, pero así lo llamaron y así quedó) que supuso el fin del cambio fijo, único y de plena convertibilidad del bolívar frente al dólar.  Pero la caída fue progresiva, hasta que se aceleró y tocó fondo en 1986, volviendo a ese piso en 1988.  Hasta el año 2003 no volvió a superar consistentemente el precio nominal de los US$ 30 el barril (y pocas veces se puso por encima de los US$ 20, de paso), o sea, 20 años después, aunque el precio real del dólar ya no era el mismo que en 1973 o 1983.

 

La importancia del petróleo en la economía venezolana

 

Desde que irrumpió el petróleo en la economía venezolana, ésta se transformó por completo, dejando atrás la pobre economía agrícola de subsistencia que caracterizó por siglos al país.  Además coincidió con la Gran Depresión Mundial de 1929, cuando el precio de todos los productos agrícolas bajó más de 2/3, hundiendo en la miseria al ya paupérrimo campo venezolano.  En esos días, exportábamos básicamente cacao y café, a los que se dedicaba buena parte de la escasa población que había.

 

Precisamente en esos años venía creciendo la producción de hidrocarburos, por lo que la depresión agrícola fue compensada por la migración de las zonas rurales a las petroleras, y poco a poco fue decayendo la actividad agrícola, hasta el día de hoy.

 

La industria petrolera se caracteriza por ser “capital intensivo”, mientras que la agricultura es “trabajo intensivo”.  Pero los ingresos petroleros fueron suficientes para subsidiar toda la economía, y seguir haciéndolo hasta hoy.  Los reclamos de Alberto Adriani y Arturo Uslar Pietri en 1936 pidiendo que se sembrara el petróleo siguen siendo actuales como si las hubieran formulado hoy, 79 años después.  Imagínense, desde esa época han pasado por el Palacio de Miraflores desde Eleazar López Contreras, Isaías Medina Angarita, Rómulo Betancourt, Marcos Pérez Jiménez, Carlos Andrés Pérez, Luis Herrera Campíns, Jaime Lusinchi, Rafael Caldera, Hugo Chávez, entre otros, y aunque todos se lo propusieron, ninguno pudo romper la dependencia del petróleo, convirtiéndonos en una economía monoproductora.  Pero si en aquel momento Venezuela tenía apenas unos 2 millones de habitantes, ahora ya somos 30 millones, y subsidiados por el mismo producto.

Con petróleo se paga la nómina del gobierno, las importaciones públicas y privadas de todo tipo (tanto básicas como las de lujo), las obras públicas, la mayoría de las viviendas que hay en el país, los viajes al exterior, la liquidez monetaria y la actividad bancaria, etc.

 

Los números explicativos

 

Para entender mejor, veamos un ejemplo numérico con 3 escenarios magnificados.  El primer escenario es del año 1986, cuando los costos de producción eran de aproximadamente US$ 5 el barril, y el precio llegó a US$ 9.  El segundo fue el que estuvo vigente hasta noviembre de 2014, con un precio de venta aproximado de US$ 100 y costos de US$ 20 el barril.  Y el tercer escenario es el de ahora, que la semana pasada llegó a US$ 43 con los mismos US$ 20 de costos por barril.

 

Antes de colocar el cuadro, recordemos que el Ingreso Neto o Beneficios es igual a los Ingresos Brutos (o Ingresos por Ventas) menos los Costos de Producción.  También, los costos y los gastos se dividen en dos tipos, Costos (y Gastos) Fijos y Costos (y Gastos) Variables.

 

Hasta ahora no hemos introducido elementos de economía avanzada, sino lo que cualquier estudiante de economía, administración, contaduría o carrera afín del primer semestre debe haber visto.  Así que hay cientos de miles de venezolanos que pueden entender esto sin ningún esfuerzo.

 

Ahora pongamos los números en un cuadro.  Para ello, supongamos que los ingresos son los de un barril de petróleo.  Algunas cifras son solamente un ejemplo explicativo.

 

 

Escenario 1986

Escenario Octubre 2014

Escenario Agosto 2015

Ingresos totales

9

100

43

Costo de producción

5

20

20

Beneficios netos

4

80

23

Uso de los Beneficios

 

 

 

Gastos fijos (deuda externa)

Moratoria

15

15

Gastos variables (todo lo demás, incluyendo importaciones de alimentos, medicinas, vehículos, viajes, etc.)

4

65

8

 

Como se puede ver, queridos amigos, estamos en un escenario donde apenas hace un año podíamos gastar 65 y ahora nos queda 8.  Imagínense que a ustedes les bajen el sueldo en esa proporción.  Pero esta rebaja de ingresos es para todo el país, o sea, para usted, para mí, para el gobierno, para los empresarios, para los comerciantes, para todos.

 

Por supuesto, estamos magnificando con el ejemplo, porque la realidad es más compleja.  Por ejemplo, se puede recurrir al endeudamiento externo o a las reservas internacionales para sostener el gasto.  Y también hay otras fuentes de ingresos, además de que solamente estamos hablando de las exportaciones petroleras, y no estamos considerando las "no tradicionales" ni a los circuitos económicos internos, algunos de los cuales no tienen ninguna relación con el exterior.  De paso, en realidad el año pasado el petróleo venezolano rondó los US$ 90 y casi nunca llegó a US$ 100 el barril.  Y para completar, en la era del dinero fiduciario que predomina en el mundo desde 1971, queda el recurso de recurrir a la “maquinita de hacer dinero”.

 

Cuando se dan esos números que vimos arriba, donde para la mayoría de las actividades económicas que se vinculan con el exterior bajan sus ingresos a la octava parte (de cada 8 ahora nos ingresa solamente 1), es de esperar que la mayoría saldremos afectados.  Y para bajarles un poco las esperanzas, los ministros de petróleo de Arabia Saudita y Kuwait han anunciado (o amenazado) que el petróleo no volverá a superar los US$ 60 el barril de manera consistente hasta después del año 2020, y que se olviden por varias décadas del petróleo a US$ 100.  O sea, nos quedan al menos 5 años más así como estamos ahora.

 

Expectativas optimistas

 

Entre las decenas de personas que les hice esta explicación numérica hubo dos que me preguntaron:  ¿o sea, la única alternativa que nos queda es emigrar a otro país?  Y yo le dije: No.

 

Podemos y debemos ser optimistas.  Para comenzar, Venezuela tiene grandísimas potencialidades distintas al petróleo, donde destacan la agricultura, la minería, el turismo, etc.  Pero para ello debemos readaptarnos y reconvertirnos.  Ya están subiendo las exportaciones no tradicionales, como por ejemplo, las de granito.  Luego, tenemos muchos terrenos fértiles, y los campesinos están viendo subir sus ingresos de una manera asombrosa, como el precio del kilogramo de cacao al productor básico, que pasó en cuestión de meses de BsF 200 a BsF 1.500, y sigue subiendo, viéndose los agricultores de este rubro en una bonanza repentina.

 

Los que producen y venden rubros no regulados como ocumo, ñame, yuca, y otros, siguen subiendo sus precios, y venden todo.

 

También el resto debemos readaptar nuestro consumo tanto personal como empresarial.  Por ejemplo, comemos mucho pan y espagueti, y se consume mucha cerveza, cuando en Venezuela por sus características naturales no se dan el trigo ni la cebada.  La mayoría de la industria nacional utiliza o incorpora insumos importados, y eso debe disminuir progresivamente.

Hay que volver a consumir y producir ropa y calzados nacionales hechos con insumos nacionales.

 

Por supuesto, que esos cambios de estructura productiva y de consumo no se dan de la noche a la mañana, y en especial, debemos cambiar nuestra mentalidad.  Y si algún día vuelve a subir el precio del petróleo, no empezar a gastarlo, sino ahorrarlo para la época de las vacas flacas.

 

Venezuela es uno de los pocos países del mundo donde nos contentamos más si los bienes importados son más baratos que los nacionales.

 

Y voy a decir algo en mayúsculas para que se entienda bien: Si queremos tener una economía como la de los países que admiramos y que producen la mayoría de lo que consumen, los precios de los bienes y servicios importados debe ser substancialmente más caros que los nacionales, o sea, que los bienes y servicios nacionales sean más baratos que los importados.  Y que esa situación se mantenga así por más de 20 años, para llegar a tener una economía productiva y diversificada.

 

Una particularidad de esta crisis petrolera actual que afecta a Venezuela es que es exógena, es decir, tanto su causa como su solución están fuera del alcance de cualquier venezolano, sea éste oficialista, opositor o independiente.  Ninguno que ofrezca soluciones fáciles y rápidas está diciendo la verdad.

 

Por último, ¿ven que se puede escribir y explicar sin hablar de política y sin culpar a otros?  Y también se puede trabajar y progresar sin depender de los demás.  ¡Adelante!

 

Venezuela, 10 de agosto de 2015.

 

Simón Saba

Economista, M.Sc.

E-mail:  simonsaba250@yahoo.com

Twitter:  @SimonSaba

 


 

https://www.alainet.org/es/articulo/171777?language=en
Suscribirse a America Latina en Movimiento - RSS