¿Sensibilidad repentina o cómo esquivar responsabilidad ante lo indefendible?

06/08/2015
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El asesinato, quemado vivo, de un niño palestino de año y medio (junto con las graves quemaduras provocadas a un hermanito y a sus padres) han generado una situación  que hace mucho tiempo no conocíamos en la sociedad israelí.

 

Netanyahu ha condenado públicamente el hecho. Y ha ido a visitar al hospital al niño sobreviviente. Uno no puede dejar de asociar  la visita de un político tan radicalmente de derecha, con la del dictador tunecino, Ben Alí a Mohammad Buazizi, quien había decidido su inmolación quemándose vivo y que sobreviviera dos semanas, durante la primera de las cuales Alí hizo su minuet de Public Relations.*

 

También Paz Ahora, el movimiento de judíos moderados, pacifistas pero defensores de la entidad israelí, con una política de mayor coexistencia con los palestinos, salió a la calle, tras un largo eclipse, voceando contra el odio, reclamando paz, ignorando que el reclamo de paz no puede sustituir o anteceder al de justicia.

 

La conmoción ha sido, empero, significativa. Isaac Herzog, un referente de los moderados llegó a invocar a un dios “que todos compartimos”. Por cierto que esa invocación se basa en la Biblia y sus equívocos mensajes, pero así y todo el mero compartir de un dios es un paso altamente revulsivo y satisfactorio al rechazar el exclusivismo divino, tan característico de las sectas tanto cristianas como musulmanas o judías.

 

Han reaparecido así, políticamente, judíos como el mencionado Herzog, francamente conmovidos; se trata de quienes durante ya muchas décadas no han compartido la política de agresión, aunque políticamente han ido sufriendo un proceso de debilitamiento y cuasi extinción.

 

Pere no podemos dejar de anotar que el ataque artero, patoteril, terrorista, a dos hogares palestinos en la noche tiene mucho que ver con la política de maltrato, asfixia, desprecio, discriminación, abuso, permanente y sistemático, de la sociedad israelí hacia la población palestina. Y de arrinconamiento, que a su vez le permite a un sector considerable de la sociedad israelí eludir la cuestión porque pueden vivir su vida cotidiana sin contacto con lo palestino.

 

Porque no podemos compatibilizar esta condena, de Herzog, Paz Ahora, Netanyahu,  con lo que pasó hace apenas un año, cuando el gobierno israelí descargó la última operación de bombardeo y arrasamiento de la Franja de Gaza: fueron asesinados entonces quinientos niños, no uno (y miles de seres humanos de todas las edades). No se oyó entonces a la sociedad israelí reaccionar en contra. Claro que hubo  refractarios y objetores. Pero sus voces −valiosísimas− resultaron apenas audibles. En cambio, los vítores hacia las banderas del estado sionista sí se oyeron.

 

El flamante gobierno de Netanyahu (constituido hace menos de dos meses, recordemos) tiene un gabinete significativo en lo que respecta a la idea de humanidad, de raza, racismo, supremacismo… hagamos un sucinto recuento de opiniones de algunos de sus ministros, muchas tomadas cuando su asunción:

 

·                     Moshe Yaalon, ministro de Seguridad, definió a los palestinos “como un cáncer”. Pero nos “tranquilizó”: “algunos dicen que puede ser necesario amputar órganos, pero por el momento estoy aplicando quimioterapia."

 

·                     Eli Ben Dahan, viceministro de Seguridad del flamante gabinete, ha declarado: “nuestro pueblo tiene almas más elevadas, incluso si son gays."

 

A qué se refiere Ben Dahan cuando entiende que las almas de lo que llama “pueblo judío”  “son más elevadas”; no sabemos si se refiere a las de los palestinos como menos elevadas o al resto de la humanidad, un poco más nazísticamente pensado… Tampoco suena muy liberal el deslinde de gays…

 

·                     Naftali Bennet, ministro de Deportes, ha declarado:  “He matado a muchos palestinos en mi vida. No hay problema con eso.” Diáfana revelación del credo sionista.

 

·                     Ayelet Shaked, ministra de Justicia [leyó bien, de justicia] aboga por el asesinato [sic] de las madres palestinas porque “paren ofidios que atacan su patria” [sic].

 

·                     Miri Regev, ministro de Deporte y Cultura del gabinete de Netanyahu, cuando sobrevinieron violentos disturbios con  africanos en el centro de Tel Aviv incitó a la multitud calificando a las víctimas de la  brutal represión de 'cáncer'. Inmediatamente  después, les pidió disculpas a los enfermos de cáncer. Como vemos, la imagen del cáncer tiene cierto predicamento en el gobierno de Netanyahu, para hablar de seres-humanos-otros.

 

·                     Ophir Akunis, ministro sin cartera, niega la existencia del pueblo palestino. Al menos en toda la superficie de su país, cuyas fronteras nadie conoce (y que son bíblicamente elásticas, de acuerdo con el gobernante  y los servicios de geografía y seguridad que  habilite (algunos llevan los límites desde el Éufrates hasta el Nilo).”

 

Este gabinete, digno de un gobierno del Ku-Klux-Klan o neonazi no me permite creer en la condena de Netanyahu al atentado mortal.

 

Y si el coro gubernamental israelí no me permite pensar más que en hasbará, una técnica de Public Relations para “salvar la ropa”, las declaraciones de Avi Mayer, portavoz de la Agencia Judía reconfirma mi impresión de que es demasiado el abismo entre el desprecio cotidiano a lo palestino y este arrebato de sensibilidad. Mayer ha declarado: “Es alentador ver a líderes de todo el espectro político y social de Israel –de derechas y de izquierdas, religiosos y laicos– levantarse en contra del asesinato del niño palestino.

 

Si no fuera tan atroz lo que el sionismo y/o el Estado de Israel han erigido para deshacer la sociedad palestina –violencia, de balazos o brazos rotos, represión, detenciones sin proceso ni límites, humillaciones, restricciones de movimiento, hambreamiento, cortes de luz y agua (carecemos de la palabra para expresar con el agua lo que se hace con la dosificación de comida, tan excepcional y monstruosa es tal medida), arrancar olivos de cuajo y la gente de sus hogares, bombardear con partículas cancerígenas, podríamos creer en esta compasión hacia Ali Dauabcha quemado vivo. Pero  no confiamos ni creemos en tan súbitas conversiones.

 

- Luis E. Sabini Fernández, revistafuturos.noblogs.org/



*  El mismo día en que Buazizi moría tras su espantosa agonía, Ben Alí abandonaba el país, aunque llevándose unos cuantos bienes materiales…

https://www.alainet.org/es/articulo/171589?language=es
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