Futbol y fracaso nacional

03/08/2015
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Lo deportivo no es importante, pero no deja de ser un buen indicador. Ganar la final de la Copa de Oro de futbol gracias al atropello que el árbitro norteamericano cometió contra Panamá regalándonos, cuando menos un penal, es un fracaso. 

 

Los fracasos en lo menos importan revelan el gran fracaso del país en lo verdaderamente importante. Son signos del espíritu del tiempo que sacude a México. Un mal que no nos vino del cielo ni de ninguna maldición o brujería. Nos sobrevino con la toma del poder por los gobiernos depredadores y corruptos, de los cuales el de Peña Nieto es la máxima expresión.

 

¿Por qué no vamos a fracasar en el deporte si en economía, en combate a la delincuencia, en reducción de la pobreza vamos de derrota en derrota? ¿Por qué nuestra Federación Mexicana de Futbol y su entrenador, el “piojo” Herrera no van a aceptar el regalo corrupto de un árbitro parcial si  todos los días en este país se reciben regalos a cambio de dejar hacer, dejar pasar para violar el estado de derecho? 

 

Julio de fracasos. Sexenio de fracasos. Una política económica y monetaria que no logra detener el desbarrancamiento del peso ante el dólar.  Ante esto, la única acción es la inacción y las declaraciones auto tranquilizantes de un Secretario de Hacienda que no sabe sino aumentar impuestos y no relanzar el crecimiento.

 

Una política social que no prospera a pesar de los miles de millones gastados en el programa “Prospera”, que según las estadísticas oficiales y análisis objetivos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (CONEVAL), ha logrado el fracaso máximo de que en lo que va del sexenio haya dos millones de pobres más y ahora uno de cada dos mexicanos viva en la pobreza.

 

Fracaso en la “ronda 1” de la entrega de los espacios a empresas privadas para explotación de hidrocarburos, según se estipula en la Reforma Energética privatizadora de Peña Nieto y sus aliados. Se presentaron únicamente 9 de las 24 empresas y consorcios precalificados.  Sólo se asignaron dos de los catorce bloques.  Se cedió demasiado en cuestión de soberanía nacional y se logró casi nada.

 

El fracaso en la fuga del capo Joaquín, “El Chapo” Guzmán es proporcional a la propaganda y triunfalismo del gobierno de Peña Nieto al momento de capturarlo, en febrero de 2014.

 

Fracaso total en la reforma educativa. Nada ha logrado movilizar tanto al magisterio, disidente y no disidente, como la aplicación de ella, como la evaluación magisterial. Nada ha logrado suscitar un movimiento de protesta tan amplio mucho más allá de Guerrero, Michoacán u Oaxaca, aunque la comunicación oficial quiera ahora “oaxaquizar” el problema, satanizando a los maestros de ese estado, confundiendo a la opinión pública, con la ayuda de las inefables declaraciones del súbito experto en educación y perpetuo dirigente empresarial, Claudio X. González, para quien no hay más paradigma a seguir que el de la educación privada de alta paga.

 

No es que este país esté condenado a la derrota, que esté “salado”, como se dice popularmente.  El fracaso es el estado de ánimo nacional porque se ha consagrado como máxima de conducta “el que no transa no avanza”, es decir, el que no hace trampa no avanza, epitomizada en el fraude electoral de 2006, en la obscena compra de votos de Peña Nieto.  Porque se ha consagrado la corrupción como la única alternativa al fracaso: “el que no transa, fracasa”.

 

Tal vez la CONCACAF nos pueda regalar un campeonato de futbol de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe.  Pero ni el PNUD nos va a regalar niveles de desarrollo humano, ni la OCDE, potencial de desarrollo económico, ni Transparencia Internacional nos va a considerar menos corruptos.

 

Si el PRI había perdido ya toda su capacidad de dirección moral, de ética pública en este país, algunos esperaban que, dada su experiencia acumulada, pudiera reconstruir algo de la dirección intelectual. Con Peña Nieto y su equipo hasta esto se ha perdido. La orientación hacia los negocios privados, las reformas para favorecer a unos cuantos, carecen, ahora muchos lo reconocen, de la inteligencia financiera, económica, estratégica, elemental. 

 

Peña Nieto debe renunciar, por inepto y por corrupto. Pero no basta. Como no basta que renuncien el seleccionador nacional y toda la directiva de la Federación Mexicana de Futbol para aliviar un futbol infectado de lucro indebido. Es necesario que caiga el sistema de grupos de privilegio, de partidocracias que se ha apoderado de este país.  Que caiga ese edificio en cuya cúpula está ahora el PRI que fomenta el fracaso porque no combate la ineficiencia ni la corrupción, ni la complicidad, como la de quienes desde dentro del Estado colaboraron en el nuevo escape del Chapo...

 

 Es necesaria una nueva dirección intelectual y moral para este país. Que cultive un nuevo estado de ánimo y deje de premiar el fracaso. Que fomente la honestidad, la eficiencia, la austeridad. ¿De dónde va a surgir? De abajo, de la ciudadanía consciente, organizada. Pero también de en medio y de arriba, de dirigencias honestas, comprometidas con el Pueblo de México. De la comunicación, del reconocimiento mutuo entre todas y todos quienes resisten al país de las mafias, a la Nación de la transa.

 

Es lo que nos urge en todos los ámbitos…hasta en el futbol.

 

- Víctor M. Quintana S. es asesor del Frente Democrático Campesino de Chihuahua e investigador/profesor de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez.

 

https://www.alainet.org/es/articulo/171507?language=es
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