Potosí, la gran saqueada y exportadora

28/07/2015
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Potosí fue desde siempre una columna vertebral económica, no sólo para el imperio español sino también para el imperio norteamericano, es decir los lacayos de los españoles y los norteamericanos siguieron los mismos patrones de desarrollo que siguen vigentes. Lo paradójico de ese desarrollo clásico exportador, es que Potosí también desde siempre es el departamento más pobre del país. Los norte potosinos piden limosna en todas las ciudades del país, los potosinos ricos construyen edificios en otras ciudades fuera de Potosí, y sus hijos estudian en el extranjero y no en Potosí. Hasta los años 80 del anterior siglo, Potosí alimentaba al país con el 70% de los recursos económicos gracias a las exportaciones de los minerales. Pero la riqueza que produce desde siempre nunca ha sido aprovechada para sus propios desarrollos, para las comunidades y las distintas regiones de Potosí. Empedrados y pavimento son sólo los primeros pasos de un posible desarrollo; no definen en nada lo que es desarrollo. Y Potosí sigue nomás viviendo en las paradojas de los espejitos y los discursos republicanos, de desarrollo y progreso, cuando sus poblaciones siguen siendo las más pobres del país.

 

 Es cierto que Potosí lamentablemente no tuvo liderazgos potables y claros, sino los mismos políticos clásicos de la república: oportunistas y sin ganas de vivir en Potosí. En general, como en todo el país, los comités cívicos siempre fueron trampolín de las oligarquías regionales para saltar a la política grande. Los potosinos son sólo carne de cañón en las distintas elecciones; después se dispersan entre las multitudes estatales para ser coimeados en función de los grupos de poder nuevos. Nada definen para sus regiones, sino el aprovechar hasta el último la oportunidad que tienen de escapar de Potosí. Esa es la historia de todos los potosinos, ricos y pobres. Sin liderazgos ni propósitos de desarrollar la casa común, las historias se repiten como los cuentos sin fin de aquellas historias que devienen desde tiempos inmemoriales, desde el descubrimiento del cerro rico, que es en realidad el cementerio más insultante de la historia de Potosí; defendido estúpidamente como patrimonio de la humanidad: el cementerio que se tragó a millones de indios y mineros durante siglos, muertos por silicosis o de esclavos en el trabajo de 14 horas por día,  por los minerales que enriquecen a muy pocos, y nunca benefician a sus regiones.

 

Potosí seguirá siendo saqueada y seguirá expulsando poblaciones por sus condiciones estructurales de pobreza, de inmensa pobreza. Si las coordenadas de lo que se llama desarrollo y progreso siguen siendo las mismas, pues dentro de muy poco otra vez estará la gente en las calles exigiendo algo de dignidad. Potosí necesita discutir desarrollo en sus propios escenarios, y no en los ministerios centralizados que en muy poco conocen las realidades de las regiones. La demasiada centralidad de las decisiones económicas y políticas no son sostenibles, y Potosí es un claro ejemplo al respecto. A pesar de los cambios generados en estos años, sobre todo con temas de infraestructura en los municipios rurales, las condiciones estructurales de trabajo no han cambiado esencialmente. Si bien es cierto que dichos municipios han expandido sus puestos burocráticos, ofreciendo trabajo a las oligarquías pueblerinas, está por verse sus sostenibilidades en los proyectos de desarrollo. Entonces Potosí necesita realmente soluciones creativas y estructurales de largo aliento, sabiendo de lo complejo que es, y que sus niveles son extremadamente difíciles. Pero si no se enfrenta con decisión, Potosí seguirá siendo una bomba de tiempo que explotará en el momento menos esperados.

 

Por razonamiento histórico, sabemos bien que lo ideológico pasa de moda y pasa inevitablemente de coyuntura. Desde esa perspectiva lo que necesita Potosí no son recetas de oficina, sino soluciones reales y concretas, aún con sacrificios en el mediano y largo plazo. Porque Potosí tiene en sus espaldas siglos de desarrollo extractivista y saqueador, que no permiten otros tipos de desarrollo, que no expulse poblaciones ni haga escapar personas que puedan invertir en Potosí. Y por supuesto que Potosí necesita de liderazgos nuevos y genuinos, no más de lo mismo ni políticos clásicos, de la política clásica boliviana. Potosí necesita salir de sus imaginarios coloniales, que le permitan entrar al menos al siglo XX. Potosí necesita cambiar en sus estructuras mentales y materiales.

 

No podemos permitir además el enfrentamiento entre indios o entre obreros, entre hermanos de raza y sangre, como en las épocas del movimientismo cuando indios se enfrentaron a mineros, por simples manipulaciones y acciones ideológicas, como de corrupción económica hacia dirigentes sociales. Ese tipo de acciones movimientistas oligárquicas, creímos que ya eran historias pasadas; pero algunos politiqueros actuales manipularon organizaciones sociales en el norte de Potosí, y los potosinos  estamos tomando nota de esas estupideces que les cobraremos con creces. Pues sí, siempre fue hora de cambiar a Potosí. Y en la coyuntura actual es otra vez otra oportunidad de modificar y cambiar la historia de Potosí.

 

La Paz, 26 de julio de 2015.

https://www.alainet.org/es/articulo/171364
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