Schafik Handal y la conducción estratégica de la guerra circa 1985

15/07/2015
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A mediados de 1985 (mayo-junio) se realizó en las montañas de Morazán -con el ERP de Joaquín Villalobos como anfitrión-  una importante reunión de la Comandancia General del FMLN, en la que se definieron las líneas generales de la estrategia insurgente para el periodo, para enfrentar el diseño político-militar implementado por el ejército salvadoreño, bajo la conducción directa del gobierno estadounidense.

 

En octubre de ese mismo año, Schafik Handal, integrante de ese organismo de dirección superior del FMLN, traslada parte de los principales acuerdos y valoraciones de esta reunión a un colectivo de cuadros dirigentes del FMLN. A continuación hacemos un resumen de este informe.

 

Una de las conclusiones principales de esta reunión, explica Schafik  es la reiteración de la tesis que El Salvador vive una “prolongada situación revolucionaria”, sostenida por la CG-FMLN desde 1983 y que la coyuntura de ese momento de mediados de 1985 era la de “aceleración del proceso de maduración de la situación revolucionaria.”

 

A la base de esta afirmación se encontraba según Schafik el siguiente marco teórico “hay etapas históricas de evolución y etapas históricas de revolución. Lo que determina que una etapa histórica sea de evolución o de revolución, es la concordancia o no, entre el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas, que es el factor dinámico de desarrollo en el modo de producción, y el carácter de las relaciones de producción, que es el factor mucho más lento que se rezaga respecto al desarrollo de las fuerzas productivas.”

 

Enfatiza Schafik que “el primer momento, dentro de la etapa histórica de revolución es el de entrada a lo que el marxismo caracteriza como crisis en las estructuras. Es decir, aquel desfase trae como consecuencia la crisis en las estructuras económicas, políticas, ideológicas, et., de la formación económico-social. El sistema no puede seguirse desarrollando, se entra en un periodo de empantanamiento y las crisis económicas coyunturales del capitalismo, que le son inherentes aun en el período de  evolución, agravan más profundamente la crisis estructural.”

 

Añade que “al agudizarse la crisis estructural y al entrelazarse con la crisis económica propiamente dicha, se pasa a otro momento más crítico. Surgen las motivaciones concretas que impulsan a las masas a enfrentarse a las clases dominantes y a las distintas clases sociales entre sí.”

 

“Las motivaciones aparecen o se manifiestan bajo la forma de protesta contra la represión, contra la falta de libertad, etc., ya que al entrar en crisis el sistema, las clases dominantes adoptan una política para defender el sistema, pues el cambio de sistema es su muerte como clase.”

 

Y frente a esto las clases dominantes hacen uso del “Estado que es su instrumento de fuerza, pero también es su instrumento político, ideológico, jurídico, además ponen en acción al resto de sus instrumentos (a los partidos políticos, medios de prensa, etc.) Así aparece la represión, el ahogamiento de las libertades democráticas; la inestabilidad política y social agrava la crisis económica coyuntural; las clases dominantes pasan a defender sus intereses económicos y trasladan sobre las masas los efectos de la crisis.”

 

Explica Schafik que “en la medida que el sistema capitalista dependiente de nuestro país no es puramente nacional sino que forma parte del sistema capitalista mundial, la crisis general del capitalismo mundial, acentúa la crisis estructural de nuestro país y contribuye a bloquear la posibilidad de solución por vía evolutiva. Así pues la crisis estructural se manifiesta como crisis de la dependencia, como crisis de la ideología y de la política de esas relaciones de dependencia.”

 

Sostiene que “la acumulación de todos esos cambios graduales, bajo la forma de mayores enfrentamientos entre las clases, mayor conciencia de las masas populares, etc., abre la entrada a un nuevo momento, que el marxismo-leninismo define como SITUACION REVOLUCIONARIA.”

 

Caracteriza Schafik la situación revolucionaria como “un momento de agudo tensionamiento de la etapa histórica de la revolución y que tiene  a la base la crisis estructural que, como ya se dijo, no es puramente nacional, ni puede ser puramente nacional, es también crisis de la dependencia y de su particulares relaciones con los centros de poder imperialistas y en particular con el imperialismo norteamericano.”

 

Continúa explicando que “por las características del sistema económico de nuestro país, es decir, por las características de la estructura económica concreta, del modelo, las inversiones del imperialismo no eran cuantiosas y a partir de estas realidad muchos concluían que en el país, hablar del imperialismo era solo propaganda comunista. Sin embargo, al profundizarse la crisis estructural, apareció más claramente la presencia del imperialismo, su actividad fue más evidente y entonces entró en todo el contexto de la lucha de clases, que se hizo mucho más profunda y multifacética.”

 

Añade que “pero también entró en crisis la ideología, hicieron crisis las estructuras ideológicas, los llamados aparatos ideológicos, la religión, no como religión propiamente, sino como tesis religiosa concreta, que quebrantó; hizo crisis la teoría prevaleciente de los partidos burgueses acerca, de lo que es y debe ser la democracia. En este marco y sobre la base de la crisis estructural, el sistema arriba a su momento de plena madurez, en el que está listo para ser cambiado, para que tenga lugar una revolución.”

 

Analiza que “para que la revolución pueda ocurrir, no decimos triunfar, este es otro aspecto, para que la revolución pueda ocurrir tiene que ser en el marco de una situación revolucionaria y está solamente puede darse sobre la base de la crisis estructural, y la crisis estructural a la vez es propia de la época de revolución, surgida tras la ruptura de aquella concordancia.”

 

Continua diciendo que “dentro de la situación revolucionaria a su vez sigue desarrollándose el proceso de cambios graduales, en busca de una salida, hasta que llega un momento en que se configura otro momento pasajero, en el que  niveles del enfrentamiento son máximos, es máxima la actividad política de las distintas clases sociales y el enfrentamiento entre ellas; la crisis económica, social, ideológica, etc., alcanza igualmente su máximo nivel de profundidad. Este es el momento en el que están dadas las condiciones para que la revolución estalle y para que pueda triunfar, para que pueda, puesto que el triunfo no e s una cuestión mecánica.”

 

Plantea Schafik que “cuando la revolución toma la forma de una insurrección, sin previo desarrollo de la lucha armada o de la guerra revolucionaria, entonces el momento maduro de la situación revolucionaria, tiende  a confundirse en el análisis, con la situación revolucionaria como tal; es decir que la situación revolucionaria tiende a reducirse a ese momento muy fugaz, a aquellos días, a aquellas semanas o meses de máximo enfrentamiento que culminan con la insurrección.”

 

Y para ilustrar esta tesis Schafik indica que en El Salvador “en la historia política de los últimos años han ocurrido varios momentos de situación revolucionaria (1932, 1944, 1959-60, 1979-80) que se desarrolla más o menos aceleradamente, hasta que la crisis revolucionaria estalló. En la segunda mitad de 1979 y la primera de 1980 se dio un caso típico de momento maduro de la situación revolucionaria que tuvo sus antecedentes,  su desarrollo.”

 

Indica que “la historia de las revoluciones muestra que estas no solo triunfan por vía de la insurrección; cada vez se dan experiencias de revoluciones triunfantes que han pasado por largos procesos de guerra revolucionaria, que duran años, lo cual le plantea al análisis la pregunta de si en estos caso hubo o no situación revolucionaria, hubo o no crisis estructural?”

 

Y de esta premisa Schafik se hace al siguiente pregunta: ¡se puede desarrollar la guerra en cualquier situación, en cualquier marco histórico, en cualquier etapa histórica?”  Y responde: “No se puede, porque a guerra revolucionaria se alimenta de la incorporación de las masas a la guerra, y ese proceso de incorporación no pude ocurrir sin que existan fundamentos para ello, sin que se den las motivaciones concretas de lucha, sin que haya problemas, etc.” Y plantea que “objetivamente no pude desarrollarse la guerra revolucionaria en ausencia de crisis estructural y en ausencia de situación revolucionaria.”

 

Y sobre este punto concluye que “la situación revolucionaria es un proceso más o menos prolongado, no se pude reducir sólo al momento fugaz del punto de su maduración. Es un proceso más o menos largo que surge en un momento de agravamiento de la crisis estructural y que se mantiene abierta si se mantiene vigente la crisis estructural. Cuan larga o cuan corta puede ser una situación revolucionaria depende de las condiciones históricas concretas de cada país.”

 

Argumenta que “si al revolución estalla y no triunfa y la situación revolucionaria se desvanece, pero se mantienen la crisis estructural, entonces poco apoco se va configurando otra situación revolucionaria. Este ah sido el caso de otras revoluciones, como el clásico caso de la revolución bolchevique en Rusia. En 1905 estalló la revolución y fue derrotada. Sin embargo, no fue sino hasta los años 1906-1907 en que se desvanecieron los aspectos más destacados del momento de maduración de 1905 caracterizado por un alto nivel de actividad de las masas y de enfrentamiento de las clases.”

 

Alrededor de esta situación, rescata Schafik que se planteó un debate en la izquierda rusa que permitió el afianzamiento del leninismo como teoría revolucionaria. Explica que “una parte de la izquierda consideraba que Rusia había entrado a una “etapa de evolución, y por tanto lo que se imponía era la lucha por las reformas. En cambio, el planteamiento leninista sostuvo lo contrario, que aunque el momento que se vivía era de reflujo del movimiento popular, y lo que se había abierto era un periodo contrarrevolucionario, las causas que originaron aquel periodo de situación revolucionaria continuaban vigentes.”

 

Agrega que para Lenin “lo que se imponía era adaptar la táctica a las condiciones del reflujo del movimiento de masas para contribuir a la configuración de una nueva situación revolucionaria. Así, los bolcheviques que en el anterior período habían estado bloqueando las luchas parlamentarias pasaron a participar en el Parlamento con aquella directriz clara…La vida mostró que el enfoque leninista era correcto: en 1917, se da otro momento de situación revolucionaria madura y se dan dos revoluciones: una en febrero, la revolución democrática-burguesa, y la revolución socialista en octubre.”

 

Explica Schafik que “la lucha de masas se desarrolla por flujos y reflujos, no puede mantenerse a un nivel máximo de actividad de las masas indefinidamente, eso choca contra las conveniencias y contra los intereses concretos de las mismas masas.”

 

Por otra parte, Schafik subraya con respecto al papel de la vanguardia política que esta “si bien no tiene que ver en absoluto con la creación de las condiciones objetivas de la situación revolucionaria, si puede y debe influir en su maduración. Si su línea es correcta y su acción es revolucionaria puede acelerar el proceso de maduración de las condiciones objetivas de la situación revolucionaria y en definitiva llevar a las masas a la victoria revolucionaria.”

 

Y señala como ejemplo de esta tesis a la Bolivia de 1952 en la que en “una situación revolucionaria madura, la revolución estalló y triunfó. En qué sentido triunfa? Como fenómeno histórico-social, se da una revolución que se consuma, el ejército es destruido, se da una revolución clásica de la clase obrera; los mineros se pusieron a la cabeza, aniquilaron al ejército y se instala uh nuevo poder. Pero ¿ a donde fue  aparar el nuevo poder? Después de vacilaciones, de conflictos cayó en manos del que tenía “más simpatías” en la opinión pública. Ese fue pues resultado de la inexistencia de una vanguardia revolucionaria…”

 

Considera Schafik que “el papel de la vanguardia es clave, es decisivo. Su actitud no es la de esperar que maduren condiciones por si solas y escoger el momento para la toma del poder…la línea que adopte puede bloquear o acelerar la maduración de la situación revolucionaria.”

 

Ante el retraso en las tareas decisivas para la toma del poder, y la necesidad de fortalecer el ejército popular luego de casi cinco años de Guerra Popular Revolucionaria, Schafik reflexiona que “quienes piensan que se entró en un periodo evolutivo y que no puede darse un nuevo momento de maduración de la situación revolucionaria porque se abrió un período de reflujo de la lucha de masas, es porque se desubicaron.”

 

Estima Schafik con respecto a la vanguardia política que “el problema del número no es decisivo, el número se hace. La vanguardia se convierte en “el capital de todo el pueblo” en los momentos de situación revolucionaria madura, si tiene una línea correcta y tiene capacidad de aplicarla. El partido de Lenin era de los partidos más pequeños de la izquierda rusa, con menos ramificaciones, ¿qué hacía al diferencia? La línea y al capacidad de aplicarla.”

 

Agrega que “en esto último juega un papel clave la claridad, la conciencia de los militantes. No es necesario que las masas lleguen a tener un nivel de conciencia óptimo para que la revolución triunfe. La vanguardia en cambio si debe ser muy consciente, muy unida ideológicamente, muy disciplinada, con una alta moral, dispuesta al sacrificio absoluto, incondicional…”

 

Analiza Schafik que en El Salvador “existe una crisis estructural que ha atravesado varias fases. La última de ellas, la actual, la de maduración de esa crisis, la ubicamos a partir del estallido del MERCOMUN y de la guerra de Honduras. Desde entonces las clases dominantes y el imperialismo no han podido poner en marcha un nuevo modelo de desarrollo económico-social que les permita superar la crisis estructural. En estos últimos cinco años la situación revolucionaria se ha mantenido vigente en tanto se ha mantenido la crisis estructural y esta se ha  mantenido abierta a causa de que a guerra revolucionaria le ha impedido al imperialismo y a la burguesía poner en marcha un nuevo modelo de capitalismo dependiente, más moderno para darle salida a aquella crisis.”

 

Agrega que “debemos  percatarnos pues, de que el gobierno de Duarte, no es una simple pantalla, sino que se trata de un plan contrainsurgente integral del enemigo. No percatarse de ello puede llevar al error de concluir  de que como los partidos derechistas y los señores oligarcas son más burdos, tiene una línea de confrontación con la revolución por la vía de la matanza, están vinculados a los escuadrones de la muerte, entones hay que considerarlos como los enemigos principales a los que hay que derrotar primero. Efectivamente son los más burdos pero no son los más peligrosos.”

 

Enfatiza que “el peligro mortal para la revolución está dentro de los marcos del capitalismo dependiente. La solución a la crisis, aunque temporal pero sería una solución que postergaría la revolución…Para este periodo nosotros hemos definido que el enemigo principal está constituido por un bloque integrado por el imperialismo yanqui y más específicamente por el actual gobierno de Reagan, el gobierno demócrata cristiano de El Salvador, las Fuerzas Armadas, cada vez más dominadas por los norteamericanos. Este es el núcleo principal del bloque enemigo.”

 

Pero también concluye que “forman parte del bloque de fuerzas enemigas, la gran burguesía, los terratenientes, la oligarquía, pero el núcleo principal es aquel, con todos sus instrumentos (su prensa, sus partidos, etc.) . La esencia de clase del bloque de fuerzas enemigas pero sobre todo el enemigo principal que al revolución han enfrentado en otros momentos.”

 

14 de julio de 2015

https://www.alainet.org/es/articulo/171135?language=en
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