Es hora de la solidaridad con Grecia
- Opinión
Las condiciones de vida cotidiana del pueblo griego están pasando a ser dramáticas ante el vaciamiento y aislamiento financiero. Grecia no tiene recursos mínimos para poder pagar salarios ni pensiones, hacer funcionar su economía y sostener las necesidades básicas de la población. Más allá de promesas tranquilizadoras, el sistema financiero está colapsado al haber el Banco Central Europeo (ECB) cortado las líneas de liquidez que venía ofreciendo a los bancos griegos ante el permanente drenaje de depósitos.
El Banco Central de Grecia tampoco tiene reservas en euros ni en dólares para afrontar las importaciones imprescindibles de alimentos: Grecia no puede ser autosuficiente en materia alimentaria.
En el marco del pánico financiero y la crisis abierta, difícilmente vuelve la calma, más aún cuando en Bruselas y Berlín prevalecen las opiniones ortodoxas de no ceder ante Grecia por el antecedente que podría significar para que otros países deudores tomaran el mismo camino de democratizar el debate sobre la deuda.
No vivimos un momento sólo para análisis improvisados con frases de ocasión. Cualquier sea la resolución, lo que ocurra en Grecia tendrá enormes efectos en nuestra región. Nuestros pueblos latinoamericanos ya han vivido situaciones similares: basta recordar la que vivió Argentina al inicio del milenio. Argentina mantiene una posición internacional definida contra banqueros y usureros, pero también es un país muy dotado para la producción de alimentos.
Sería un gesto extraordinario de enorme y positiva repercusión tanto nacional como internacional, si de la Cumbre Social del Mercosur, a celebrarse esta misma semana en Brasilia, surgiera un compromiso concreto de apoyo y solidaridad de la región para con el pueblo griego. Y, son los movimientos populares los que pueden influir en nuestros gobiernos para que protagonicen un gesto inmediato y concreto, de enorme significación: el compromiso de brindar líneas de crédito en monedas locales para el ofrecimiento de alimentos y petróleo. Por supuesto, si hubiera estado en marcha el Banco del Sur, todo esto sería más fácil aún.
Sabemos que economistas y funcionarios argentinos, uruguayos y brasileños han estado siguiendo de cerca la situación e intercambiando ideas. Pero también la solidaridad debiera nacer desde las entidades vinculadas los pequeños y medianos productores agropecuarios, quienes bien podrían anunciar inmediatamente su voluntad de remitir alimentos a Grecia.
El anuncio inmediato, aunque fuera en un principio sólo gestual tendría enorme impacto por dar la señal que el pueblo griego no se encuentra sólo y referir el mismo dilema que subyace en nuestra región entre los que desean volver al camino neoliberal y los que bregan por naciones independientes y no condicionadas por el FMI y los especuladores financieros.
No sabemos qué pasará en las próximas horas, pero con o sin acuerdo, la situación cotidiana se deteriorará en los próximos días enormemente, sobre todo por la negativa del Banco Central Europeo de brindar liquidez elemental (euros en los cajeros, pero también para las importaciones esenciales, entre otros) lo cual lleva la economía griega a la parálisis.
Las informaciones de prensa hablan que se estarían ya previéndose algunas operaciones de ayuda emergencia desde Europa a Grecia, más parecidos en realidad a acciones caridad paternalista y condescendiente, ya que en tanto los mismos países seguirán negando el apuntalamiento financiero elemental y urgente. Por lo tanto, un gesto real de apoyo inmediato por parte de los países del Mercosur, por el contrario, sería un signo claro, digno y concreto del solidaridad y apoyo de países del sur al pueblo griego, muy distinto al paternalista, condescendiente y acotadísimo que, aun en el mejor de los casos, remitirían Merkel, Juncker, Schäuble y sus amigos.
Finaliza la gira del papa por nuestra región. Francisco fue el que repitió en estos días, lo que el pensamiento crítico latinoamericano y varios de los líderes de la región vienen repitiendo en las últimas décadas: que el capitalismo es un sistema agotado, que ya no se lo aguanta más, que el ajuste siempre se hace a costa de los pobres, que destruye la casa común y condena a la Madre Tierra, que los monopolios son una desgracia, que el capital y el dinero son “el estiércol del demonio”, que se debe estar en guardia ante las viejas y nuevas formas de colonialismo…
Y como instó Francisco en Santa Cruz de la Sierra a los movimientos populares: “No se achiquen”. Esta es la hora de la solidaridad.
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