La experiencia de Moldiz: clases medias desubicadas

05/06/2015
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Por supuesto, quiero dejar claramente establecido que este pequeño artículo no es un ataque al compañero Hugo Moldiz, sino una reflexión en voz alta a partir de su experiencia y paso fugaz por el Ministerio del Interior. La historia tradicional de este país es también la historia de las clases medias y su absoluta confusión en su posición en este país. Clases medias que en muchos casos han sido muy solidarios con el mundo obrero, en sus radicalidades y posturas políticas de izquierda. En la mayoría de los casos, como clase, son clases racistas y pigmentocráticas que nunca han entendido las realidades de Bolivia. Sino como un asunto de folklor y disfraz, como lo expresan en sus bailes de caporales o morenadas, que no son ni mucho menos actitudes de identidad, sino racistas y claramente clasistas. Es decir folklóricas. Algunos sectores de las clases medias radicalizadas, a pesar de su racismo congénito e histórico, se han aproximado al proceso de cambio, como técnicos: vice ministros, ministros, directores y otros, sin conocer realmente de lo que es en el fondo este proceso de cambio. De hecho muchos de ellos fueron de los anteriores gobiernos y partidos políticos tradicionales. Y las posiciones han sido las mismas de hace siglos: socialismo acrítico y sin teorías nuevas sobre las realidades de Bolivia. Esa enfermedad mental de copiar y repetir los libros clásicos del socialismo, que pertenecen a otra realidades (sobre todo europeas), sigue siendo el comportamiento de su real politik, en unas realidades que nada tienen que ver, ni teórica ni materialmente, con las realidades europeas. Esa ingenuidad y falta de creatividad intelectual, les hace ver confusamente nuestras realidades, con ojos demasiado occidentales y europeos.

 

Hasta hoy los compañeros de la izquierda no tienen documento alguno, sobre lo que piensan y creen del proceso de cambio. Ni un panfleto. Propuestas es mucho pedirles. Me refiero a lo teórico, a lo epistemológico, a lo crítico y filosófico. No hay, no pueden crear y pensar. Al no entender las raíces del proceso, étnicas e indígenas, han quedado fuera de foco; aunque su voluntarismo les ayudó a integrarse al proceso: técnicos, etc. No tienen balances, estudios y peor críticas. Porque seguir recitando temas como revolución o reforma, es seguir repitiendo escolásticamente textos ya superados por las realidades del mundo, y que además realmente nada tienen que ver con lo que está sucediendo en Bolivia.

 

El Estado republicano colonial es mental, costumbrista, material y de imaginarios muy poderosos, montados y estructurados hace siglos. Con estructuras institucionales entrenadas y facultadas para las mafias y la corrupción. Y esos son los imaginarios más importantes del Estado. Revoluciones violentas como las del 52 no pudieron erradicar esas enfermedades mentales, que están impregnadas sobre todo en las clases medias. Y esos moldes de comportamiento casi cultural, no se ha vencido ni desaparecido. Siguen siendo patrones de comportamientos habituales de los ministerios. Esos espectros patrimonialistas y de lógicas grupales, t´ojpas políticas o familiares, no han sido cambiadas. Son lógicas profundas que hacen del Estado un Estado nada moderno ni institucional. Nada liberal, porque en esas lógicas es prohibido pensar, prohibido reflexionar y prohibido cambiar. Contradecir o pensar, que son valores del liberalismo occidental, no existen en los imaginarios de las clases medias. Tampoco en las izquierdas de las clases medias. Porque históricamente el tipo de educación que tienen es patronal, eclesial y republicano, es decir anti intelectual y anti liberal. Esas poderosas lógicas de comportamiento y pensamiento son demasiado arraigadas en las clases medias bolivianas. En definitiva son temas estructurales, que van más allá de individuos y buenas voluntades simplemente. Y por cierto no han investigaciones al respecto. Es lógico.

 

Estas clases medias, sin mucha ubicación histórica ni identidad social y racial hacia nuestras realidades, descubren 10 años después que muchas cosas del Estado no han cambio. Oh! Sorpresa. Cuando nosotros, habitantes de a pie sabemos muy bien de esos ilustres descubrimientos. Sabemos que la policía son antros mafiosos muy bien organizados, que utilizan todos los bienes del Estado para su enriquecimiento ilícito, que utilizan todas las ventajas de los servicios de inteligencia; pero para robar y saquear. Ejemplos pues, a montones, de policías que tienen 27 casas en todo el país, y millonarias cuentas fuera del país. Con suelditos de funcionarios públicos. Y que las clases medias radicalizadas recién descubran esas brutales realidades, realmente es casi de risa melancólica. Todos los días, no sé si el lenguaje se entiende: todos los días, vemos en las calles patrulleros en combinación de ladrones, en nuestras narices, de drogadictos, de prostitutas. Todos los días vemos los cobros de coimas, de saqueo pequeño a comerciantes, etc. Todos los días. Eso con los policías más pobres. Por tanto, matemáticamente hablando, las cúpulas tienen luz verde e impunidad para hacer negocios turbios a gran escala. Y claro que da risa que nuestras autoridades descubran con su asombro ingenuo, que las escalas corruptas del Estado van más allá de las ideologías, de las ganas de adolescente para cambiar las realidades. Son asuntos más complejos, que simples discursitos megalómanos de cambio y proceso.

 

Ni modo, al menos se dan cuenta que el llamado proceso de cambio tiene articuladores poderosos al interior del propio proceso, que son los más importantes insumos anti proceso. El proceso se está deslegitimando desde adentro. Eso es tan claro como el agua. Es tan evidente como el día y la noche. No solo es la policía o el ejército (sus sectores más reaccionarios), sino sectores de clases medias que no entienden de nada de este proceso; pero que están al mando de las instituciones en los ministerios. Son corporaciones poderosas anti proceso, anti indígenas y anti populares. También es cierto que son los que mejor manejan los discursos de cambio y proceso. Fenómenos camaleónicos ya descritos y escritos por sociólogos bolivianos.

 

 Espero, como ilusión, que a partir de experiencia como la de Hugo Moldiz por fin despierten y reaccionen las clases medias radicalizadas, que se ubiquen por fin teórica y materialmente en un país como el nuestro. Y claro, que sigan aportando como lo quieren pero con menos ingenuidad y torpeza intelectual. Es una ilusión. Las organizaciones sociales manipuladas precisamente por estos sectores de clases medias, no han caído en la trampa de la ingenuidad o buena voluntad acrítica. Siguen en sus puestos, y a pesar de sus errores su silenciosa claridad es la seguridad de este proceso, ante tanta metedura de pata de las clases medias radicalizadas.

 

 La Paz, 4 de junio de 2015.

https://www.alainet.org/es/articulo/170162
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