La inseguridad no es un problema del hampa común sino de paramilitares
- Opinión
El paramilitarismo tiene sus antecedentes en Francia en el contexto de la política colonialista y de represión contra los movimientos de liberación nacional que tuvieron un papel destacado en la independencia de Indochina y Argelia. Este último país sufrió en carne propia la política de Francia de preservar a cualquier precio dichas colonias, creando el paramilitarismo como estrategia contrainsurgente y para enfrentar el comunismo.
En ese sentido, lo militares franceses diseñaron un documento titulado “Enseñanza de la guerra de Indochina” para luego aplicarla en Argelia en nombre de la seguridad. Sus principales componentes fueron: los escuadrones de la muerte, que eran grupos armados, constituidos por miembros del cuerpo castrense, de diferentes rangos, encomendados de asesinar a miembros de la insurrección y sospechosos de serlo, para luego atribuirle el homicidio de los mismos a la revolución, se infiltraron dentro de las organizaciones y fueron financiadas a través del narcotráfico, por los militares, sin formar parte de su estructura formal; desapariciones forzadas y la tortura, con el fin de amedrentar a la población y en consecuencia dominarla con mayor facilidad.
De igual manera utilizaron un Dispositivo de Protección Urbana (DPU), donde marcaron con un número cada casa y cada individuo y establecieron un listado de los habitantes de la misma, si alguno no aparecía en los registros era detenido, además de designar jefes armados encargados de controlar el movimiento de la población.
Asimismo aplicaron la acción psicológica ejercida a través de medios impresos, campañas de descréditos, cines móviles, emisiones radiofónicas y la publicación de comunicados firmados a nombre del enemigo. También utilizaron el patrullaje sorpresa, golpe de Estado, guerra sucia y la guerra propiamente dicha. No obstante se logra la independencia de Argelia por razones políticas.
Esto se inoculó en los fundamentos ideológicos de la Doctrina de la Seguridad Nacional (DSN) y se hizo parte de las enseñanzas ofrecidas por algunos militares franceses al ejército estadounidense y estos a su vez a las fuerzas armadas latinoamericanas a través de la Escuela de las Américas.
En Colombia, el paramilitarismo tiene sus fundamentos doctrinarios heredados de la Guerra Fría, contrainsurgente y con una violencia desmedida y brutal desencadenada en 1948 tras el asesinato del líder a la Presidencia de la República por el Partido Liberal, Jorge Eliécer Gaitán. Dicha muerte generó una serie de protestas, levantamientos y cruentas revueltas conocida como el Bogotazo, protagonizado por las clases populares y medias, donde Gaitán gozaba de gran reputación.
Esto, sumado a la concentración de la propiedad territorial en pocas manos, los campesinos sin tierra y la defensa que había encabezado dicho líder por los derechos de los desposeídos, ocasionó la radicalización de la violencia en todo el territorio, ya que las oligarquías bipartidistas no apoyarían la llegada al poder del campesinado y tampoco solventarían su problemática.
A lo anteriormente señalado se agrega que, la mayoría de los gobiernos de Colombia han apoyado el incremento de estos grupos fascista, a través de sus leyes, pero ninguno le ha concedido tanto a éstos, como el de Andrés Pastrana, quien quiere dar lecciones de democracia y derechos humanos en Venezuela, cuando su gobierno estuvo signado por masacres, asesinatos selectivos, desplazamientos de población civil y la aplicación del Plan Colombia.
De igual manera, se le atribuye al ex presidente Álvaro Uribe Vélez, el haber auspiciado e institucionalizado al paramilitarismo, cuyas estructuras se han transformado a causa de la incursión del narcotráfico, contando con apoyos económicos, sociales y políticos, el control de empresas, actividades ilegales y participación en proyectos agroindustriales. Esto ha orientado los destinos de Colombia y minado con su presencia todo el norte de Santander en la zona fronteriza con Venezuela, para dominar este corredor vial y en consecuencia el paso de narcóticos, gasolina, armas, lavado de dólares, sicariatos y otras actividades ilícitas, concentrando ganancias multimillonarias por el cobro de “vacunas”. Es de esperar que estén incursos en la guerra económica propiciada en Venezuela por la oligarquía nacional e internacional desde la llegada del comandante Hugo Rafael Chávez Frías, a la Presidencia constitucional del país. Actualmente arremeten con furia contra el pueblo venezolano, con el objeto de derrocar al presidente Nicolás Maduro.
Como evidencia de ello es el grupo de 200 paracos acantonados en la hacienda Daktari de El Hatillo, quien contaban con el apoyo de los golpistas venezolanos y funcionarios corruptos de San Antonio del Táchira, siendo capturados en el año 2004 por los cuerpos de seguridad del Estado cuando se encontraban recibiendo entrenamiento en esa finca. De igual manera capturaron dos bandas paramilitares que pretendían atacar al territorio venezolano provenientes de Táchira y Portuguesa (2013). Tras la muerte de algunos funcionarios del gobierno venezolano, las investigaciones apuntan hacia el crimen organizado, pero también a los responsables del golpe continuado propiciado por la derecha venezolana que dejó un saldo de 43 muertos, en el contexto del Plan Jericó y el Acuerdo Nacional para la Transición, que buscaban derrocar al Presidente Maduro.
En el presente año, el presidente Nicolás Maduro, llamó a nuestras fuerzas policiales y militares a estar alerta, por la infiltración desde Colombia de un grupo de paramilitares vestidos de civil que intentarían traer violencia a los estados Zulia, Táchira y Apure, por órdenes de Estados Unidos.
Asimismo, el ministro de Interior, Justicia y Paz, Gustavo González López, aseguró que la inseguridad en Venezuela "no es un problema de hampa común sino del hampa (conformada) por paramilitares traducido en bandas".
Informé sobre el desmantelamiento de la banda paramilitar "Gamma" que operaba en el municipio Sucre del estado Miranda.
Por lo antes expuesto, se deduce que el paramilitarismo en Venezuela tiene un cometido netamente político y se encuentra desplegado en las regiones que tienen mayor concentración de población, existiendo la posibilidad de que establezcan redes dedicadas al narcotráfico, contrabando, secuestro, extorsión, control sindical y sicariato. Como evidencia de ello, es el establecimiento de estos grupos en las llamadas “Zonas de Paz”, creadas por el Gobierno bolivariano para combatir la violencia en los sectores populares. El objetivo del paramilitarismo es causar confusión y establecerse en zonas donde el soporte electoral a la Revolución Bolivariana ha sido determinante, con el fin de cercenar la participación política y protagónica del pueblo en el escenario electoral.
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