Estancamiento en reducción de pobreza

24/04/2015
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Diagnóstico del Banco Mundial sobre el estado que guarda la ancestral pobreza en sus dos vertientes, moderada y extrema, que no es otra cosa que miseria, en nuestro país: “México padece un estancamiento de 20 años en reducir los niveles de pobreza”. Lo anterior medido en términos de ingreso.

 

Y explica en su reporte Prosperidad compartida y erradicación de la pobreza en América Latina y el Caribe el panorama en términos de que el número de mexicanos en extrema pobreza –con un ingreso diario insuficiente para adquirir una canasta básica alimentaria– suman 23.1 millones de personas, la cifra más elevada desde 1988, y que en la pobreza moderada vivían 61.4 millones de mexicanos, la mayor cantidad desde 1996.

 

Las mediciones incluyen hasta 2012 y contemplan al subcontinente con 75 millones de personas en la llamada pobreza extrema y donde México con sus 23.1 millones y Brasil con 14.4 millones acumulan a la mitad de los pobres extremos pero con una diferencia notable, pues la República Federativa del Brasil cuenta con 200.4 millones de habitantes y Estados Unidos Mexicanos con 122.3 millones.

 

Como bien explica el reporte del organismo, el hecho de que la pobreza por ingreso no haya mejorado respecto de hace dos décadas, no significa que ese nivel se haya mantenido inalterado. Ésta ha sido volátil.

 

De tal suerte que como producto de la crisis de 1994, el afamado “error de diciembre” de Carlos Salinas y de Ernesto Zedillo, la pobreza total –extrema y moderada– creció de 52 por ciento de la población a 69 por ciento en 1996.

 

Durante la siguiente década hubo una disminución sostenida que la redujo a 46 por ciento de la población en 2006, el final del sexenio de Vicente Fox, quien ejerció recursos sin precedente derivados del petróleo y de acuerdo estos datos es posible colegir que una parte se usaron para hacer frente al flagelo social y otros, como arguyeron sus opositores, al gasto corriente y la dilapidación.

 

Es a partir de la crisis financiera de 2008-2009 –la que Felipe Calderón explicaba como “la crisis que vino de fuera”, como si ello cambiara los salvajes resultados sociales– que comenzó a subir la pobreza, hasta llegar a 52.3 por ciento de la población en 2012, último año para el que hay una medición. Es decir, antes del gobierno de Enrique Peña Nieto.

 

A tono con los datos contenidos en el estudio del BM, y reportados por Roberto González Amador, la población en pobreza moderada creció de 47 millones de personas en 1994 a 64 millones en 1996. De 46.5 millones en 2006 pasó a 61.4 millones en 2012.

 

Y la población en extrema pobreza aumentó de 19 millones en 1994 a 34.7 millones de personas en 1996. Disminuyó a 15.1 millones en 2006 y repuntó a 23.1 millones en 2012. Naturalmente que los millones de pobres es preciso correlacionarlos con el número de habitantes existentes en uno y otro momento.

 

El panorama dibujado por uno de los puntales del capitalismo salvaje en la aldea global es desolador y elude establecer cualquier relación de causa efecto entre el hambre en el subcontinente y las políticas que auspicia desde Washington, bajo la cobertura de la Organización de las Naciones Unidas.

 

Sin embargo, no reconoce en forma explícita y suficiente los notables éxitos obtenidos por Venezuela, Bolivia, Ecuador, Brasil, Argentina y Uruguay, reacias a sus dictados. Apenas el 16 de abril, el representante de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, Marcelo Resende de Sousa, anunció que “Venezuela ya no forma parte de los países que padecen de hambre en el mundo”, gracias a sus políticas en materia de alimentación.

 

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https://www.alainet.org/es/articulo/169180
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