Con ocasión del 50 aniversario del levantamiento armado de 1932

22/04/2015
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Cada generación de revolucionarios y revolucionarias salvadoreños vinculados al Partido Comunista ha realizado su particular lectura sobre los acontecimientos relacionados con el levantamiento indígena-popular de enero de 1932. La generación de comunistas inmediatamente posterior a estos acontecimientos realiza por lo general una lectura negativa y critica fuertemente los errores de aventurerismo que la habían caracterizado.

 

La generación de principios de los años ochenta, por el contrario, analiza y asume esta gesta como altamente significativa y fuente simbólica de su lucha armada contra la dictadura. A continuación reseñamos algunas de estas últimas ópticas. La primera es una reflexión partidaria medio siglo después del levantamiento (enero de 1982), la segunda un mensaje en el 52 aniversario del PCS (marzo de 1982) y la tercera es un trabajo de Federico Bairez (Antonio), sobre el valor de los testimonios de Miguel Mármol (marzo de 1982).  

 

En ocasión del 50 Aniversario del Levantamiento Armado de 1932 en El Salvador

 

El comité central del PCS dio a conocer este manifiesto relativo a la insurrección indígena-campesina de enero de 1932. Inicia explicando que “los acontecimientos del mes de enero de 1932 tuvieron a  la base el catastrófico impacto de la crisis del sistema capitalista mundial en nuestro país y expresaron la resuelta disposición de las masas trabajadoras y populares en general a resolver el problema de la toma del poder que surgía al primer plano de la exigencia del momento.”

 

Añade que “a 50 años de distancia no podemos tener de aquellos sucesos solamente la impresión de la horrible matanza que la oligarquía y el ejército desataron sobre los humildes que intentaron conquistar la liberación social con sus propias manos, aunque ciertamente es este uno de los aspectos que nos aproximan a una reflexión valedera en los momentos actuales…Los comunistas de hoy inclinamos nuestras banderas ante los heroicos fundadores de nuestro Partido y de los luchadores de todo un pueblo que supieron cumplir con su deber.”

 

Establece que “fue en aquel cuadro de agudas contradicciones y vuelcos políticos, que el recién fundado Partido Comunista de El Salvador supo hacer frente a la máxima prueba de toda organización revolucionaria: conducir a las masas populares a la lucha armada por el poder con los resultados históricamente conocidos y aún no suficientemente enjuiciados.”

 

Reconoce que “la insurrección de 1932 que correspondiendo al atraso social imperante, fue principalmente una rebelión campesina, contó para su estallido con los fuertes factores objetivos ya señalados, aunque no contó, porque no podía contar, con la adecuada dirección político-militar del Partido Comunista, teniendo en cuentas que este tenía apenas menos de dos años de edad y carecía por tanto, de la suficiente experiencia y capacidad para dar organización y dirección eficiente a la insurrección.”

 

No obstante esto considera que “no se puede ignorar…que aún antes de la fundación de su partido, los comunistas realizaron un extenso y ramificado trabajo de organización de la masas de la ciudad y del campo, difundiendo las ideas de la revolución social, educando políticamente al pueblo, elevando en definitiva su conciencia. Esto es lo que explica porque la insurrección popular surgió indisolublemente vinculada a los comunistas.”

 

Agrega que “es incuestionable que el problema del poder ocupó un puesto central en la insurrección de 1932; incluso se probó a constituir “soviets” en algunos lugares de las zonas insurrectas, pero el carácter de la revolución por la que se luchaba no estuvo suficientemente clarificado.”

 

Aclara que “según el testimonio de compañeros que vivieron esa experiencia, el Partido había definido que aquella era la etapa de la “revolución democrático-burguesa”; pero es sumamente dudoso que tal definición fuera todavía comprendida por su militancia de base y, mucho menos, por las masas. En realidad, hacer una acertada definición del carácter de la revolución es un problema nada fácil, que el PCS no pudo resolver durante decenios, sino hasta tiempos bastante recientes.”

 

Considera que “la derrota de la insurrección y sus duraderas consecuencias negativas en la historia de nuestro país, llevaron incluso a algunos comunistas, a conclusiones alejadas de todo juicio histórico justo en las cuales la insurrección de 1932 aparecía como un tremendo y catastrófico “error cuyo precio fue necesario pagar durante décadas.”Tales conclusiones influyeron en alejar por demasiado tiempo al PCS de la elaboración de una línea revolucionaria, basada en su propia experiencia revolucionaria. Incluso en un tiempo llegó a prohibirse a la militancia hablar de la existencia de su Partido Comunista supuestamente para “asegurar su desarrollo fuera del peligro de la represión.”

 

Añade que “el 1932 el pueblo oprimido y le naciente Partido Comunista respondieron al reto de la historia y se lanzaron a la lucha armada contra el enemigo de clase; de la derrota de la insurrección y sobre los cadáveres de los treinta mil trabajadores asesinado durante la bestial matanza que la siguió, surgió la dictadura militar que hoy está llegando a sus últimos días, bajo los golpes del puño popular.”

 

“En 1982 –proclama este manifiesto- 50 años después, el pueblo y sus organizaciones  de vanguardia también responden al reto de la historia, nos enfrentamos con los herederos de aquellos que en 1932 cazaron millares de revolucionarios y pacíficos ciudadanos y, saludaron la matanza como una “sagrada necesidad” para defender “el orden y la ley.” Nuestros enemigos de hoy son nuestros enemigos de ayer.”

 

Aclara que “también hay diferencia de presente con respecto a 1932: el pueblo salvadoreño construye la más poderos empresa unitaria de su historia y las banderas que el FMLN levanta en los frentes de la guerra popular revolucionaria, expresan los intereses, la conciencia, la acción combativa, organizada y experimentada de inmenso sectores del pueblo, directamente incorporados a la lucha: los heroicos revolucionarios de 1932 no pudieron contar con la enorme y calurosa solidaridad internacional que hoy aporta  a nuestra lucha.”

 

“Agustín Farabundo Martí, fundador emérito del PCS y el más destacado dirigente de aquella alborada revolucionaria, está para siempre en el corazón del pueblo trabajador y su nombre es el de la vanguardia unificada que dirige hoy su lucha; los nombres de otros mártires y héroes de 1932, humildes trabajadores todos ellos, son estandartes de combate y denominan nuestros actuales frentes de guerra: Modesto Ramírez, Francisco Sánchez, Feliciano Ama.”

 

Indica que “la derrota infringida al movimiento popular en 1932, inició largos años de sangrienta dictadura militar. El Partido Comunista pese al aplastante golpe recibido, se convirtió en el único y solitario luchador por las ideas del marxismo-leninismo; en su seno aparecieron tendencias que, evaluando la insurrección a partir únicamente de sus resultados, renunciaban a la lucha armada, dando pie así al nacimiento y perduración de posiciones reformistas. Pese a todo ello, el Partido Comunista fue la única organización revolucionaria capaz de resistir durante décadas las embestidas represivas de los distintos gobiernos que fueron eslabonando la cruel cadena de la dictadura castrense reaccionaria.”

 

Subraya que “en el seño del PCS fueron formadas generaciones enteras de revolucionarios, fue el partido la fuente primicial donde adquirieron las nociones de marxismo-leninismo destacados revolucionarios, dirigentes sindicales y estudiantiles, dirigentes campesinos, activistas y dirigentes políticos, jefes guerrilleros y combatientes, algunos de los cuales engrosaron las filas de organizaciones revolucionarias hermanas.”

 

Enfatiza que “a partir del 28 de febrero de 1977, luego de la masacre en la Plaza Libertad, se produjo el vigoroso encuentro de las masas populares mayoritarias con el camino iniciado 7 años atrás por las organizaciones revolucionarias hermanas y por sectores populares avanzados; y dio comienzo también el complicado viraje del PCS hacia la lucha armada y la consiguiente creación de su brazo armado; las Fuerzas Armadas de Liberación (FAL). Se ha sintetizado unificadoramente así la larga  y rica experiencia de nuestro partido, con la guerra ´popular revolucionaria que se desarrolla ascendentemente en nuestro país.”

 

Advierte sobre la intervención militar estadounidense que “si tales planes son ejecutados por el imperialismo yanqui y la dictadura militar fascista, pueden prender las llamas de la guerra en toda Centro América e incluso extenderla regiones del Caribe, con todos los riesgos que hay en ello para la paz mundial, pero no lograran derrotar al pueblo Salvadoreño ni a ningún otro pueblo de esta parte tensa y sensible de la tierra.”

 

Reconoce que “nuestros héroes del 32 no pudieron formar un ejército revolucionario que batallara y dirigiera militarmente las luchas que las masas del pueblo desplegaron contra el ejército oligárquico, ahora, en cambio, hemos logrado construir su ejército popular revolucionario, expresión fiel de sus intereses y verdadero y único garante del triunfo de la  revolución y de su efectiva defensa.”

 

Explica que “si hace 50 años los trabajadores del mundo se compadecieron de un pueblo masacrado y vejado y deploraron la suerte de una vanguardia revolucionaria que, aun  sabiendo cumplir hasta el final con su deber fue derrotada,  hoy presencia y apoya  la culminación de aquel esfuerzo heroico, con un pueblo que ha aprendido ya a golpear y a derrotar a sus enemigos. La sangre derramada por nuestro mártires durante más de 50 años germina hoy en estas luchas y en la victoria que no está lejana.”

 

Concluye que “la insurrección popular del 32 y la fundación de nuestro Partido, son acontecimientos estrechamente vinculados que han tenido honda repercusión en la historia política del país y la derrota sufrida  a manos de  los oligarcas tuvo a su base la debilidad del destacamento revolucionario de vanguardia, pese  a la razón y la justicia que le asistió al pueblo insurrecto. Contamos ahora con la razón y la fuerza para triunfar, con el ánimo inquebrantable de vencer. Nuestro pueblo avanza incontenible hacia el logro de su liberación definitiva.”

 

Saludo del CC del PCS a los Combatientes de las FAL y a todo el Partido en Ocasión del Año Nuevo. 31 de diciembre de 1981

 

Es el primer saludo oficial del PCS a sus combatientes. Expresa que “el Comité central del PCS y la Comandancia General de las FAL se dirige a ustedes: militantes, candidatos a miembros y simpatizantes de nuestro Partido; combatiente guerrilleros de la ciudad o del campo, combatientes políticos (clandestinos y no clandestinos) de la resistencia popular, cuando dentro de pocas horas concluirá el año de 1981, que se ha caracterizado por la riqueza de los acontecimientos sucedidos a lo largo de sus doce meses.”

 

Considera que “en el corto período de un año nuestro Partido no solo ha logrado consolidar sus Fuerzas Armadas sino desarrollarlas y ampliarlas. Ha crecido la calidad de sus mandos y combatientes expresado en su capacidad, disciplina, disponibilidad y moral combativas; aparecieron las Escuelas Militares, se consolidaron los Estados y Planas Mayores , se realizaron cientos de operaciones de pequeña, mediana y gran envergadura, se mejoró nuestra armamentización, comunicaciones militares ,el aseguramiento logístico y el dominio por nuestro mandos y combatientes de la técnica de combate; aparecieron- en conjunción con las otras organizaciones hermanas del FMLN- las primeras columnas combinadas móviles; con nuestra decidida participación se formaron en varios frentes los Mandos Conjuntos del FMLN.”

 

Agrega que “grandes avances ha habido en a construcción orgánica del Partido dentro de las FAL, nuestros trabajadores políticos demostraron su temple comunista en las tareas encomendadas dentro de los frentes de guerra, nuestra milicia creció y se desarrolló. Creció así el prestigio de nuestro Partido ante nuestro pueblo y el Movimiento Comunista Internacional, el peso y el importante papel de las FAL en la guerra popular revolucionaria.”

 

Expresa que “todo esto nos satisface. Sin embargo, no podemos dejar de señalar que no siempre todo lo que hicimos fue lo mejor, que no siempre tuvimos la suficiente visión revolucionaria, que no siempre actuamos con suficiente audacia y firmeza comunista y que hubo casos aislados de militantes que mostraron flaqueza y vacilación ante las dificultades que el enemigo y la lucha misma nos impone. Tendremos que hacer renovados y redoblados esfuerzos para darle una mayor dimensión a nuestra lucha político-militar.”

 

Menciona que “Cada golpe militar que el enemigo recibe, cada fracaso en sus planes, cada derrota política y diplomática termina por socavar más y más la moral del ejército enemigo desde su más altos mandas hasta el último oficial y soldado. El Puente de Oro, el Puente del Guajoyo, las emboscadas en las carreteras Panamericana y del Litoral, Perquín, La Guacamaya y Arambala serán las sombras que los perseguirán continuamente en el futuro próximo.”

 

Puntualiza que “especial homenaje quiere rendir la Dirección del PCS a los comunistas que en este año ofrendaron sus vidas a la noble e irrenunciable causa de nuestro pueblo, que es la misma de todos los pueblos del mundo. Ellos murieron y vivieron como comunistas. Nuestras rojas insignias siempre flamearan alto sobre sus tumbas. Su recuerdo se conjuga con el de aquellos que en 1932, hace 50 años, vivieron, lucharon y murieron de la misma manera. Ellos forman un legado de nuestra lucha y de nuestra historia. Juramos ser fieles siempre  a la causa por la que ellos lucharon y murieron.”

 

Concluye asegurando que “este nuevo año será de triunfos y grandes éxitos revolucionarios.  A nuestros militantes y combatientes expresamos la confianza en que cada uno de nosotros será en 1982 un mejor revolucionario, un mejor combatiente, un mejor comunista. Saludamos con especial cariño a los comunistas que desde las prisiones conocidas y desconocidas continúan combatiendo al enemigo. Hasta ellos extendemos nuestros brazos y nuestra convicción de que el pueblo más temprano que tarde romperá los barrotes que ahora los encierran y sojuzgan. Saludamos a cada uno de los militantes y combatientes e todas las otras organizaciones hermanas del FMLN.”

 

El valor histórico de los testimonios de Miguel Mármol acerca de la insurrección de 1932

 

Jorge Federico Bairez (1943-2007) fue un destacado intelectual revolucionario salvadoreño, presidente de AGEUS en 1970, originario de Usulután. En este escrito profundiza sobre el significado de los testimonios de Miguel Mármol y se adelanta a condenar ya en ese momento a aquellos que basados en el anticomunismo abierto o encubierto, desde la investigación académica nacional e internacional, pretenden disminuir  o negar el papel de los  comunistas y su partido en los acontecimientos de enero de 1932.

 

Plantea que “durante mucho tiempo los escritores e ideólogos al servicio de la burguesía criolla y del imperialismo, falsificaron a su antojo todo lo relacionado con la insurrección. En esa nefasta tarea han coincidido en los objetivos, aunque variado en los métodos, desde los burdos y enfermizamente anticomunistas de antaño como Schlesinger, hasta los más cautelosos y aparentemente objetivos de hoy día como Anderson.”

 

Frente a esta situación opina Bairez que “no encontraban mayor oposición en las filas revolucionarias. Era cuestión de tiempo, sin embargo, para que esa oposición llegara, comenzaron a  aparecer trabajos tan valiosos como polémicos,  entre los muchos trabajos que fueron, poco a poco, develando los mitos reaccionarios, un lugar especial llegó a ocupar , con indisputable mérito, el conjunto de testimonios de Miguel Mármol  y de otros camaradas sobrevivientes del 32.”

 

Sobre las valoraciones de la insurrección Bairez opina que muchas veces se cae en el subjetivismo ya que “no se examina la insurrección de acuerdo a las condiciones históricas concretas existentes en la época. Se asimila, por ejemplo, a los dirigentes como putchistas, y al hecho insurreccional mismo como una aventura sin sentido. Putchistas los dirigentes porque no fueron capaces de organizar el gigantesco torrente espontaneo de la masas; aventura la insurrección porque se decidió y ejecutó en unos cuantos días; tales, juicios, unas veces se sientan como premisas y otras como conclusiones.”

 

Añade que “el Partido Comunista de El Salvador, al momento de acometer la inmensa tarea insurreccional no había cumplido dos años de existencia. Este hecho clave ignorado por algunos o examinado incorrectamente por otros, explica las insuficiencias en la dirección política y militar. La Historia Revolucionaria, desde la Comuna de Paris hasta nuestros días registra situaciones insurreccionales similares a las de 1932, con idénticos resultados, es decir, situaciones revolucionarias maduras donde la vanguardia no pudo forjar la victoria, al ser sorprendida en periodo de plena gestación.”

 

Considera que “es válido afirmar que el PCS era, en 1932, un partido marxista-leninista embrionario, y que la prueba de fuego a la que lo sometió la historia tan prontamente, fue demasiado severa para que hubiera podido descifrarla e otros términos que no fueran los del heroísmo, la valentía y la decisión de combatir hasta morir. Ciertamente el poder era la meta. Pero qué lejos estaba la posibilidad de consumar ese ambicioso  y, a la vez justo y legitimo, propósito revolucionario.”

 

Opina que “los testimonios de Miguel Mármol y de otros camaradas sobrevivientes de 1932, la información disponible, los resultados de las investigaciones realizadas hasta la fecha, ponen fuera de toda duda a existencia entonces de agudos desajustes económico-sociales. De crisis del poder político, y de exacerbamiento del espíritu insurreccional de las masas, componentes típicos todos, de las condiciones objetivas de una situación revolucionaria  madura.”

 

Pero por otra parte “también está, fuera de toda duda, la ausencia o débil presencia en 1932, de otros factores que resultaban indispensables para el triunfo, estos del carácter subjetivo, como decir, el escaso grado de organización de las masas y, fundamental y decisivamente, el bajo nivel de desarrollo político, ideológico y militar del partido como en Rusia de 1905, el heroísmo ilimitado de los insurrectos no bastaba para resolver los problemas extraordinarios y desconocidos que sólo la buena organización era capaz de afrontar con éxito.”

 

De todo esto Bairez concluye que “aun cuando el Partido no alcanzó el fin propuesto, el Poder, el juicio histórico no puede, ni debe descansar en una especie de reclamo “paternal” aunque en unos caso se disfrace de magnanimidad, y en otros, se inyecte de mordacidad.”

 

Agrega que “a diferencia del Partido de Rusia de 1917, donde el dilema histórico era tomar o no el poder, el Partido en El Salvador de 1932, se fijó además, el propósito de enfrentar y resolver positivamente el dilema de encabezar y dirigir a las masas enardecidas que, con o sin el Partido, estaban dispuestas a combatir.”

 

Pero a la vez “a semejanza de la Rusia de 1917, donde el Partido con un Lenin firme al frente, asumió la posición correcta y tomó el Poder., en El salvador de 1932 , el Partido, con un Farabundo Martí imperturbable a la cabeza, también adoptó la posición correcta, encauzando, hasta donde era posible hacerlo en aquellas circunstancias , un levantamiento masivo, una insurrección campesina que, al margen de cualquier tipo de juicios atenuantes o estigmatizadores, bien puede calificársele de heroica, grandiosa y necesaria.”

 

Valora Bairez que “la decisión del Comité central del Partido reflejó una actitud: la actitud de heredar, con el sello de la sangre combatiente, un brillante e incuestionable ejemplo de consecuencia de una dirección revolucionaria que no sólo se precia de ser tal, sino que también actúa como tal.”

 

Concluye que “destacar este rasgo esencial de la insurrección de 1932, sin caer en la visión “heroica” de la historia constituye, para nosotros, un requisito indispensable para hacer una valoración general justa y objetiva del más grande acontecimiento de nuestra historia revolucionaria.”

 

San Salvador, 22 de abril de 2015

 

https://www.alainet.org/es/articulo/169133?language=es
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