Negativa a reconocer los avances

15/04/2015
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Los regaños presidenciales nunca fueron buen método de gobierno. Lo demostró hasta el escándalo Gustavo Díaz Ordaz cuando pasó de los regaños discursivos, en agosto de 1968, a las amenazas y el segundo día de octubre a la acción genocida. Y a renglón seguido a la sorda pero eficaz represión selectiva durante los siguientes dos años.

 

Valga la reflexión no para hacer comparación alguna, que todas en política son impropias cuando no se respetan los referentes del tiempo y el espacio, sino para rescatar la advertencia del titular del Ejecutivo federal, hecha en Playa del Carmen, Quintana Roo, el 9 de abril, respecto a los que se niegan a ver las buenas noticias.

 

Puso como ejemplo la incursión de México entre las primeras 10 potencias turísticas (Utopía, 25-III-15): “Esto sin duda resulta muy alentador y a veces pareciera que no quisiéramos o nos negáramos a reconocer los avances y a registrar buenas noticias. Estamos en búsqueda de ellas y cuando las tenemos frente a nosotros pareciera que no las vemos. En turismo son buenas las noticias que hay”, aseguró Enrique Peña Nieto.

 

Que buena parte de los gobernados no reconozcan los éxitos del gobierno empecinado en Mover a México, pueden tener entre otras las siguientes explicaciones:

 

1. Una consistente incapacidad del aparato comunicacional y mediático de Los Pinos, tanto del que es propio como del que está a su servicio por convicción y más frecuentemente por comisión, no necesariamente en metálico sino por concesiones de diverso tipo, para transmitir las buenas nuevas oficiales.

 

2. Los problemas socioeconómicos, destacadamente la falta de empleo, la baja del poder adquisitivo de salarios, sueldos y pensiones; así como la inseguridad pública pese a los avances para abatirla, son tan agobiantes para las mayorías que los progresos pasan a un segundo plano o desapercibidos.

 

3. Los costos políticos y económicos para lograr los resultados de 29.5 meses del gobierno de Peña son tan altos, como la crisis que en materia de derechos humanos que padece México, generalizada o no como sucede con la tortura, o el creciente endeudamiento público, que opacan los éxitos.

 

Más los aspectos que usted desee agregar, pero mientras lo hace, registre que para fortuna de Peña Nieto, en Ciudad de Panamá recibió el reconocimiento de Barack Obama en el Segundo Foro Empresarial de la Cumbre de las Américas, al que asistieron los dueños del continente americano y de la aldea global.

 

Barack Hussein le dijo a EPN: “Por eso admiro mucho el trabajo que hizo Enrique en el sector energético en México, es algo muy sensato y muy difícil. Pero lo que él vio y lo que todo México reconoció es que este sector no va a ser eficiente sin el insumo, innovación e inversión del sector privado que necesitan”.

 

Falsedades aparte, como aquella de “lo que todo México reconoció”, no en balde fue cerrado el rechazo oficial a la consulta ciudadana en materia energética, cualquier presidente de una potencia imperial es normal que esté feliz de la mayor apertura de las puertas mexicanas para que sus depredadoras trasnacionales de la energía accedan no sólo a compartir el pastel con Petróleos Mexicanos y Comisión Federal de Electricidad, sino a desplazarlos.

 

Si a lo anterior agrega usted el trabajo para que los indocumentados no accedan al río Bravo, pues el agradecimiento es mayor. Y más aún cuando el gobierno mexicano asume la máxima del abogado de Chicago: “Se trata de un área en la que debe trabajarse regionalmente, porque desde luego los narcotraficantes no hacen distinción en fronteras. Entonces eso significa que tampoco podemos hacerlo”.

 

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